Capítulo 22

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Despertaste al día siguiente con un peso pequeño en tu cuello, te giraste poco a poco y viste que era Zeus, se había quedado dormido en el hueco de tu cuello. Te incorporaste, quitaste con cuidado al cachorro de tu cuello y lo pusiste entre tus brazos. Te levantaste de la cama y bajaste las escaleras despacio. Llegaste al salón y tumbaste a Zeus en un cojín mientras tú ibas a la cocina. Caminaste hacia la cocina y cogiste un cuenco, la leche y unos cereales. Lo cargaste todo y volviste al salón.

Te tumbaste en el sofá y encendiste la televisión. Como no daban nada interesante la apagaste. Sentiste unos pasos en la escaleras y elevaste la mirada hacia ellas. Lorena y Paula bajaban tranquilamente hablando, al verte te saludaron animadamente.

De repente bajaron la mirada al cojín, viendo al bonito cachorro de husky siberiano despierto. Sus ojos azules buscaban los tuyos y tú lo cogiste y lo colocaste en tu regazo.

— ¿Y ese bonito perrito? —preguntó Paula.

— Es un cachorro que he encontrado abandonado —respondiste acunando a Zeus mientras él te lamía la mano cariñosamente.

— ¿En serio? Qué asco de gente —bufó Lorena y se sentó a tu lado.

Alargó la mano y acarició suavemente al pequeño animal. Zeus giró su cabeza y le lamió la palma de la mano. Dejaste al perrito libre y él pasó por tus piernas hacia el regazo de Lorena. Paula, al volver a verlo, se sentó al lado de Lorena.

— Qué cuco —murmuraron mientras acarician a Zeus.

— Oye, oye, compartirlo que es de todos —dijo alguien.

Elevaste la mirada y viste a tus hermanos y a Chema recién levantados. Álvaro tenía el pelo totalmente alborotado y de punta, Ana tenía unos pelos de una loca escapada de un psiquiátrico y Chema tenía el pelo a un lado, absolutamente todo el pelo.

— Ana, ¿te puedo hacer una pregunta?

— Claro, ¿qué quieres, hermanita linda?

— ¿Te has escapado de un psiquiátrico? —preguntaste y escuchaste unas fuertes carcajadas de parte de todos.

— Cuánto amor me tienes —susurró ella pero la escuchaste.

Acto seguido se escuchó el sonido del timbre de la puerta. Caminaste hacia esta última, claramente en pijama. La abriste y viste a tu novia acompañada de Dani, Camila y LaurenJ.

— Buenos días, hermosa —se puso de puntillas y besó tus labios sin pudor alguno.

— Dejaos de cursilerías —dijo LaurenJ con mohín, algo le pasaba a la muchacha—, hemos venido a pasear al perro.

La miraste atónita y sacudiste la cabeza bruscamente.

— Pero si es mío...

— Da igual, necesitas un collar, una correa, comida y una camita para Zeus —especificó Camila.

— Mila, no le hace falta una camita, duerme conmigo.

— Da igual, ¿y cuándo crezca, qué? No se va a quedar pequeño toda la vida —te recordó Dani.

— No me lo recuerdes, Danielle —ronroneaste furiosa.

— ¿Entonces qué, vamos? —preguntó Lauren.

— De acuerdo, pero dejad que me cambie —dijiste y, tan rápido como te permitía tu tobillo, te dirigiste hacia las escaleras.

Llegaste a tu cuarto y te dirigiste al armario, buscando algo apropiado para ponerte. Lo abriste y empezaste a buscar. Sacaste unos vaqueros pitillo rotos a la altura de la rodilla, una camiseta de tirantes con la palabra Vans escrita en la parte delantera y unas zapatillas de deporte.

Volviste a bajar corriendo, agarraste a Zeus y lo cargaste en brazos. Su mirada azul se centró en ti, tú sonreíste contenta con el cachorro. De verdad, no entendías cómo es que la gente abandonaba a los animales en la calle, para algo existían las protectoras de animales. Caminaste hacia una tienda de mascotas y entraste acompañada por LaurenJ.

— Hola, buenos días, ¿qué desean? —preguntó amablemente la dependienta.

— Buenos días, veníamos a buscar un collar y una correa para mi cachorro —dijiste levantando a Zeus.

— Claro, sigan recto y a la izquierda está lo que buscan —señaló detrás de unas estanterías.

Os dirigisteis allí. Cuando llegasteis empezasteis a mirar los collares y las correas. LaurenJ cogió un collar y te lo enseñó. Era un collar azul muy bonito, precioso, que le quedaría muy bien a tu cachorro. Oíste el tintineo de la campanilla de la entrada. Volteaste bruscamente y escuchaste un crujido. Apareció Lauren allí y se te quedó mirando.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó sorprendida.

— Creo que me he roto un poco el cuello —comentaste y LaurenJ hizo una risa ahogada.

— ¿Segura que estás bien, amor? —volvió a preguntar.

— Sí, tranquila.

— ¿A qué has venido aquí? —cuestionó LaurenJ.

— Para ayudaros a buscar.

— Okey, sólo falta la correa —acomodaste más a Zeus en tus brazos.

— Pues os ayudo a buscarla, ¿cómo la quieres, con cadena o las otras?

— Joder, que mal he pensado —murmuró LaurenJ, llevándose una mano a la cabeza.

— Aparte de gobernada, malpensada —dijiste sarcástica y te giraste a Lauren—. De las otras, cariño.

— Ay dios mío, me va a dar diabetes.

— ¡Cállate, Jauregui! —dijisteis al mismo tiempo.

— Okey, okey —susurró y se marchó a buscar la correa.

Cuando hubisteis cogido el collar y la correa salisteis fuera de la tienda y caminasteis hacia la otra tienda. Allí os encontrasteis a tus hermanos, a Dani y a Camila. Entrasteis y cogisteis comida, la camita, el bol para la comida y el agua. Salisteis y caminasteis hacia la casa de las chicas de Fifth Harmony. A Lauren la llamaron y automáticamente te dijo que tenía comida familiar y se marchó con Dani, no sin antes darte un beso.

Caminasteis hacia tu casa y le dijiste a tus padres que te quedabas a comer en casa de las chicas, a lo que ellos no se negaron. Cogiste tus llaves y saliste con tus hermanos. Enfrente vuestra había alguien a quien no querías ver ni en pintura. Pusiste una mueca.

— Oh, no....

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Holaa a todos, aquí está el capítulo 22.

Espero que os guste este capítulo.

Votad y comentad si queréis que la siga.

Un beso

Ainhoa

Juntas Para Siempre (Lauren Cimorelli y tú #1)Where stories live. Discover now