Supongamos que te echo de menos

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"¡Pero que terrible esa comunicación!" dirán los que desconocen. 

Pero ella era así, cifrando sus sentimientos por si él toma tiempo de jugar a descubrirlos. Por si sólo él puede dedicarle un poco de su tiempo...

Y otra vez, perdón, por la brusquedad de las palabras, por el poco entendimiento, porque ella lo necesita y no sabe que hacer al respecto. ¿Lo sabrá él? ¿Qué solución se prestaría para lidiar con el tiempo compartido ausente? 

No podría pedir más, porque no puede haber más. Porque los sábados solo tienen 12 horas para verse; los días intermedios serán para las conversaciones interrumpidas entre obligaciones importantes. ¿Entonces qué?¿Cuánto necesita ella para decirle lo que piensa? 

Para decirte, que te busca. Que te necesita para alzar el vuelo, una vez más, que le saques una sonrisa con ocurrencias inexplicables, inesperadas. Ella quiere que él sea así, libre, con ella. 

"Porque él tiene esa capacidad de ser despreocupado, de ser feliz fácilmente, de hacerme feliz fácilmente." 

Porque él, eres tú. 

Y te extraño. 

No necesito perderte para saber valorarte. No necesitas irte para que te extrañe.

No necesitamos alejarnos.

No quiero que te acostumbres a mí y mis manías tan horrorosas de no demostrar, ni tampoco a que sea fría. Quiero que me desafíes, que me quieras a pesar de todo.

No sé que más hacer, si esto se considera un esfuerzo por querer hablar de lo que siento ahora que la vida me quita de ti, después de haberte tenido tanto. 

¿Qué hacer? 

No sé si no soy creativa o espontánea, o romántica o detallista. No sé si debía decírtelo así, pero no sé que hacer si yaces dormido y no estoy en tus sueños.

No soy yo ni lo he sido estos últimos días, porque mis amigos no son mis amigos, porque la única persona que me entendía cuando todo se tornaba borroso estaba ahí y ahora está lejos, estando tan cerca.

No sé. Se agota el tiempo. ¡Quiero hacer algo al respecto!

No sé si realmente entiendas lo que trato de decir. Pero entre todo esto entiende lo que estoy haciendo a través de esta presunta carta. Entiende que no es fácil para mi pasar por esto, no sé si lo es para ti. La maldita incertidumbre me abruma, me hace desesperar. ¿Qué es de ti? 

No es lo correcto, lo sé. Decirlo así... pero así puedo hacerlo. 

Perdón si no soy suficiente para ti"

Supongo que no la entendiste luego, cuando la leíste y me llamaste abatido que vaya a verte en el almuerzo. Quedamos en una cita a medias que nos ingreso en el círculo vicioso del "ya no puede ser" y no podía decir al respecto que aquella carta sería la última, al igual que mis intentos.

Mira, también creo que te olvido, que solo recuerdo los momentos felices y tu sonrisa lúcida. También tenías esa mirada amorosa cuando reíamos y me llenabas de pequeños detalles con tu carisma. Tus cabellos solían despeinarse en cada despedida y habían esos cafés por la noche antes de existir entre secretos.

¿Volveré a saber alguno de ellos?

Supongamos que podemos ser amigos... Me has gustado tanto, te he querido. Nunca he sentido esa zona de confort con nadie como contigo y es que podíamos ser estables y también eramos amigos.

Sinceramente extraño el que estés cuando te necesito, ahora es ver el abismo desde el borde sin sostenerme en tu cintura y puedo caer eternamente al soltarme de tus besos, luego solo sentiría ese vacío de apoyarme en tu hombro y ese rodeo en abrazos que la sociedad decía presumida de aislarnos.

Supongamos que ahora somos extraños, que hablamos todos los días y no es lo mismo. Que no eres quien me permitiste conocer y entonces me quedo con la duda en los actos. ¿Qué hago? Fingir que sé quererte ahora. Pero no finjo, te quiero. Pero esa es mi verdad cuando la realidad es otra donde tú esencia se ha perdido y no te encuentro.

Supongamos que no estás, que no te escribo esto a la distancia, que no es como que estamos mal o bien y solo estamos. 

A la final, dirías subjetivo y yo terminaría diciendo algo concreto como en esa noche o aquella madrugada, la última hace tres semanas que nos vimos. ¿Estamos?

Supongamos que lees esto, que entiendes, que puedes decir que es lo mismo, que estamos como deberíamos y que los besos aun saben a miel y las miradas a poesía. Ya no es psicología inversa ni tampoco cuestión de entendimiento porque ahora que no me entiendes es que me figuras cerca.

A tu lado ya no espera el tiempo transcurrido ahora solo sigue, mientras tu te quedas observando si puedes seguir ocupado en tu vida y dejarme en medio del tranvía.

Y luego, supongamos que te echo de menos. Que ahora te vi y supe encontrarme, que estas ahí cuando te necesito y que no es el olvido lo predominante. Si es así, ¿Volverías?

Solo supongamos, por un instante, que aún somos felices y que no es quererte mi zona de confort, que no es el silencio de tu ausencia lo que me despierta por las noches.

Diría que si miento y te escribo o me voy y te olvido, a la final...nos da lo mismo. 

Solo me queda suponer que nos sobran las mitades y que ahora lees un libro en vez de vivirlo, que nuestra historia se puede repetir si no la recordamos como se debe y que luego, en cambio, podríamos coincidir en conocernos nuevamente.

No podría pedirte menos que si realmente es desistir lo que te echo de menos, me dejes como aquella persona que supe ser al estar contigo y no me expliques este constante fallido intento de ser lo que miro en los recuerdos, porque allí contigo me había perdido y ahora sin ti tampoco me encuentro.

La Presunta Posibilidad de ConocernosWhere stories live. Discover now