Capítulo 39

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Sentí mis párpados temblar en agonía, mi sufrimiento era interno, me sentía débil, tanto como para no abrir los ojos si quiera. Me desesperaba encontrarme tan inútil y se me hizo duro no poder dar signos de vida.

- La paciente presenta una hipoxia circulatoria debido a la falta de oxígeno en la sangre causado por un fallo de la bomba circulatoria del corazón. -Escuché a lo lejos. Supuse que algún médico estaría dando mi diagnóstico. -Le hemos hecho cinco transfusiones de sangre y por ahora se encuentra estable. - Escuché un suspiro.

-Doctor, tan sólo le sangró la nariz. No me explico...-  se oyó un sollozo casi imperceptible. -¿Cómo le ha podido pasar algo así?.

-Le seré sincero, a veces el cuerpo reacciona a enfermedades graves con síntomas muy pequeños a los que solemos restar importancia. Esperemos a que despierte, ¿sí?. -explicó el doctor.

Quería llorar. Quería romper la telilla que envolvía mis ojos y dar a entender que estaba bien. Que no había coma, que me encontraba lúcida.

Tras varios días haciendo el intento de que alguien oyera mis adentros y de oír cómo me encontraba acompañada de gente que no conocía por fin mis esfuerzos dieron fruto. Conseguí mover la mano que alguien me tenia agarrada.

-¡Doctor!¡Doctor! -llamó esa misma voz del otro día.

-¿Qué ocurre?

-Mi mujer ha despertado, ha movido la mano. ¡Lo juro!. -replicó.

No entendí, o mejor dicho, no quise entender esas palabras. ''Su mujer'', yo no estaba casada, me costaba recordar pero la Sara que yo recuerdo no se habría casado tan joven.

-Joven, la chica puede dar señales de vida pero eso no quiere decir que halla despertado. -explicó mas calmado.

-Yo la vi, doctor. No me trate por estúpido. -respondió éste sin contemplaciones en un tono frío que me ahogó.

-Sólo le digo que si da señales de vida puede estar a punto de despertar, pero después de dos semanas, no espere una completa lucidez. -dijo educadamente. Noté como salió y mi mente empezó a quebrarse otra vez, y me sumí en el más oscuros de los silencios.

-[…] y yo no sé qué hacer pequeña -comenzó a despertar mi mente y me concentre en no volver a dormirme - los médicos dicen que tal vez no te pongas bien, dicen que alomejor no nos recuerdas, que tal vez te quedes paralítica. No sabes la angustia que tengo de pensar ni siquiera en que podría perderte. Y he de confesarte algo, y es que sé que siempre he sido un egoísta y te he hecho mucho daño, siento que tal vez nunca tengas el valor de perdonarme por que tras todo lo que te hice, entiendo que te sea casi imposible. ¿Recuerdas nuestra primera vez?,... -rió, y yo para mis adentros reí. - Ninguno éramos inexpertos en el tema pero las piernas me temblaban como flanes debido a mi nerviosismo. Nunca olvidaré tus mejillas sonrosadas ni la primera vez que te vi en El Liebre. Para mí[…]- ¡No!¡No!, otra vez no. ¡Quiero recordar esos momentos por que aún no le pongo cara a mi marido!¡Ya reconozco que estoy con alguien pero tengo que ponerle cara!. Y otra vez condenada al maldito silencio.

No sé cuantos días llevo en silencio, pero se me está haciendo una eternidad. Intento abrir mis ojos con todas mis fuerzas y es imposible, como si estuviesen cosidos, igual. Al rato de estar despierta pero aun incapaz de dar señales oí como se abría la puerta. Notaba los movimientos de alguien, pero no hablaba. No decía nada. Me quedé atenta.

Noté como me cogían la mano, pero esta vez me sentí extraña,  no parecía una mano adulta.

-¿Quieres ver a mamá? - preguntó mi pareja.

-Shi -se oyó una voz de niño que hizo que se me pusieran los bellos de punta. Mi corazón se aceleró hasta el punto que me sentí mal. -Oye papi, ¿Cuándo va a despertar mami?.

-No sé Yerai, pronto. -Yerai, Yerai, Yerai... su nombre hacía palpitar cada uno de mis sentidos. Una máquina comenzó a pitar y mis ojos al fin se abrieron.

Me sentí inmóvil, estaba llorando mirando a mi hijo y me vinieron todos y cada uno de sus recuerdos como si de una película se tratase. Lloré y conseguí alzar las manos para cogerlo. Salvi se echó a llorar al verme reaccionar por primera vez en mucho tiempo y Yerai estaba gritando ¡Por fin mami está bien!. Lo atraje hacia mi pecho y sollocé tantas veces como mis pulmones me permitieron. Mi pequeño no paraba de reír y su agarre se hacía más y más fuerte. Sentí un gran alivio al volver en mí y no solté al pequeño mientras me dejaron.

Más tarde el médico de nuestra compañía de seguros de España, me dijo que a causa del estrés había sufrido un fallo renal debido a la hemorragia y que tenía que cuidar mi corazón y mi ritmo de vida. Nos comentó que tenía que volver a España y dejó que pasara mi familia y la de Salvi.

Tras conversaciones y conversaciones me alegré de que todos estuvieran allí por mí, y que hubieran arreglado todos sus diferencias. Todos vinieron, menos mi madre y mi padre. En aquel entonces me di cuenta de que había madres, y madrecillas; padres, y padrecillos. Que no siempre el dar a luz te hace ser madre y abarcar todo lo que conlleva la maternidad, al igual que no todo marido que pone su semilla afronta sus obligaciones por paternidad. Que familia solo hay una, y esa es la que nosotros creamos, por que el lazo que une a una madre a su hijo, es el único lazo que podrás evitar que se rompa.

[Fin]

Valió la penaWhere stories live. Discover now