Capítulo 42-

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Me dolía la cabeza, no sólo éso, sentía como palpitaba, como si en cualquier momento fuera a explotar. Intentaba identificar mi ubicación a través de los sonidos de mi alrededor, sin embargo se me hizo imposible, sólo había un insoportable silencio que rodeaba toda la habitación «¡Vamos Vane! solo abre los ojos, tu puedes hacerlo»

Intentaba con todos mis esfuerzos, era como si mis ojos estuvieran pegados, comenzaba a entrar en un estado de desesperación, lo intentaba con todas mis fuerzas.

Decidí parar un segundo, tomándome un momento para respirar (o al menos en mi cabeza, no sabría decir si lo hize en verdad) volví a intentarlo con más suavidad y, como si nunca hubiera tenido algún problema...abrí los ojos.

No me había ayudado mucho, mi vista era demaciado borrosa, la cabeza me punzada aún más que antes. Intentaba reconocer el lugar a mi alrededor. Jamás lo había visto.

Me encontraba en una cama, justo en la esquina de la habitación, sólo tenía mis manos atadas, fácilmente podía levantarme...pero no podía. Me sentía demaciado débil, como si quisiera volver a cerrar mis ojos, apenas tenía fuerzas para mantenerme despierta «¡Tu puedes Vane! ¡No te vuelvas a dormir!» Pero sabía que se me haría imposible levantarme e irme, y aunque lograra levantarme, sentía como todo el piso daba vueltas a mi alrededor, como si estuviera en un trompo, lo más seguro es que me volvería a caer.

Comenzé a llorar con desesperación, pronto me invadió la sensación de estar indefensa, sola, de no saber si podré volver a casa, si moriré o viviré sufriendo.

Pronto todos ésos espantosos sentimientos se callaron al escuchar la puerta a mi derecha abrirse. Sentía como mi corazón latía a mil por hora, no sabía quién podría salir de ahí, tenía demaciado miedo. Finalmente, a pesar de que sólo fueron microsegundos, sentí como una eternidad el hecho de esperar a que entrara aquél sujeto a la habitación.

Al principio, mi vista borrosa no me dejaba ver más que una figura masculina, pero conforme se acercaba pude detallarlo con más claridad. El sujeto parecía de unos sesenta, se mantenía en un horrible estado, con una barba de al menos unos diez centímetros. Tenía una vestimenta limpia y costosa, se notaba a simple vista, con un chaleco y un traje, como si fuera a una fiesta elegante o algo por el estilo.

Se sentó en la cama donde estaba, justo a mi lado, mi corazón se me iba a salir del pecho. Su mirada, nunca iba a olvidar su mirada, me veía con gracia, como si fuera algo para comer. Intenté echarme para atrás como pude, pero estaba en una esquina, no había a donde ir.

Se posó justo a mi lado, a centímetros de mí, su mano poco a poco se acercaba a mi cara. Mi respiración se aceleraba, tenía miedo, no quería que se me acercara. Lentamente tomó un mechón de mi cabello y comenzó a jugar con él, agitándolo lentamente de un lado a otro.

-- Eres mucho más hermosa en persona. --«¿En persona? ¿Lo conocía?» el miedo no me dejaba pensar, apenas pude formular ése pensamiento con claridad-- Es un verdadero placer conocerte en persona.

Tomó mis manos (ya que estaba atada) y las besó «asqueroso»

-- Es un placer conocerte por fin.--Me seguía mirando de la misma forma.

-- ¿Q...quién eres tú? --Fueron las primeras palabras que dije desde que estaba despierta.

-- ¿En serio no me recuerdas? --preguntó, haciendo un puchero fingido-- Es una pena, después de todo lo que hize por tí --se me acercó aún mas, al punto de tenerlo a medio centímetro de mi oreja-- Todas las cartas, todos los chocolates, aquél teléfono costoso ¿lo recuerdas?

