Capítulo 38

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-- Entonces, cuéntame un poco de tí --preguntó Alexander mostrándose interesado.

-- Que me aburro --contesté de forma cortante.

Lo único que podía pensar era en cuándo estaría lista la comida. Tenía un extraño sentimiento de tranquilidad y angustia en mi corazón.

Cuándo parecía comenzar a disfrutar del momento, a apreciar el bello violín que se oía de fondo y el delicioso aroma que emanaba de la cocina, recordaba quién estaba frente a mí. Un asesino serial sin escrúpulos quién seguro sólo buscaba venganza por haber ido a la cárcel.

Cuándo creí que la cita no podría ir peor, que ya incluso comenzaba a idear un plan de escape para irme, el dueño del restaurante se montó en una pequeña tarima que había al fondo del lugar, tomó un micrófono y habló por ahí.

-- Antes que nada espero que todos ustedes estén disfrutando su noche en El pescador.--Hizo una pequeña pausa en el que la gente le aplaudió-- Me gustaría que le dieran un gran aplauso a Oriana Hernández quién ésta noche celebra su décimo quinto cumpleaños.

Lo siguiente que se escuchó fueron ensordecedores aplausos y silbidos por toda la sala. Miré a mi alrededor y noté que todos se dirigían a una joven catira peli marrón, la cuál lucia un vestido de estampado militar, un poco corto para mi gusto pero muy hermoso.

-- Ahora me gustaría que el señor Raúl Hernández acompañe a su pareja en el vals, los demás también pueden acompañarlos.

Seguido de sus palabras comenzó a sonar "Tiempo de vals" de Chayanne. Un joven rubio levantó de forma delicada a quién me imagino que era su novia y se dirigieron a la pista de baile, donde comenzaron a balancearse al ritmo de la música.

Poco a poco la gente se fue incorporando y con ellos los fueron acompañando en el baile.
No se cómo pasó, o en que momento ocurrió, pero lo siguiente que vi fue a Alexander frente a mí con una mano extendida.

-- Ni siquiera lo pienses --aclaré cortante.

-- Por favor ¿a caso no sabes bailar? --preguntó riéndose.

-- ¡Claro que sé! Otra cosa es que no quiero contigo.

Intentó tomar mi mano pero yo yo la aparté a tiempo. Él me miró cansado.

-- Por favor Vane, es sólo un baile, no es como si te fuera a besar o algo por el estilo.

Lo pensé unos segundos, tenía razón, y en cualquier caso, si intentará hacer algo -como secuestrarme o sacar un arma- el lugar está lleno de gente, sólo bastaría un grito para tener todos los ojos en mí.

-- Bien --acepté de mala gana mientras aceptaba su mano-- Pero que no se te ocurra nada raro.

Alex me dedicó una sonrisa y nós dirigimos con pasos lentos a la pista de baile.

Al llegar sólo nós volvimos unos más del montón. Una pareja común y corriente bailando al son de la música. Mientras sentía sus cálidas manos tocar las mías. Por alguna razón, no me sentía incómoda a su lado, al contrario, se me hacía agradable sentir su piel, por más extraño que sonara.

-- Entonces ¿estás disfrutando de la noche? --me susurró al oído mientras bailábamos.

-- Bueno, he tenido peores --respondí seca, no quería darle falsas esperanzas. Sin embargo escuché una risa por parte suya.

-- Eres graciosa ¿lo sabías?

-- ¿Graciosa? --repetí ofendida.

-- Sí --afirmó-- Te haces la fuerte, que no te agrado o que no te importa nada de lo que pasa a tu alrededor. Pero sólo eres una persona común y corriente como todas las demás.

<<Auch, éso me dolió>>

-- Claro, y tu debes ser perfecto --respondí con sarcasmo.

-- En realidad no --admitió. Tras sus palabras llamó mi atención-- Sólo soy un hombre con trastornos mentales que tiene un maldito problema con las chicas y por ende he tenido un montón de problemas con la ley --explicó con cierto tono de gracia en su voz.

