Capítulo 40

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Hoy era el día, tus padres y hermanos se mudaban de nuevo a España para que allí Ana pudiese continuar con su embarazo. Tú ya tenías claro que te querías quedar aquí, ya que tenías una vida hecha, con amigos y con tu novia. Cuando te mudaste a Nashville no esperabas encontrarte con ningún famoso pero menos todavía convertirte en la novia de Lauren Cimorelli.

Conociste a todos sus hermanos y a sus padres, quienes aceptaron que fueses su novia con la condición de que siempre la cuidaras. Luego más tarde sufristeis un atropello, a través del cual conociste a Bill, un médico que se enamoró de ti. Lauren se puso celosa y le demostró que tú ya tenías novia. Habían pasado muchas cosas más pero la que más te había impactado había sido el embarazo de tu hermana Ana.

El supuesto mejor amigo de Lauren y Dani violó a tu hermana y ahora no se quería hacer cargo del bebé. Cuando tus padres se enteraron, decidieron volver a España pero el día antes de que se fuesen decidiste pasar el día con todos y así pudieses disfrutar de tu último día. Fuisteis a la playa y allí te encontraste a Vitolo, tu mejor amigo, y te confesó que se había enamorado de tu hermana. Le dijiste que fuese a confesárselo y después de ahí fuisteis a tu casa.

Allí les dijiste que no querías irte ya que aquí tenías a todos tus amigos y a tu novia. Tus padres dudaron en un principio pero luego aceptaron, ya que te quedarías en la casa de Vitolo y Carles.

Hoy era el día en el que se iban a España por lo que te habías levantado mucho más temprano de lo normal para desayunar y salir a casa de las chicas de Fifth Harmony. Llegaste a la puerta y tocaste repetidas veces. Ésta se abrió a los pocos segundos mostrando una Lauren con los ojos rojos, no sabías si era porque había estado llorando o es que se acababa de levantar.

— ¿Qué te pasa? —le preguntaste asustada.

— ¿A mí? Es que me acabo de levantar —te respondió restregándose los ojos.

Te reíste ligeramente y la miraste. Iba vestida con un pijama azul oscuro y unas zapatillas de estar por casa. Levantaste la vista, clavándola en sus ojos verdes.

— Despierta a las demás chicas y diles que se den prisa en vestirse, tenemos que ir al aeropuerto —la apuraste.

— De acuerdo, mientras tú ve a despertar a tu novia —te dijo y a continuación te cerró la puerta en la cara.

Volteaste los ojos y te dirigiste corriendo a casa de Lauren. Mientras ibas corriendo viste a lo lejos a Vitolo y a Carles. Torciste ligeramente hacia la izquierda y te dirigiste hacia ellos. Cuando estabas lo suficientemente cerca te diste cuenta de que Vitolo estaba temblando.

— Oye, ¿te encuentras bien? —le preguntaste.

— Estoy muy nervioso, no sé cuándo volveré a ver a Ana —te respondió pasándose una mano por su pelo alborotado.

— Tranquilo, ahora me tengo que ir a avisar a Lauren y Dani porque van a ir al aeropuerto a despedir a mis padres y a mis hermanos.

— Vale.

Volviste a correr hacia la casa de tu novia y cuando llegaste tocaste violentamente el timbre. No tardaron ni dos segundos en abrirte la puerta. Te encontraste a tu novia con unos jeans negros, una camiseta de manga larga y una sudadera. La sonreíste y le diste un beso en los labios.

— Buenos días, princesa —la saludaste después de separarte de sus labios.

— Buenos días, amor.

— ¿Está tu hermana ya preparada? —cuestionaste y Lauren se asustó.

— Pues la verdad todavía no lo sé, sólo he estado pensando en mí misma.

Os quedasteis esperando a que Dani saliese pero tampoco tuvisteis que esperar mucho, ya que aproximadamente a los diez minutos salió. Iba con unos leggins y una chaqueta blanca. La saludaste con un beso en la mejilla y de ahí os encaminasteis hacia el aeropuerto.

Cuando llegasteis allí estaban tus padres y tus hermanos completamente rodeados de maletas. Poco a poco se fue acercando la hora de que se fuesen. Cuando sólo faltaban quince minutos para que su avión despegase se despidieron de vosotros.

— Hija, por favor, ten mucho cuidado —te advirtió tu madre.

— Claro, mamá —te acercaste y la abrazaste.

Te separaste de ella y te ahora habló tu padre.

— Cuídate mucho, te quiero —te habló casi llorando.

— Yo también te quiero, papá —le diste un fuerte abrazo

A continuación te aproximaste hacia tus hermanos.

— No te metas en líos, aunque sin mí no eres nada de traviesa —te molestó tu hermano.

— Tranquilo, no me meteré en líos.

— Te quiero mucho, pequeña —te abrazó con todas sus fuerzas.

— Yo también, grandullón —le devolviste el abrazo.

Ahora sólo te quedaba tu hermana.

— Sé que serás muy feliz aquí, tienes aquí a tu novia y a tus amigos.

— Pero también estáis vosotros, sois muy importantes para mí y ahora más que nunca por tu embarazo.

— Sólo cuídate, eres muy grande, hermanita —con esas palabras te hizo llorar.

— Tú también —la abrazaste y miraste por encima de su hombro—. Me parece a mí que hay otra persona que te espera.

Ella se separó de ti y se giró, encontrándose con Vitolo. Sonrió como una niña pequeña

— Espero que te vaya muy bien en España, mi niña —le dijo Vitolo.

— Y yo espero que nuestra relación dure incluso por la distancia —le respondió Ana.

— Te prometo que cuando vuelvas cuidaré contigo al niño o a la niña —Vitolo agarró las manos de Ana entre las suyas.

— Muchas gracias, Vitolo. Eres el mejor novio que he tenido —acto seguido le besó en los labios.

Tú te alejaste de allí y fuiste hacia donde estaban los demás.

— Lauren, cuida mucho a nuestra hija —le ordenó tu padre.

— Claro que sí, nunca le haría daño.

En los altavoces anunciaron que el vuelo estaba a punto de despegar. Tus padres y hermanos se despidieron por última vez.

— Ahora pasaré a otra etapa, el vivir sola con mis mejores amigos —murmuraste por lo bajo.

Lauren apoyó la cabeza en tu hombro y observasteis como el avión se perdió en la lejanía.

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Hola, aquí está el capítulo 40.

Feliz año nuevo a todos.

Haré una segunda temporada de esta historia dentro de cinco capítulos.

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo.

Votad y comentad si queréis que la siga.

Un beso.

Ainhoa

Juntas Para Siempre (Lauren Cimorelli y tú #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora