37. El piano

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Isabella.

Me desperté repentinamente.

Al parecer frijolito quería comer algo.

Miré por la ventana apreciando la intensa luz de la luna. Me levanté de la cama y caminé con cuidado por la habitación ya que estaba oscuro y no quería tropezar con mis zapatos.

Salí de la habitación rumbo hacia la cocina, ya me había aprendido el camino y ahora estaba segura que no me perdería.

No quise llamar a Georgina porque probablemente ya esté dormida y no quiero despertarla. Aunque ni yo misma me fijé qué hora era.

Llegué a la cocina e inmediatamente me dirigí a donde estaba la alacena para buscar algo que a mi pequeño le agradara.

—Señorita, ¿buscaba algo? —la voz de Georgina me hizo sobresaltar, giré a mirarla y ella tenía una sonrisa en el rostro.

—Sólo... Buscaba algo para saciar el hambre. —le sonreí un poco avergonzada y ella asintió.

—El príncipe trajo muchas cosas dulces y también saladas para cuando a usted le diera un antojo. —comentó mientras buscaba algo para darme.

—¿De verdad? —pregunté atónita, ella asintió mientras me entregaba una dona.

—Por eso fue al supermercado. —sonreí inconscientemente. —Le repito que me parece muy dulce todo lo que el príncipe hace por usted.

—Muchas gracias, Georgina. —ella asintió sonriendo.

—¿Se le ofrece alguna otra cosa? —negué mientras le daba una mordida a mi dona.

—No, por el momento no. Gracias. —sonreí. —¿Por qué aún no está dormida?

—No tenemos permitido dormir hasta que todos los miembros de la familia real lo estén. —hice una mueca y ella soltó una pequeña risa.

—No me parece justo, ustedes también deben descansar. —Georgina soltó un suspiro y se encogió de hombros.

—El trabajo es trabajo, señorita.

—Dígame Isa. —ella asintió y me sonrió. —¿Quién sigue despierto a ésta hora? —le pregunté con el de entrecejo fruncido.

—El príncipe. —asentí, debía ir a agradecerle por todo lo que compró para mí. —Si quiere verlo fue hacia el salón que está en el fondo.

—Bien, muchas gracias Georgina. —le sonreí y ella asintió.

Caminé por el ancho pasillo rumbo al salón que me indicó Georgina. Miré todo alrededor, había algunas pinturas muy hermosas colgadas en la pared. Dí unos pasos hacia atrás para poder apreciar una pintura de un hermoso paisaje cuando escuché un pequeño estruendo a mi lado. Me sobresalté y miré al piso en donde se encontraban los restos de lo que solía ser un jarrón.

El príncipe salió de la habitación del fondo, sonreí tímida y caminó hacia mí.

—¿Qué haces aquí, Bella? —preguntó cuando llegó frente a mí.

—Vine a verte. Lamento lo del jarrón. —me disculpé avergonzada y él hizo un ademán con la mano restándole importancia.

—En un momento lo limpiarán. —hice una mueca y él sonrió. —¿Para qué querías verme? —preguntó mientras caminaba de regreso al salón y yo caminé detrás de él.

—Quería agradecerte por... Wow. —me interrumpí al apreciar el salón.

Estaba realmente espacioso con diversas pinturas igual de hermosas que las del pasillo de afuera. En el techo colgaba un hermoso candelabro el cual iluminaba el lugar y el tapiz de la habitación era de un tono rojo oscuro muy bello dándole un buen ambiente al lugar.

—Es fascinante, ¿no? —preguntó él mirándome con una sonrisa nostálgica.

—Es hermoso éste lugar. —respondí mientras continuaba mirándo todo alrededor.

Una cosa en específico me llamó la atención de éste lugar. Era un, al parecer, mueble tapado con una gran sábana blanca. Me acerqué a él lentamente.

—Eso... Eso es algo muy preciado para mí. —dijo Alonso acercándose hacia donde estaba, de un momento a otro quitó la sábana de encima dejándo a la vista un hermoso piano de madera, en la parte de arriba de las teclas podía apreciarse el apellido Villalpando tallado en él.

—Vaya. —dije asombrada, dirigí la vista a Alonso quien miraba con nostalgia el inmenso piano.

—Mi madre solía tocarlo para mí todas las noches cuando era pequeño antes de dormir. —me contó mientras acariciaba el piano. —Me enseñó a tocarlo y después yo fui el que tocaba melodías para ella, todas las noches sin falta. —me sentía un tanto triste por él, yo nunca tuve el cariño de mis padres puesto que nunca los conocí pero supongo que estaría igual que él si mi tío muriera.

—Lamento mucho lo de tus padres. —le dije, él volteó a mirarme y me dedicó una sonrisa.

—Me siento vacío sin ellos. —noté como sus ojos comenzaron a cristalizarse, sentí un nudo en mi garganta. —Mis padres eran todo para mí. —soltó un suspiro y caminé hacia donde él estaba.

Me había quedado sin palabras, no sabía qué decirle.

No sé por qué me está contando todo ésto, una semana antes yo decía que no me agradaba del todo y él lo sabía, y que ahora me esté contando todo ésto me hace sentir extraña.

—No he tocado el piano desde que mis papás murieron, y dudo tener alguna razón para volver a hacerlo. —lo abracé sin pensarlo dos veces, si yo estuviera triste eso quisiera: un abrazo que me reconfortara. —Gracias. —dijo, sentí su cálido aliento chocar contra mi oído. —Me hacía falta.

—No hay nada que agradecer. —le dije separándome lentamente de él.

Me quedé apreciando unos momentos el color tan peculiar de sus ojos, debo admitir que me parecen bellísimos. Nos quedamos mirando el uno al otro unos segundos hasta que unos toques en la puerta nos hicieron separarnos totalmente.

—Oh, señorita Isabella pensé que ya estaría dormida. —comentó el tío de Alonso con sorpresa. —Como sea... Sobrino, el abogado está aquí, quiere hablar contigo a solas. —volteé a mirarlo y él asintó hacia su tío quien después de eso se retiro.

—Deberías ir a dormir, mañana es Viernes y debemos ir a la escuela. —me dijo mientras hacía una mueca, asentí y me sonrió.

—Que descanses. —le dije mientras caminaba hacia la puerta para irme directamente a mi habitación.

—Igual tú, Bella. —le sonreí y él me regresó la sonrisa.

Salí de aquel salón con una extraña sensación en mi pecho. Me sentía feliz, animada... No sabía exactamente cómo me sentía pero si de algo estaba segura es de que Alonso, con ese abrazo, logró hacerme desaparecer un rato mis problemas con Freddy.

Ese abrazo me hizo sentir feliz.

Alonso me hizo sentir completa de nuevo, aunque sea por breve momento.

The Prince #1 Where stories live. Discover now