Sus palabras me impresionaron. Él acababa de aceptar que estaba enfermo, de sus problemas y sus delitos. <<¿significa que lo hizo? ¿Mató a Leo y a Samanta?>> Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, cada vez sentía mas ganas de irme. Sin embargo, me sentía mas cómoda, como si su revelación hubiera roto un cristal entre los dos.

Pero no, no podía bajar la Guardia, no ahora.

-- Entonces ¿sólo fui una obsesión mas? --pregunté, esperando así volver a sentir odio hacia él.

-- ¿La verdad? --asentí y él suspiró-- En un principio eras...un trabajo. Con el tiempo te fui conociendo y me di cuenta de que eras diferente --hizo una pausa y yo le fruncí el ceño para que continuara-- Me paresiste bonita, carismática, graciosa...con él tiempo comenzé a enamorarme de tí. Cuándo me hablabas de Leo o de Fernando me hervía la sangre, pero no te quería decir nada, a fin de cuentas...sólo soy un pedófilo Stalker --finalizó con gracia e ironía.

Estaba anonadada, todo el odio que había sentido por él se había ido, pero ¿por qué? No había dicho nada más que piropos y adulaciones <<tal vez por el echo de que haya admitido que es un pedófilo>>.

Entonces comprendí, en realidad no estaba molesta con él, todo había estado en mi mente. Estaba enojada conmigo misma, él había matado a una de las personas que más significaban para mí, y no sentía ningún recelo hacia él ¡¿por qué?! Y aquí estaba, bailando cerca de él, con las luces bajas. Desde que lo conozco había estado enamorada de él, y el único factor que me impedía amarlo (la distancia) se había ido.

-- Bueno ¿cuánto me llevas? ¿cinco años? Ya soy mayor de edad, no creo que se considere pedofilia --dije sonriéndole. El levantó la vista con ojos alegres y llenos de esperanza.

-- Vanessa --susurró-- Me disculpo por todo lo que he hecho o dicho --hizo una pausa para tomar aire-- Pero quiero que sepas...que te amo.

Nos fuimos acercando cada vez más, nuestros labios estaban a punto de tocarse uno a otro. Me sentía mal, una escoria, pero no me importaba, quería besarlo.

Sin embargo, logré adquirir fuerza de voluntad para pararlo. Por más que quisiera, tengo sentido común, y no podía permitir que se me escapara algún detalle.

-- Dijiste que era un trabajo en un principio ¿que querías decir? --pregunté, pude notar como su cara se enserio.

-- Vanessa... --me sonrió-- Éso ya no importa --intentó volverme a besar pero se lo impedí.

-- Alex, quiero la verdad.

Alexander suspiró y dio un paso hacia atrás, mirando a todos lados, parecía frustrado por algo. Me dijo que lo siguiera y éso hice, de igual forma la canción acabó segundos después.

Pasando entre las personas y la leve oscuridad del lugar acabamos en una terraza. Miré a mi alrededor, no parecía haber nadie en el lugar, ahí la supersticiones e ideas locas comenzaron a llegar. Tal vez quería hacerme daño, o lanzarme por el balcón.

<<¡Por dios Vane! Debes quitar ésas ideas estúpidas de tu cabeza, si hubiera querido hacerme daño lo hubiera hecho hace rato>>. Me di media vuelta y estaba ahí, mirando a todos lados, asegurándose de que no había nadie por los alrededores.

-- Escucha --se dirigió a mí-- si no te he querido contar nada es por miedo.

-- ¿Miedo? --repetí extrañada

-- Pero quiero seguir adelante, no quiero que haya más mentiras entre nosotros --dio un paso hacia adelante-- Vanessa, tu decides si creerme o no, pero lo que te contaré a continuación será la verdad y nada más que la verdad.

Asentí con miedo. Por fin, por fin sabría la verdad de todo, de que es culpable Alex y que no.

<< Alexander ¿tu mataste a Leo?>>

Enamorada de un StalkerWhere stories live. Discover now