36. Antojo

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Isabella.

Estar en compañía del príncipe no era tan malo después de todo. Íbamos en su auto rumbo al Mc'Donalds más cercano, mi pequeño frijolito ansiaba una hamburguesa y debía complacerlo.

—Ponte esto. —le dije mientras me quitaba mi gorro y se lo entregaba, me miró con el entrecejo fruncido. —Es para no revelar tu identidad, no quieres que te rodeen los periodistas ¿o sí?

—Buen punto. —dijo poniéndose inmediatamente el gorro, sonreí y ambos bajamos del auto.

Entramos al local y buscamos una mesa vacía.

—Iré yo, tú espera aquí. —él asintió y me dirigí hacia la caja para ordenar.

Pedí dos hamburguesas y después de pagar y que me las entregaran regresé junto a Alonso.

—Aquí la tienes. —dije poniendo la bandeja en la mesa.

Él la tomó con cuidado y comenzó a retirarle la envoltura. Cuando estuvo frente a él se le quedó viendo y después volteo a mirarme a mí.

—Se ve bien. —sonreí y tomó la hamburguesa para después llevársela a la boca, quise esperar para ver su reacción y me sentí satisfecha al observar la satisfacción con la que la saboreaba. —Esto es delicioso. —dijo cuando tragó la hamburguesa.

—Lo sé. —reí y ahora yo me dispuse a comer la suculenta hamburguesa que tenía frente a mí, con solo verla se me hacía agua la boca.

Terminamos nuestras hamburguesas en silencio, ninguno de los formuló palabra alguna no sé si por la concentración que teníamos al degustar nuestro alimento o porque no sabíamos de qué hablar.

En mi caso fueron ambas.

—Y... Ehh... —rompió el silencio. —¿Ya te sientes mejor? —asentí sonriendo.

—La hamburguesa estaba deliciosa. —él asintió dándome la razón, de un momento a otro se quedó serio y me miraba fijamente. —¿Qué pasa? —me atreví a preguntarle.

—Nada, solo... —miró sus dedos por breve momento y luego volvió la mirada hacia mí. —¿Por qué sigues con ese chico? —preguntó finalmente, solté un suspiro y recargué la cabeza en la mesa, Alonso hizo a un lado las botellas de catsup y mostaza que me tapaban y me miró.

—Es el papá de mi bebé. —le respondí encogiéndome de hombros. —No quiero echar a perder una relación tan larga. —solté un suspiro mientras él continuaba mirándome atentamente.

—Pero, no creo que valga la pena si ya no te sientes cómoda con él, ¿o aún lo haces? —verdaderamente comenzaba a sentirme un poco incómoda cuando estaba con él, ya no era lo mismo desde que comenzó a ser celoso.

—No quiero seguir hablando de eso. —me puse de pie e inmediatamente el príncipe me siguió.

—Bien, comprendo. —abrió la puerta para dejarme salir y eso hice, caminamos hacia su auto en silencio y nuevamente él abrió la puerta para mí.

No debo pensar en las cosas negativas que han sucedido entre Freddy y yo. Él es el papá de mi bebé y debemos estar bien desde ahora.

(...)

Cuando regresamos al castillo Bryan y Jos se encontraban en la sala mirando televisión pero al escuchar que nos acercábamos se levantaron al mismo tiempo.

—¿Salieron... Juntos? —preguntó Jos frunciendo el entrecejo.

—Sí, Bella tuvo un antojo y salimos a comer fuera. —explicó Alonso mientras se sentaba en el sofá.

—¿Antojo? —me sobresalté al escuchar la rasposa voz del tío de Alonso cuando entró a la sala. —¿Ésta chica está embarazada, sobrino? —dirigí la mirada a Alonso quien parecía no sentirse débil ante su tío.

—Sí. Por eso está aquí. Ella necesita cuidados y yo se los voy a brindar. —respondió mientras se acercaba a su tío.

En éste momento me sentía pésimo y no me refiero a que sentía naúseas ni ningún síntoma debido a mi embarazo, no. Me siento pésimo debido a que siento que sobro en el castillo. No está bien que me aproveche de la buena obra del príncipe cuando se supone que mi tío me echó de casa para probar que soy madura y puedo cuidarme sola.

—Yo le dije que no debía estar aquí, lo lamento mucho señor. Puedo irme si así lo desea. —le dije rompiendo el incómodo silencio que se había formado en la sala, Alonso volteó a mirarme.

—No. Está bien señorita, puede quedarse. Comprendo que mi sobrino es el dueño del castillo y puede hacer lo que se le plazca. —un intento de sonrisa se formó en su rostro. —¡Georgina! —gritó e inmediatamente una señora no tan grande entró e hizo una reverencia hacia Alonso. —Cuida de la chica, está embarazada y necesita atención. —la señora asintió. —Con su permiso. —y dicho esto caminó hacia la puerta y salió del castillo.

—¿Necesita algo, señorita? —preguntó Georgina, negué con la cabeza y le sonreí. —Con su permiso. —hizo otra reverencia hacia el príncipe y salió de la sala.

—No es normal que tu tío se haya tomado esto a la ligera. —escuché que le dijo Jos a Alonso a lo que este último le pegó un codazo en las costillas.

—Me iré a mi habitación, quiero dormir un rato. —Bryan se levantó rápidamente del sofá y en unos segundos ya se encontraba parado junto a mí.

—¡Georgina! —gritó Alonso y en unos segundos la señora ya se encontraba nuevamente en la habitación. —Acompaña a Bella a su habitación, necesito a Bryan para que me lleve al supermercado.

—Pero... Majestad, usted no puede ir al supermercado. —comentó Georgina mirándolo con el entrecejo fruncido.

—Pero lo haré. Por favor atiende a Bella, si se siente mal trata de estar con ella. —ella asintió y se caminó hacia mí. —No tardo. —me sonrió antes de comenzar a caminar y Bryan fue detrás de él.

—Eh, supongo que también voy con él. —dijo Jos y caminó hacia ellos.

—¿Se le ofrece algo señorita? ¿Necesita que le prepare algo, algún antojo? —negué mientras sonreía.

—Solo necesito dormir un poco, si no es mucha molestia. —ella sonrió y caminé hacia las escaleras siendo seguida por ella.

—¿Usted será la esposa del príncipe?

¿¡Por qué demonios siempre piensan eso!?

—No, sólo somos... Compañeros de clase. —me limité a responderle sonriendo.

—Oh, lo lamento. Es que lo he visto cuando la mira y que sea muy atento con usted me parece muy lindo. —me sentía incómoda en éste momento, sólo le sonreí y continué con mi camino.

Entré a mi habitación y ella me sonrió.

—Si tiene algún antojo no dude en bajar a la cocina, ahí estaré por si me necesita.—asentí y le sonreí agradecida.

—Muchas gracias, Georgina. —ella asintió y se fue.

Cerré la puerta y caminé hacia la cama. Busqué mi celular en mi bolso para ver si tenía algún mensaje pero no había nada.

De verdad que ya no lo reconozco. Ya no es el mismo chico dulce, atento y cariñoso que era cuando lo conocí. No sé qué debería hacer, ya no quiero que continué con sus escenas de celos por cosas insignificantes.

Mañana hablaré con él.

The Prince #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora