—Tienes razón, no me tardo.

El ojiazul contestó de inmediato la llamada, mientras que Kakyoin se dirigía al baño para ponerse algo más 'elegante' a la hora de ir a cenar. Jotaro siempre lograba sorprenderlo de alguna manera, y algo en él le decía que esa noche sería especial.

Luego de tomar una ducha corta, vestirse y perfumarse adecuadamente, salió del baño para informarle a Jotaro que estaba listo... sin embargo al entrar a la habitación notó algo extraño en él.
Estaba sentado en el borde de la cama, observando la nada misma con la mirada perdida, tanto que ni se percató cuando Kakyoin se acercaba a ver que sucedía.

—¿Estás bien?— preguntó desconcertado y preocupado el pelirrojo, algo en la llamada que acababa de recibir Jotaro debió andar mal para que estuviera así de silencioso. En un primer momento no obtuvo respuesta, así que insistió —¿Jojo?

—Kakyoin...— Jotaro de pronto levantó la vista del suelo y la clavó en los ojos de Kakyoin. —ellos...

—¿Ellos?— comenzaba a desesperarse al no obtener respuestas concretas, se imaginó lo peor.

—Me ofrecieron un empleo excelente... mi investigación les gustó tanto que quieren que trabaje con ellos de ahora en adelante— dijo Jotaro sin mostrar emoción alguna, algo que no entendía Kakyoin.

—¡ESO ES FANTÁSTICO!— inmediatamente se abalanzó a abrazar al ojiazul, quien parecía no haber entendido que lo que le estaba pasando era algo sumamente bueno —te felicito, de veras— dijo dulcemente y acto seguido besó sus labios.

—No es fantástico... para nada— comentó el mayor, suspirando como si acabara de recibir la peor noticia del mundo.

—Jotaro... ¿qué es lo que pasa?— estaba desconcertado —no te entiendo, acabas de recibir una oferta de trabajo increíble por lo que me estás contando, ¿por qué estás así de desanimado?

Un silencio invadió la habitación por unos segundos que parecieron años para Kakyoin. Realmente no entendía que le pasaba a Jotaro, cualquiera en su lugar estaría celebrando ahora mismo tan suculenta oferta de trabajo.

—Porque es un contrato por un año... en Australia. Tengo que irme de Japón a realizar investigaciones en Sydney...

Al escuchar eso último Kakyoin sintió como si le partieran el alma en dos. Aquello solo significaba que Jotaro tendría que irse nuevamente, pero esta vez por mucho más tiempo, y conociendo lo dedicado que era con lo que le apasionaba, no le extrañaría que quisieran dejarlo por mucho más que un año en Australia.
No quería que Jotaro se fuera otra vez, ya fue difícil estar lejos de él por 3 meses, ¿cómo aguantaría UN AÑO sin el amor de su vida? desde luego podrían visitarse, pero no era lo mismo. Además, el estaba recién comenzando a trabajar, no podía darse el lujo de viajar todos los fines de semana a Sydney a ver a Jotaro sin que ello lo perjudicara directamente en sus labores como abogado, ello sumado al hecho de que era probable que los primeros meses Jotaro apenas tuviese tiempo de descansar, pues sabía que lo que le esperaba era difícil y tampoco iba a retrasarlo en sus investigaciones.

Le destruía el alma pensar en tener que dejarlo ir, pero a la vez estaba tan orgulloso de él. Todo su arduo esfuerzo en la universidad y sus posteriores investigaciones en el extranjero estaban dando frutos, y aquella oportunidad quizá no se le volvería a presentar otra vez. Sería muy egoísta de su parte pedirle que se quedara a su lado, renunciando a su más grande sueño.

Kakyoin sabía que por él, Jotaro sería capaz de dejarlo todo y simplemente no irse a Sydney, pero no sería justo. Ni para él ni para Jotaro.

—Y... ¿qué les dijiste?— preguntó Kakyoin, temeroso de que hubiera rechazado aquella oferta solo por no querer dejarlo.

—Que no lo sabía...— suspiró y miró al menor a los ojos —no quiero dejarte aquí...

Jotaro estaba sumamente confundido, pues por una parte aquel trabajo era el sueño de su vida, lo que siempre había deseado hacer, sumado al hecho de que los investigadores con los que trabajaría eran excelentes personas y lo estimaban mucho. Tendría un grato ambiente laboral, conocería un país nuevo, investigaría muchas especies desconocidas para él y probablemente se enamoraría de Sydney.

Pero... ¿y Kakyoin?

La sola idea de dejarlo por un año completo (y quizá más) le rompía el corazón. Era el amor de su vida, no quería perderlo nuevamente como ocurrió en el pasado... no lo soportaría.

En varias ocasiones le planteó al pelirrojo la idea de que no trabajara, que él podía mantener la casa y cubrir todos los gastos, pero Kakyoin jamás aceptó. Le gustaba mucho su carrera, y ahora que estaba recién empezando a ejercer no podía ser tan egoísta y pedirle que se fuera a vivir con el a Sydney. Cabe señalar que tampoco es como que, de aceptarlo, pudiera encontrar un trabajo allá. Las leyes son distintas en cada parte del mundo, y mudarse a otro país implicaría tener que volver a estudiar otros 4-5 años para obtener un nuevo título, no sería justo para él.

Realmente no sabía que hacer.


(...)

Tras largos minutos más de silencio, Kakyoin tomó una decisión. No era lo que quería, de ninguna manera, pero si lo que consideraba más correcto para los dos.

—Toma— dijo al tiempo que sacaba su celular y se lo entregaba a Jotaro. —llama a esos investigadores y diles que irás a trabajar con ellos a Sydney.

El mayor observó perplejo a Kakyoin, aunque no sabía realmente por qué. No era una respuesta que no se esperara de él, no en vano llevaban tanto tiempo juntos... Kakyoin siempre querría lo mejor para él, aunque eso le costara su felicidad.

Jotaro no pudo más que abrazar fuertemente a Kakyoin, sin decir una palabra. Muy en el fondo de su corazón, deseaba que el menor aceptara que se fuera a Sydney sin ponerle algún reproche, le sería difícil de aceptar si no era así. Aunque sonara egoísta, también quería realizar su más grande sueño, era una disyuntiva enorme.

Esa noche no había resultado de ninguna forma como Jotaro la había planeado.

Now I know what love is (JJBA)Kde žijí příběhy. Začni objevovat