Capítulo 41-

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Dos días después...

-- ¿Tienes un diez? --le pregunté a Miranda, tratando de aguantar mi risa ya que Sofía tenía rato viendo sus cartas desde un costado sin que se diera cuenta.

-- Nop --respondió seca, mirando sus cartas.

Seguimos jugando tranquilas, el silencio invadía la habitación, lo cuál me parecía demaciado extraño. Sólo me habían llamado cuando estaba en clase, contándome que tenían algo que decirme, pero lo único que habían hecho en la última hora fue ofrecerme jugar a las cartas.

Finalmente, mis silenciosas plegarias fueron escuchadas, pues Sofía finalmente tiró las cartas sobre la mesa, mostrándose ligeramente enojada por alguna razón.

-- ¡¡Por dios Miran!! Ya llevamos una hora en esto ¡¡¡Cuándo le preguntaremos!!! --alzó la voz, me di cuenta que no estaba molesta, si no ansiosa.

-- No quería soñar tan atrevida --se excusó Miranda.

-- Por éso es que las ideas siempre las ideo yo --dijo Sofia volteando los ojos.

-- Emmm chicas, estoy aquí --dije alzando mis brazos de forma exagerada, ambas hicieron silencio y se me quedaron viendo-- ¿Que es lo que tenían que preguntarme?

-- ¿Como te fue en la cita? ¿Son novios? ¿Se besaron? ¿Se acost...

-- ¡¡¡¿Sofía?!!! --regañó Miranda.

-- ¿Que? Sólo preguntaba.

-- Pues...no nós acostamos --respondí mirando a Sofía, quién se mostraba algo avergonzada por su última pregunta sin terminar-- pero...¡Somos novios!

Lo siguiente fue una prueba de que tengo los tímpanos más resistentes del mundo, pues comenzaron a gritar como si hubieran escuchado la mejor noticia en años, luego se abalanzaron sobre mí a abrazarme.

-- ¿Desde cuándo lo son? --preguntó Miranda.

-- Desde hace dos días.

-- Y no nós dijiste nada --reprochó Sofía haciendo un puchero. No pude evitar tomarle los cachetes ¡se veía tan tierna!

Pues sí, no se lo había contado a nadie, pues aún lo estaba asimilando, era novia de Alexander Carpio, el chico que más había amado y odiado desde que lo conocí y ahora era mi novio. Sin embargo era raro, no tenía ésa sensación de besarlo, de amarlo con todas mis fuerzas, si no más bien...estar con él, tener una vida juntos, era la sensación más rara que había tenido en mi vida.

En medio de gritos y abrazos la puerta de nuestra habitación sonó. La persona que llamaba desde afuera parecía impaciente, pues su toque era fuerte, repetido e irregular, decidí ir yo ya que de las tres yo era quién se encontraba más cerca de la puerta.

Me bajé de la cama dando dos pasos largos, llegando rápidamente a la puerta. La habitación no era muy grande, de hecho, en varias ocaciones me había quejado del poco espacio que había para tres personas, pero no había mucho más que hacer que quejarme, la Universidad tampoco es que era muy conocida por escuchar los consejos de sus alumnos.

Me dispuse a abrir la puerta ya que por la continuidad con la que tocaba aquella persona parecía que no tenía mucha paciencia. Así que tome la perilla y la giré, abriendo la puerta y viendo de quién se trataba. Me llevé una gran sorpresa al ver que era...

-- ¿A...Alejandra? ¿Que haces tu aquí? --no recibí respuesta por parte suya, lo único que sentí segundos después de mi pregunta fue una fuerte cachetada de su parte. Fue tan fuere que me costó mantenerme para no caerme.

Di unos pasos para atrás, sobando mi mejilla la cual podía sentir como palpitaba del fuerte golpe. Mire a las gemelas quienes parecían tan confundidas como yo por su acción tan repentina.

Enamorada de un StalkerWhere stories live. Discover now