Capítulo 21

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Cogiste la mano de Lauren y se la empezaste a acariciar, tu pulgar viajando a sus nudillos. Te tumbaste en en sofá y Lauren se recostó en tus piernas, tú tocaste su cabello, ya que eso la tranquilizaba.

— Vosotras dos, antes de que me de un ataque de diabetes, ¿os gustaría ir a por un helado? —preguntó LaurenJ mientras se levantaba agarrando la mano de Camila en el acto.

— Por mí no hay ningún problema, ¿tú qué dices, cariño?

— De acuerdo —se apartó de tus piernas, se levantó y te tendió una mano.

Te levantaste y agarraste las muletas. Anduvisteis hacia la salida cuando Lisa os detuvo.

— ¡Parad! ¡Me he olvidado el móvil! ¡Oh, Dios mío! —viste como desapareció por la puerta de su casa.

Observaste a Christina y ella se encogió de hombros, intentando no reírse.

— A mi hermana se le habrá caído una neurona o algo, porque esto no es normal —comentó Amy y te reíste.

A los cinco minutos Lisa salió de casa con su querido móvil en la mano. Empezasteis a caminar por las calles, hay algunos que pararon a las chicas para sacarse una foto con cada una de ellas y tú sólo miraste como si fueses una farola plantada en el medio de la calle.

— Por favor, no pongas esa cara —dijo Ally, se puso de puntillas y te agarró las mejillas cariñosamente.

Se te escapó una risita y Ally dejó de agarrarte las mejillas. Viste como Normani se acercó a ti con una mirada que no te gustaba nada.

— Normani, aléjate, no me fío de ti —retrocediste y comenzaste a correr, entre lo que cabía la palabra, al parque más cercano.

Cuando hubiste llegado al parque, intentaste esconderte de ellas, ocultándote tras unos arbustos.

— Ven aquí, que sólo te quiero hacer cosquillas —oíste que dijo.

— No creo que así la encontremos, será mejor dividirnos —propuso Katherine.

— De acuerdo, pero somos impares, yo haré los grupos —oíste decir a Dinah—. Camila, LaurenJ, Lauren, Dani y yo buscaremos por un lado, mientras las demás buscáis por otro —ordenó.

Oíste como pisadas se fueron marchando del lugar. Te escondiste mejor, metiendo todo tu cuerpo entre las ramas. Con una mano hiciste un hueco entre las hojas y observaste a través de éste.

Camila, LaurenJ, Lauren, Dani y Dinah estaban bastante cerca de tu escondrijo. Desviaste tu mirada y viste que, a tu lado, había una piedra. La cogiste y la lanzaste con todas tus fuerzas hacia donde se encontraban las chicas. A los segundos escuchaste un quejido de dolor.

— ¡Auch! ¿Quién me ha lanzado una piedra? —te empezaste a reír descontroladamente, habías dado a Dani en la cabeza.

— No lo sé, ¿estás bien? —preguntó Camila.

— Sí, pero como pille al desgraciado que me ha lanzado una piedra no vivirá para contarlo.

Los ojos verdes de LaurenJ se dirigieron a tu escondite. Instintivamente quitaste la mano y te acurrucaste más ahí.

— Creo que he visto algo ahí, en esos arbustos —dijo señalando a los arbustos donde estabas.

Como sabías que se iban a acercar, te levantaste rápidamente y, como pudiste, empezaste a correr.

— ¡Chicas! ¡Pretende salir del parque! ¡Hay que cogerla, ya! —gritó Dinah.

Corriste tanto como las muletas te permitieron. A los minutos de correr te paraste y, harta, lanzaste las muletas y corriste normal.

Saliste del parque, con todas las chicas y tus hermanos detrás de ti. Seguiste corriendo, mirando hacia atrás, cuando tropezaste y caíste rodando al suelo. Las chicas dejaron de perseguirte y frenaron en seco al verte en el suelo.

— ¿Estás bien? —te preguntó tu novia.

Elevaste la vista y lo que viste te hizo morirte de ternura y amor.

— Oh, Dios mío —balbuceaste observando a ese ser.

Con lo que habías tropezado era con cachorro de husky siberiano, de color blanco y negro, con los ojos azules. Alargaste tus manos y cogiste al cachorro. Él te lamió la mano, juguetón.

— ¡Qué cosita! —exclamaron todos.

— Chicos —dijiste dirigiéndote a tus hermanos—, podemos llevar a este cachorro a casa y quedárnoslo, no creo que a papá ni a mamá les importe.

— Creo que no, vamos entonces —dijo Ana y te ayudó a levantarte.

Te despediste de las chicas, pero como siempre, Lauren decidió acompañarte a casa. Caminasteis, tú con el cachorro entre tus brazos, dejando que lamiese tu mano. Llegasteis y Álvaro abrió la puerta. Os encaminasteis al salón. Allí estaban vuestros padres viendo la televisión.

— Hola, chicos; hola, Lauren —saludó tu madre.

— Hola, mamá, verás... te quería... bueno, os quiero decir una cosa.

— ¿El qué, cariño? —preguntó tu padre.

Al principio dudaste, pero después quitaste tus brazos, dejando al descubierto al perrito. Tus padres sonrieron cuando lo vieron, estaba dormido entre tus brazos y era la cosita más adorable del mundo.

— ¿Dónde te lo has encontrado? —preguntó tu padre.

— En la calle, está abandonado. Y yo... bueno... quiero preguntaros si nos lo podemos quedar.

Tus padres se miraron entre ellos y asintieron con la cabeza.

— Claro, hija, pero los tres os haréis cargo de él —dijo tu madre.

— Así será, mamá —aseguraste.

— No quiero interrumpir, pero yo ya me tengo que ir —murmuró Lauren.

— Claro, deja que te acompañe.

La acompañaste hasta la puerta y te quedaste observándola.

— Nos debes una sesión de cosquillas.

— Lo sé, lo sé, no me lo recuerdes.

Ella rió levemente y te sonrió. Te agachaste y le diste un beso de despedida.

— Hasta mañana, amor.

— Adiós, mi reina —te despediste.

Entraste en casa otra vez y cogiste al cachorro en tus brazos, llevándolo a tu cuarto. Tus hermanos ya estaban acostados, pero no dormidos. Te quitaste la ropa, te pusiste el pijama y te tumbaste en la cama. Ya sabías que nombre le ibas a dar al perrito.

— Buenas noches, Zeus —susurraste y caíste rendida en la cama.

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Hola a todos, aquí está el capítulo 21.

Espero que os guste el capítulo.

Un beso

Ainhoa

Juntas Para Siempre (Lauren Cimorelli y tú #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora