Dinah salió de su cuarto a las cuatro y media de la mañana, para encontrar a su mejor amiga en el sofá. Bostezó y se quedó mirando a Camila silenciosamente. “¿Qué estás haciendo?” preguntó finalmente.

Camila echó un vistazo desde el libro que estaba leyendo. “Oh, buenos días,” dijo. “Hay café en la máquina.”

“Gracias,” respondió Dinah, no moviéndose del lugar que ocupaba. “Pero, ¿qué estás haciendo?”

Camila alzó el libro. “Leyendo.”

“¿A las cuatro y media?”

Camila se encogió de hombros. “Decidí quedarme levantada y ver el alba,” contestó despreocupadamente.

Dinah pestañeó algunas veces, repentinamente segura de que entre su cama y la sala se había metido, de algún modo, en un universo alternativo. “Bromeas.”

“No.”

“Necesito café,” murmuró Dinah, yendo a la cocina. “Es demasiado temprano para esta locura.”

Mientras Dinah se preparaba una taza de café, Camila volvió al libro. No estaba completamente segura qué le había llevado a comprar The Remains of the Day. Pero cuando había pasado por una librería de camino a clase ese día, había visto la novela allí expuesta en el escaparate de la tiendecita. Camila lo había tomado como una señal.

Por no mencionar, por supuesto, que sentía suma curiosidad por su nueva amiga. Ya llevaban intercambiando correo unas semanas pero, de algún modo, Camila sentía que no era bastante.

Deseaba saber más.

Como el por qué Laura disfrutó tanto este libro, por ejemplo. Camila había logrado llegar a la mitad. Había esperado algún tipo de acción o trama. Pero era sólo un mayordomo inglés hablando de cuánto había adorado servir a su amo. Y algo sobre un viaje a alguna parte. Camila no estaba segura.

Dinah se sentó al lado de Camila unos minutos después. Se tragó la mitad de la taza y suspiró con alivio. “Bueno, ¿qué pasa?” preguntó Dinah. “Quiero decir, el hecho de que te quedes a ver el alba ya es lo bastante extravagante. Pero estás realmente leyendo un libro, Camila. Y, voluntariamente. Y, me estás dando escalofríos.”

Camila miró al cielo. “Estoy intentando ser más literaria.”

Dinah asintió. “Has perdido la cabeza, ¿no?” adivinó. “El estallido de hace unas semanas fue el inicio del progresivo declive de tu cordura.”

“En realidad, me siento bien,” dijo Camila, apartando el libro. “¿Cuándo fue la última vez que viste el alba, Dinah?”

“Oh, diría que cada día yendo a trabajar.”

Camila sonrió y asintió. “Sí, pero ¿realmente te detuviste a mirarlo? ¿Pensaste, ‘Uau, mira ese maravilloso espectáculo. Un verdadero milagro por derecho propio’?”

Dinah se zampó el resto del café y miró a Camila. “Te uniste a una secta, ¿verdad? ¿Una del tipo de la horripilante Heaven’s Gate? ¿Suicidios en masa, túnicas largas, cerebros lavados, esa clase de cosa?”

Camila suspiró, agarrando la novela. “No importa.”

Dinah puso su palma en la frente de Camila. “Nada de fiebre,” dijo. “Saca la lengua.”

Camila apartó la mano de Dinah. “¿No tienes que irte a trabajar?”

“Quizá deba decir que estoy enferma.”

“Pero no estás enferma.”

Dinah se puso de pie y se dirigió hacia la cocina para enjuagar la taza. “Pero tú claramente sí. ¿Qué pasa contigo? Primero huyes de Wesley, una acción que habría apoyado sinceramente de no haber estado loca de angustia. Después, durante las últimas semanas has estado como… rara.”

“¿Rara?” repitió Camila, mirando por encima de su hombro hacia la cocina.

Dinah agarró su mochila de la parte de atrás de una de las sillas. “Sí, rara,” dijo, colocándosela.

“Me complace saber que estoy bien ventilada.”

Dinah miró al cielo. “Vale, bien, quizás rara es mala elección de término. Pero eso no te exime de este extraño comportamiento. No estoy segura de qué sentir sobre que veas albas de repente. Y que… leas.”

Camila se rió entre dientes. “¿Sobreactuar es la segunda lección en clase de actuación?” preguntó.

“Sí,” contestó Dinah. “¿Cómo lo hago?”

“Te levantaría ambos pulgares,” le aseguró Camila. “Vas a llegar tarde.”

Dinah asintió, cogiendo sus llaves del mostrador. “Ya. Me largo a proporcionar estimulantes adictivos legales a las masas ansiosas. Nos vemos esta noche.”

Camila saludó y devolvió su atención al libro. Pero no podía concentrarse. Levantándose del sofá, fue hasta el balcón donde el cielo estaba empezando a aclararse. Que extraño que una actividad tan peregrina le hiciese sentir tan libre de repente.

Quizás Dinah tenía razón, estaba actuando extrañamente. Pero se sentía muchísimo mejor.

Últimamente había tenido confianza y un creciente sentido del ego.

Y no estaba completamente segura del por qué.

                                                 ~~~~~

Querida Laur,

Esto puede sonar un poco raro, pero me quedé a ver el alba. Dinah probablemente cree que he perdido la cabeza. En realidad, sí que cree que la he perdido. Pero sabes, fue tan hermoso. No pude ver mucho con todos los edificios en medio. Estoy segura que sería más aun impresionante desde la orilla. Aún así, me hizo pensar sobre la dirección de mi vida. O la falta de la misma.

Quiero decir, la vida queda tan delimitada por la carrera que uno escoja. Ni siquiera va de tener trabajo y dinero. Va de identidad. Doctor. Artista. Abogado. Es deprimente, todos nos convertimos en palabras que ni siquiera conjuran una imagen completa de quienes somos. Sólo nos convertimos en estereotipos. Doctores ricos. Artistas hambrientos. Abogados sanguijuelas.

Ayer fotografié un pájaro. No supe por qué en ese momento pero creo que, inconscientemente, tenía celos. Celos de que una criatura supuestamente menor fuera más libre que yo. Pero creo que es lo que hace a los animales más majestuosos. Tienen libertad innata. Los humanos adoramos confinarnos en cajas más y más pequeñas. Y todo lo que podemos hacer es agujeros y esperar que el aire pase a través.

Probablemente no estoy diciendo nada con sentido. Y creo que ahora estoy empezando a sonar como tú. :)

Hoy (una vez me acueste y despierte de nuevo, eso es), iré a un museo. Me gustan pasear, ver todas las pinturas y permitirles llenarme de paz y esperanza para el futuro.

Como tú y tus ocasos. Porque tienes razón, el mundo esa veces muy ruidoso. Tienes que apretar el botón de silencio de vez en cuando.

Tu amiga,

Camila.

Dulce Destino - Camren FanficWhere stories live. Discover now