54. Infiel

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Isabella.

—¡Listo! ¡Vámonos! —exclamó Cassandra ingresando a la habitación.

—No iremos a ningún lado. —dije y segundos después sentí que la cama se hundió a un lado mío. —Ya le entregó el anillo a Nat.

—¿Qué? ¿Es en serio? —cuestionó y asentí sin levantarme.

—Enciende la televisión y lo verás tú misma. —mi amiga obedeció y tomó el control de la televisión.

"Sí, la verdad desde que la ví... Me enamoró. Es una chica muy hermosa y... la amo." —me levanté de golpe al escuchar la voz de Alonso en la televisión y Cassandra la volvió a apagar inmediatamente.

—Rayos. —murmuró y solté un suspiro.

En ese momento mi celular sonó, lo saqué de mi bolso y vi que era un WhatsApp de Freddy. Lo abrí, me había mandado una foto de la noticia del periódico. Esa noticia en la que se ve claramente el beso que nos dimos Alonso y yo anoche en el baile.

—Cass, Freddy ya se dio cuenta. —le avisé inmediatamente a mi amiga. —¿Debería hacer algo? —mi amiga estuvo a punto de responder cuando otro mensaje de Freddy llegó.

Era otra foto, esperé a que cargara y cuando por fin la pude ver claramente quise arrojar mi celular desde la ventana. En la foto estaban él y Victoria únicamente cubiertos con una sábana blanca y él le daba un beso en los labios a esa zorra.

"No eres la única que puede ser infiel."

¿Desde cuándo me estaba siendo infiel con ella? ¿Quiere decir que pudo haberme pegado una infección?

Iugh.

—Esto es realmente repugnante. —murmuré, Cassandra tomó mi celular y vi como se llevó una mano a la boca.

—Nunca creí que Freddy fuera capaz de caer tan bajo. —solté una pequeña risa y tomé mi celular para responderle.

"Espero que disfrutes tu ITS. No te molestes en volver a hablarme o buscarme. Terminamos."

Bloqueé mi celular y lo guardé en mi bolso para después soltar un pesado suspiro.

Bien hecho, Isabella. Perdiste a Alonso y a Freddy. Aunque Freddy ya no importaba tanto, ese chico era muy celoso y controlador.

—¿Quieres hacer algo? Necesitabas que te ayudara a conseguir un lugar para vivir, ¿no? Puedes quedarte aquí, no hay problema. —dijo Cassandra sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Me gustaría, gracias Cass. —ella asintió y me acerqué a abrazarla. —Iré por mis cosas, ¿no hay problema si me quedo desde hoy?

—No hay problema, ¿quieres que te acompañe? —negué y me puse de pie.

—Le diré a Bryan que me traiga hacia acá. Vuelvo en una hora. —ella se puso de pie y me acompañó hasta la puerta.

Cuando salí de casa de Cassandra la luz del sol me golpeó fuertemente en el rostro. Caminé hacia la parada de autobuses más cercana y tomé el primero que pasara, no me había dado cuenta que todos pasaban cerca del castillo.

Alonso oficialmente está comprometido. Y es que apenas acepté que sentía algo por él, verdaderamente soy una estúpida.

Probablemente en este momento Nat ya esté llevando sus cosas para vivir allá. Nat es una buena chica, ella merece a Alonso.

Bajé del autobús y caminé las calles que faltaban para llegar al castillo. Me sentía mal, me sentía incompleta. Si tan sólo le hubiera dicho a Alonso que lo quería, que estaba dispuesta a estar con él probablemente no le hubiera pedido matrimonio a Nat, aunque también existía la probabilidad de que yo quedara como una estúpida al decirle aquello y que él me rechazara.

Él te siguió el beso anoche, dudo que te hubiera rechazado.

Cierto, pero ¿y si sí lo hacía?

Como sea, alejé todos mis pensamientos cuando llegué a las rejas, inmediatamente me dejaron pasar y caminé lentamente hacia la puerta para adentrarme al castillo y recoger todas mis pertenencias. Ya no tenía nada que hacer aquí.

Vi a Alonso platicando con un hombre en la sala, pasé sin hacer ruido y subí directamente hasta mi habitación. Me puse a mirar detalladamente cada rincón de este lugar, el lugar en el que me perdí un par de veces por lo inmenso que era, el lugar en el que estuve a gusto mientras duró, el lugar en el que nació mi amor hacia Alonso.

Abrí lentamente la puerta de la que solía ser mi habitación. Tomé mis maletas y comencé a guardar mi ropa, me tomé todo el tiempo necesario porque no quería irme.

—¿Bella? ¿Qué haces? —me sobresalté al escuchar la voz de Alonso, volteé a mirarlo y noté que veía mis maletas con el ceño fruncido. —¿Te vas a ir? —asentí.

—Te vas a casar, ¿no? —pregunté y deseé haberme golpeado por haberlo soltado con tanta amargura, él no tiene la culpa. —Tengo que darles su espacio. —le dije esta vez tratando de sonar dulce.

Se acercó lentamente y comencé a ponerme nerviosa, tomó mi mano y la alejó de la maleta que estaba cerrando. Lo miré a los ojos, puso su mano en mi mejilla y cerré los ojos inconscientemente, mi corazón comenzaba a acelerarse y supe que debía irme. Ya basta de tantas sensaciones.

—Gracias por todo, Alonso. —le dije alejándome de su tacto. —De verdad estoy muy agradecida contigo.

—No te vayas. —dijo antes de que saliera de la habitación. —Bella, te lo dije anoche y te lo volveré a repetir... —se acercó nuevamente a mí y me tomó las manos delicadamente. —Te quiero, y no de la manera en la que un amigo quiere a una amiga.

—Alonso, no digas más. Ya te comprometiste. —en un movimiento rápido ya me encontraba siendo rodeada por sus brazos en un cálido abrazo. —Debo irme, viviré con Cassandra de ahora en adelante. —le informé sin soltarlo y no quería hacerlo.

Sentí sus labios presionar en mi mejilla y tomar mis manos nuevamente.

—Adiós, Alonso. —me armé de valor y deposité un último beso en sus labios para después salir rápidamente de la habitación, tenía que irme de una vez si no nunca podría hacerlo.

Ya en la puerta me encontré con Bryan quien iba a entrar cuando yo iba a salir.

—Isa, ¿qué pasa? —preguntó frunciendo el entrecejo.

—¿Me llevarías a casa de Cassandra, por favor? —él asintió extrañado y tomó una de mis maletas para ayudarme.

—¿Qué ocurre? —cuestionó cuando ya había guardado mis maletas en el auto que Alonso le había dado hace poco.

—Ya no tengo motivos para estar aquí. Bryan, por favor evita hacerme preguntas, no estoy de ánimo. —dije, noté como hizo una mueca pero accedió.

—Iré a verte todas las veces que pueda, no me alejaré de ti, amiga. —habló mientras ponía en marcha el auto.

—No es como si me mudara de país, Bry. —una ligera sonrisa se formó en mi rostro y en el de mi amigo. —Pero gracias.

Cuando estuvimos frente a las rejas esperando a que se abrieran entró otro auto, pude mirar dentro de él y vi que Nat venía dentro de él.

Es lógico, ella será la reina y tiene que vivir en su palacio.

The Prince #1 Where stories live. Discover now