Capítulo 18

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Os fuisteis caminando hasta tu casa. Cuando hubisteis llegado a la puerta, le diste a Ally las llaves, quien las tomó y abrió la puerta, dejándoos a Lauren y a ti pasar primero.

Según entrasteis Paula se asomó desde el marco de la puerta y sonrió ampliamente cuando te vio. Le devolviste la sonrisa y ella corrió hacia ti y te abrazó con todas sus fuerzas. Empezó a sollozar en tu hombro y tú te asustaste, claramente, no era normal ver a Paula llorando si no era algo con mucha importancia.

Escondió su cabeza en tu cuello y te susurró:

— Creí que te iba a perder para siempre.

Lágrimas calientes inundaron tus ojos en pocos segundos, no te gustaba ver sufrir a las personas por tu culpa.

— Tranquila, estoy aquí, contigo —susurraste en su oído.

Paula se apartó de ti y tú le secaste sus lágrimas. Ella te miró y te quitó también las tuyas.

— Te quiero mucho —murmuró.

Pasos se empezaron a escuchar por la casa y en las escaleras estaban Lorena y Chema. Se miraron entre ellos y Lorena caminó hacia ti y se te quedó mirando, incrédula.

— Estás viva...

— De milagro.

Cuando menos te lo esperabas, se abalanzó sobre ti y te abrazó igual de fuerte que Paula. Escuchaste fuertes sollozos de su parte. Sabías que si hubieses muerto, ni ella misma se lo podría haber perdonado.

— Milagro o no, estas viva —apretó más fuerte el agarre en ti.

Se apartó y se secó las lágrimas, aunque seguía llorando, pero de felicidad.

— Tonta, ¿tú sabes el susto qué nos has dado?

Giraste tu cabeza y Chema te sonrió verdaderamente. Se encaminó hacia ti, se arrodilló y tomó tu mano entre las suyas.

— No me lo hubiera perdonado si algo malo te hubiera pasado.

— Sigo estando aquí, a vuestro lado —sonreíste nostálgica, recordando a tus otros amigos de España, que de seguro no sabían qué habías tenido un accidente.

Dejó un casto beso en tu mano y se levantó sonriéndote.

— Sentimos no haber ido al hospital, pero papá y mamá habían vuelto y Álvaro y yo tuvimos que ir a buscarlos al aeropuerto. Además, ellos se ofrecieron a acompañarnos y, aparte, Sergio se tuvo que volver a España por problemas familiares.

Tu cabeza volvió a girar, esta vez hacia las escaleras. Ana y Álvaro bajaban en compañía de tus padres.

— Hija, ¿cómo te sientes? —te preguntó tu padre.

— Con dolor —comentaste.

— Normal, pero pronto estarás como nueva —dijo tu madre

Asentiste con la cabeza y elevaste la mirada, dándote cuenta de que las chicas de Fifth Harmony seguían ahí contigo.

— Chicas, podéis iros ya si queréis, ya habéis hecho suficiente hoy por mí —les dijiste y ellas se negaron.

— Somos tus vecinas de al lado y no nos queremos ir tan pronto, queremos conoceros más a ti y a tu novia —dijo Normani y asentiste con la cabeza.

— ¿Novia? —preguntó tu madre.

Lauren te miró nerviosa y tú la miraste a ella, también con evidente nerviosismo.

— Mamá, verás... —empezaste pero ella te interrumpió.

— Espero que hagas feliz a mi hija, si la llegas a romper el corazón, no sé qué será de ti —le dijo tu madre a Lauren en tono de advertencia y ella asintió con la cabeza asustada.

— Te digo lo mismo que te ha dicho mi mujer, hazla feliz, por favor —rogó tu padre y esta vez Lauren asintió más segura.

— Vamos a mi habitación —dijiste y todos asintieron.

— Espera —dijo Camila—. ¿Cómo vamos a subir?

— Así —oísteis que dijo una voz y todos voltearon hacia atrás, descubriendo a Matty.

— Matty —murmuraste y el moreno se acercó a ti y te dio un beso en la mejilla.

— ¿Qué tal?

— Bueno, bien, ¿y tú?

— Muy bien, ahora vamos a subir —dijo y, junto a Chema, levantaron la silla de ruedas.

Os llevaron hasta tu habitación y les miraste agradecida.

— Gracias por venir, Matt —le agradeciste al muchacho.

— No las des, bonita, pero ya me tengo que ir, nos vemos mañana, guapa —se despidió.

— Adiós, guapo —te despediste y él se marchó escaleras abajo.

Entrasteis a tu habitación y Lauren te condujo a tu cama. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, te bajaste de la silla y te tumbaste en tu cama.

— Echaba de menos mi preciada cama —comentaste y se rieron.

Camila y Lauren se sentaron en el suelo mientras Dinah, Normani y Ally se sentaban en unas sillas. Lauren se sentó a tu lado.

— ¿Quién era ese chico de pelo negro y ojos azules? —te preguntó, celosa, Lauren.

Te empezaste a reír bajito, se te olvidó que Lauren no conocía a Matty.

— Es Matthew, mi otro mejor amigo, chica celosa.

— No estoy celosa —refunfuñó y te reíste.

— Claro, claro.

Las otras cinco chicas se empezaron a reír.

— Y contarnos, ¿cómo os conocisteis? —preguntó Dinah.

— Por los pasillos del instituto —respondiste.

— Caramba, tipo telenovela juvenil —comentó Lauren y te reíste.

— Sí, más o menos.

Os quedasteis hablando toda la tarde hasta que ellas se tuvieron que marchar. Te despediste de ellas y Lauren tampoco tardó mucho en irse.

— Ya me tengo que ir —dijo mirando la hora en su móvil, las 10 p.m.

— Vale —murmuraste y al mirar tu pie gruñiste—. Siento no poder acompañarte.

— No te preocupes, amor —te dio un beso de despedida, al cual correspondiste.

— Hasta mañana —susurraste.

— Adiós, reina —viste como se marchaba.

A los minutos bajaste a cenar y, con ayuda de tus hermanos, volviste a tu cuarto.

Te tumbaste y supiste que esa noche sólo soñarías con ella, con la chica que te robó el corazón.

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Hola, aquí el capítulo 18.

Espero que os guste.

Votad y comentad si queréis que la siga.

Un beso

Ainhoa

Juntas Para Siempre (Lauren Cimorelli y tú #1)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