38. "¡Todo esto es tu culpa!"

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Alonso.

Salí del salón rumbo hacia la sala en donde mi padre solía reunirse con el gabinete del país para encontrarme con el abogado.

—Príncipe. —hizo una reverencia en cuanto me vio. —Lamento mucho la hora pero no tenía otro día disponible para venir a verlo.

—¿Qué es lo que se le ofrece? —pregunté directamente, ya estaba cansado y quería dormir ya que mañana debo asistir a la escuela.

—Sólo venía a informarle que el tiempo se agota, le quedan dos semanas para casarse y ésta semana que viene debe anunciar su compromiso formalmente y, ya sabe... Hacer un baile por tal cosa. —quería mandar al demonio el testamento de mi padre, aún no le decía nada a Nat y no sé si ella quiera casarse conmigo y si no quiere debo buscar rápidamente a alguien más.

—Bien, muchas gracias por la información. Tenga por seguro que próximamente haré anuncio de mi compromiso. —él sonrió.

—Esperemos que así sea, si no ya sabe las consecuencias. —dijo mientras tomaba su maletín. —Hasta luego, príncipe. —dicho ésto hizo una reverencia y salió del salón.

Por el momento no quiero pensar en nada más. Sólo deseo dormir lo suficiente para asistir mañana a la escuela y no dormirme en alguna clase.

Cuando llegué a mi habitación me dirigí a mi baño para quitarme la ropa que traía y reemplazarlo por algo un poco más cómodo. Cuando lo hice salí y me aventé a la cama dispuesto a dormirme.

Me pregunto si Bella ya estará dormida.

Sonreí inconscientemente al recordarla dormida plácidamente sobre su cama, se veía tan pacífica.

Su presencia en el salón hace unos minutos no la esperaba, pero terminé platicando con ella y ese abrazo me reconfortó. Nunca había platicado así con alguien sobre mis padres, siempre prefería guardarme todo para mí para no dar lástima a otras personas.

Después de unos minutos me quedé dormido.

(...)

Terminé de arreglarme para ir a la escuela y salí de mi habitación encontrándome con Bella en el pasillo.

—Buenos días. —le saludé.

—Buenos días. —me respondió con una pequeña sonrisa. —Ayer ya no terminé de agradecerte por todo lo que haz hecho por mí. —comentó mientras bajábamos las escaleras rumbo a la sala.

—No hay nada que agradecer, lo hago porque... Tú me has ayudado con eso de mis citas y debo devolverte el favor.

—Pero ésto es demasiado. —dijo ella sin mirarme a los ojos.

—¡Hola! —saludó Jos animadamente. —¿Estás lista para ir a la escuela? —preguntó dirigiéndose a Bella.

—Quiero irme sola. —dijo mientras caminaba hacia la puerta. —Nos vemos. —cruzó la puerta y ni Jos ni yo la detuvimos.

—¿Debo ir tras ella? —preguntó a lo que negué con la cabeza.

—¿Isabella no se irá con ustedes? —preguntó mi tío llegando al lugar.

—No, supongo que hoy prefiere irse sola. —comenté caminando hacia el sofá en donde dejé mi mochila ayer por la noche.

—Oh, bien. —dijo mi tío y regresó a la cocina.

—¿De verdad no quieres que vaya detrás de ella? —volvió a insistir mi amigo.

—No, creo que ella necesita un momento a solas. Supongo que los problemas con su novio la ponen mal. —hice una mueca y Jos asintió comprendiendo.

—Iré por Bryan para que te lleve a la escuela. Después de eso iremos a divertirnos un rato.

—Mientras no me abandonen en la escuela todo está perfecto.

(...)

Después de unos minutos Jos, Bryan y yo ya nos encontrábamos en la escuela.

—Recuerden estar aquí puntuales, por favor. —ambos se llevaron una mano a la frente haciendo un saludo militar, rodé los ojos y caminé hacia la entrada.

Antes de entrar inspeccioné el lugar buscando a Bella con la mirada y la encontré del otro lado de la calle platicando con su novio, se veía molesta mientras él parecía reclamarle algo.

—Hola. —me saludó Nat haciéndome voltear a mirarla.

—Hola, buenos días. —le saludé sonriendo.

—¿Qué tal? ¿Cómo estás? —preguntó un tanto tímida.

—Muy bien, gracias. —sonreí. —¿Y tú? —le pregunté por cortesía aunque por dentro moría por voltear a ver a Bella para asegurarme de que no ocurra nada malo.

—Estoy bien. —sonrió. —Entonces... ¿Cuándo podremos salir otra vez? —estuve a punto de responderle cuando el sonido del motor de un auto se hizo presente y después de eso el grito de las personas que se encontraban en el jardín delantero de la escuela.

—¡Alguien llame a una ambulancia! —escuché que gritaron desesperados, volteé a mirar a Nat y ambos nos dirigimos al montón de personas que se había formado en el centro de la calle.

Entre empujones y pisotones logré llegar al centro. Al apreciar a la persona que se encontraba tendida en el suelo sentí una opresión en el pecho, sentía que me rompía en mil pedazos y lo único que pude hacer fue acercarme a la castaña que estaba en el suelo con los ojos cerrados.

—Pero... ¿Qué pasó? —dirigí la vista a Jos quien también había entrado al círculo para apreciar la escena.

—¡Todo esto es tu culpa! —le reprochó el chico de cabello alborotado que estaba de rodillas frente a mí, el novio de Bella. —¡Si tú no te hubieras aparecido ese día en el parque de diversiones ésto no hubiera pasado! —Jos lo miraba con el ceño fruncido y la boca levemente abierta, cuando estuvo a punto de responderle lo miré serio negando con la cabeza.

—Llama a la ambulancia. —le pedí un tanto desesperado, ver a Bella con los ojos cerrados me hacía pensar lo peor.

—¿Y tú? ¿Quién te crees para estar aquí? —preguntó dirigiéndose a mí con rabia.

—Sólo quiero asegurarme de que tenga lo necesario para que la atiendan. —le respondí lo más tranquilo posible.

—No es necesaria tu presencia aquí, para eso estoy yo. —lo miré con los ojos entrecerrados.

—Mi deber es que todos los habitantes del país estén bien, no tienes razón para dirigirte hacia mí de esa manera. —él rodó los ojos y una sonrisa burlona se formó en su rostro.

—¿Crees que porque eres el príncipe Isa estará eternamente agradecida contigo por brindarle tu apoyo y se lanzará a tus brazos? —rió. —Pues no, ella es distinta. Ella no es como la demás chicas.

Eso lo tengo muy presente.

—Ella es la mamá de mi bebé. Y es mí novia. —el sonido de la ambulancia se hizo presente, rápidamente le pusieron un collarín, la pusieron en una camilla y la subieron a la ambulancia.

—No quiero ver a tu amigo rondando en el hospital. —dijo señalando a Jos para después subirse junto a Bella.

—Asegúrense de que esté bien. —les ordené haciendo caso omiso al comentario del chico, ellos asintieron e hicieron una reverencia para después subirse a la ambulancia.

—Iremos a verla, ¿verdad? —preguntó Bryan a un lado mío.

—Por supuesto.

The Prince #1 Where stories live. Discover now