Capítulo 26

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Comenzaste a besar su cuello, dejando besos húmedos en su camino. Oíste como soltó un gemido lleno de placer. Le quitaste la camiseta y se te escapó un suspiro.

- Dios mío, tú no te quedas atrás -ronroneaste observándola.

Ella se puso roja y bajó la mirada, tú rápidamente te quitaste de encima suyo.

- ¿Segura? -preguntó y asentiste frenéticamente.

- Claro que estoy segura de que estás muy buena, ¿por? -preguntaste y viste como observaba nada en particular.

- No quiero que te dejes acomplejar por mí -confesó.

- Si quieres lo podemos dejar para otro día -dijiste y ella negó.

- No, estoy preparada y más si es contigo -te dijo y sonreíste inmensamente.

- Entonces sigamos -susurraste volviendo a ponerte a horcajadas sobre ella.

Os quedasteis calladas observando una a la otra. De repente escuchasteis un choque contra la pared y os asustasteis.

- ¿Qué ha sido eso? -murmuró Lauren mirando hacia la pared.

- Las Camren teniendo sexo, son unas salvajes, por poco tiran la pared -soltaste y Lauren se rió.

- ¿Qué te parece si les devolvemos esa? -te miró a los ojos con lujuria oculta.

- Encantada.

La besaste suavemente los labios y enseguida ese beso se convirtió en uno mucho más feroz. Acabaste tumbada sobre Lauren, por lo que ella aprovechó y llevó sus manos a tu espalda para desabrocharte el sujetador. Consiguió quitártelo y lo tiró por algún lado de la habitación.

- Dios mío, amor, me he quedado sin palabras -dijo Lauren mirando tus pechos fijamente.

- Eso no es justo, llevo menos ropa que tú -comentaste y ella se echó a reír.

Como estabas tumbada encima de ella metiste las manos por su espalda, buscando el broche de cierre del sujetador. Lo cogiste y rápidamente lograste quitarlo.

Miraste sus pechos con lujuria y ella gimió cuando sintió tu boca en su pezón.

- ¡Ah! Cariño... -intentó decir algo entre gemidos pero le era imposible.

- ¿Pasa algo? -preguntaste dejando su pecho libre y ella gruñó de frustración.

- No... sigue.

Hiciste caso a sus ordenes y dejaste su pecho y fuiste bajando por su estómago y abdomen, dejando besos húmedos en el camino.

Llegaste a su zona prohibida y levantaste la cabeza. Ella te miró confundida.

- ¿Qué pasa, amor? -te preguntó y te pusiste roja.

- ¿Eres virgen? -ella se sonrojó hasta tal punto que parecía un tomate.

- Claro, ¿por qué?

- Porque no quiero hacerte daño -te sinceraste.

- Tranquila, no me vas a hacer daño.

Quitaste sus pantalones vaqueros y los lanzaste por ahí e hiciste lo mismo con sus bragas. La miraste atentamente.

- ¿Preparada?

- Lo estoy desde que empezaste.

Empezaste suavemente a tocar su clítoris para que se relaje. Ella soltó gemidos roncos y, cuando ya creías que estaba lista, introdujiste un dedo lentamente.

- ¿Lauren?

- Si... sigue por favor -logró decir entre gemidos.

Introdujiste un segundo dedo y esta vez comenzaste a moverlos, haciendo que las paredes de su vagina se cerrasen alrededor de tus dedos. Viste que, como ella no se quejaba, aceleraste el movimiento de tus dedos, haciendo que ella se corriese en 10 minutos.

- Joder, me he quedado increíblemente bien -dijo agotada.

- Oye, señorita -dijiste dando golpes en su hombro-. No me irás a dejar así, ¿verdad?

- Claro que no, tampoco soy tan mala -ronroneó quitando tus vaqueros y tirándolos a lo largo de la habitación.

También te quitó las bragas y las tiró al lado de la cama. Empezó a besar tu cuello y fue bajando hacia tus pechos, metiéndose un pezón tuyo en la boca. Gemiste fuerte debido a la excitación. A los 2 minutos dejó libre tu pecho y siguió bajando llegando a tu centro.

- Te voy a preguntar lo mismo que tú me has preguntado, ¿eres virgen?

- Sí... -respondiste cortada.

- Entonces tendré cuidado de hacerte daño -aseguró.

Empezó a estimular tu clítoris con su dedo pulgar y a continuación te introdujo dos dedos en tu interior con cuidado de no hacerte daño. Un sonido gutural escapó de tus labios y, al cabo de muy poco tiempo, acabaste teniendo un orgasmo. Caíste rendida en la cama y miraste con todo tu amor a Lauren.

- Te amo -susurraste pasando un mechón de pelo por detrás de su oreja

- Y yo, cariño -te dejó un beso en tus labios.

De un momento a otro escuchaste como arañazos en la puerta. Miraste a Lauren confundida y te levantaste. Abriste la puerta y una silueta negra y blanca entró al cuarto. Te giraste y viste que quien había entrado era Zeus. Se te escapó una sonrisa y lo cogiste entre brazos.

Otra vez oísteis un choque contra la pared. Ya te estabas asustando, creías que las que estaban ahí no eran ni LaurenJ ni Camila sino dos osos.

- Creo que en esa habitación no están ni Lauren ni Camila, sino dos osos -le dijiste y ella se rió.

- La verdad es que tienes razón -dijo acomodándose en la almohada.

Tú hiciste lo mismo y dejaste a Zeus a los pies de la cama para que durmiese.

Esa noche soñaste con tu novia.

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Hola, aquí el capítulo 26.

No tengo experiencia en escribir partes hot así que lo siento si no os ha gustado.

Esperó que os haya gustado.

Votad y comentad si queréis que la siga.

Un beso.

Ainhoa

Juntas Para Siempre (Lauren Cimorelli y tú #1)Where stories live. Discover now