Mi corazón se paró al oírlo. Era él, estaba frente a mí, Alexander no me mintió. Era el verdadero acosador, aquél que me regaló todos aquellos detalles, aquél que mandó un mensaje amenazándome, aquél, aquél que asesinó...

-- ¡¡¡Aléjate de mí!!! --grité al ver que se acercaba más a mí, al punto de rosar su cara con mi cuerpo.

No sé como, pero logré reunir las fuerzas para levantar una de mis piernas y darle una patada. No se en dónde se la di exactamente, pero logré sacarlo de la cama, más no hacerlo caer. Él sólo recobró la compostura y se río.

-- Eres tan tierna --dijo aún riendo.

Se dirigió a la puerta y noté que del otro lado había un sujeto. Logré escucharlo decir "tráeme más" y aquél sujeto se fue «¿más que?». Volvió a cerrar la puerta, quedándome totalmente sola con ése sujeto.

-- Tu nombre es Vanessa ¿cierto? --asentí rápidamente, era obvio que sabía mi nombre, así que no pensaba mentir-- Yo soy Paúl --se volvió a sentar en la cama, sólo que esta vez se acercó a mí mucho más rápido-- Es un placer conocerte ¿ya no he dicho éso tres veces? Lo lamento, es que me pongo nervioso con sólo estar cerca tuyo.

Intentó lanzarse a mí y basarme. Sin embargo fui más rápida y logré bloquearlo, poniendo mi mejilla en su lugar. Se enojó y tomó mi cara con brusquedad, y sin poder moverla me besó con salvajismo.

Jamás en mi vida había tenido una sensación más desagradable, como poco a poco podía sentir que quería vomitar. Con todas mis fuerzas me zafé de su agarre, bajando la cabeza instantáneamente. Paúl, quién parecía más enojado que antes, tomó mi pierna derecha y la apretó con fuerza. Ahogé un grito, me dolía como el diablo, pero a él no parecía importarle.

-- ¿Por qué? --No lo miraba a la cara, no quería. Sin embargo volvió a tomar mi rostro y me obligó a verlo-- ¿Es por que no soy él verdad?

Mi corazón se paró al escucharlo decir esas palabras. No era necesario pensar mucho para saber de quién hablaba. Bajé la cabeza adolorida, tanto física como mentalmente, no quería escuchar su nombre.

-- ¿Que te pasa? ¿Necesitas que te refresca la memoria? --preguntó, disfrutando de mi sufrimiento.

-- No por favor --solté en un llanto.

-- Cuándo asesiné a Leo ¿Se llamaba así no?

-- ¡¡¡Para!!! --grité, callendo en un llanto.

-- ¿Recuerdas cuando lo encontraste todo masacrado? Fue algo difícil de lograr, tuve que tomar un cuchillo y...

-- ¡¡¡Callate!!!

Bajé la cabeza como pude, jamás en mi vida había llorado tanto, estaba sufriendo. Quería irme a casa, quería a mamá, a papá, a Helena, a Alejandra.

Pude escuchar como la puerta de la habitación se volvía a abrir. No subí la cabeza, la permanecí abajo, sin embargo aún sentía su presencia en el lugar, seguramente había ido a buscar más de "aquella cosa".

Lo siguiente que sentí fue un pinchado en mi cuello, no me tomó mucho tiempo entender de que se trataba...ahora entendía por que me sentía tan débil.

-- No te preocupes Vane --dijo acercándose a mí y plantando un beso dulcemente en mi mejilla-- Ya verás que pronto te olvidarás de Alexander.

Solté un último llanto, con cansancio, estaba derrotada, las últimas cosas claras que mi vista me permitió ver fue a aquél hombre quitándose la camisa. Aquí había acabado todo lo que era, mi vida estaba a punto de desvanecerse y poner a alguien nuevo en su lugar.

Sin embargo, antes de caer, me dediqué una pequeña sonrisa irónica. Quién diría que aceptar una solicitud me llevaría a este punto.

***
No es por dejarlos con el hype pero ¡el próximo capítulo será el último!

Enamorada de un StalkerWhere stories live. Discover now