Capítulo 15.

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Al día siguiente no pude evitar plasmar cofusión ante lo que me dijo Tonia, de una casa nueva en vista por parte de Nene. Estábamos desayunando en la cocina y por un momento nos quedamos a solas.

-¿Oye, cariño, qué es eso de que tienes en vista una casa en el pueblo? -pregunté sin querer mostrar expresión alguna.

-Por lo que veo ya te han chivado los pajaritos...- hizo una ligera pausa. -era una sorpresa, aún no es definitivo. ¿Quieres que sea una sorpresa o quieres verla ya?.

La diosa que llevo dentro gritaba montada encima de un unicornio.

¡Era cierto!

Salté de mi asiento con una sonrisa boba en la cara y me lo comí a besos sonoros.

-Entonces es cierto, -dije con una enorme sonrisa -está bien, que sea una sorpresa.

-Está bien preciosa. Te quiero- señaló con ternura.

En ese momento me puse a plasmar mis planes para su cumpleaños. Cómo él me daba todo el dinero cuando acababa de trabajar para que yo lo manejara, tenía todas las cartas en la mano. Eso me facilitaba las cosas.

Todo esto iba a ser realmente un show.

****

Al día siguiente escuché cómo tocaban la puerta de la habitación, pedí un minuto y dije que en un momento saldría, y me vestí corriendo para abrir la puerta.

Vi que no había nadie, así que me supuse que, quien guera que fuese, estaría en la cocina o algo por el estilo. Así que me dirigí hacia allí, subiendo los cuatro peldaños que separaban el patio de la cocina.

-Querida, esta es Rachel. Es la mujer de mi hijo mayor. -dijo mi suegra cuando me vio aparecer.

-Hola, Rachel, soy Sara, la novia de Salvi. Aunque imagino que ya habrás oído hablar de mi.- espeté con seguridad.

Me fijé bien en ella. Era más alta que yo, tenía el pelo corto, al estilo Rihanna, pero recto, sin flequillo y de un tono cobrizo. Llevaba un vestido de verano de palabra de honor y de tela fina, cual le quedaba bien. Llevaba unas piernas de un tono más blanco que bronceado y portaba unas sandalias a juego con el vestido.

A su lado había un niño pequeño, tendría unos tres años o así, era moreno de pelo corto, tenía los ojos grandes, verdes y con unas pestañas que envidié. Era todo una ricura.

-Hola Sara, éste es Sean, mi hijo.- se presentó con simpatía.

-¡Qué ricura!, encantada Rachel. -dije alargando mi mano para estrecharla. -¿Qué edad tiene el pequeñín?.

- Te. -espetó el niño con su lenguaje verbal no practicado.

-¡¿Tres?!, que mayor eres, ya mismo eres igual de grande que yo. -bromeé.

Éste asintió con energía y me tendió la mano para que le diera la mia.

-¿Donde me llevas, pequeño principito?. -cuestioné al pequeño sin esperar respuesta.

- Ton mi fuguetes.- dijo éste con seguridad.

Emití una pequeña carcajada, realmente me encantaban los niños, cuanto más pequeños, más me gustaban.

Efectivamente aparecimos en una habitación, la que supuse que era de los tres hermanos cuando eran pequeños, ya que había una cama pequeña y una litera con dos camas más. Las paredes eran de color azul cian y además de un armario grande, un ventanal casi del mismo tamaño, y un escritorio con muchos cajones, me llamó la atención las paredes. Éstas estaban decoradas con premios, orlas del colegio de los tres hermanos y me decanté en mirar toda y cada una de ellas. Solté una risilla cuando vi a Salvador tan pequeño, tan inocente, aunque las apariencias engañan, ya que me habló de que era un trasto.

- Mia tita Sara que chuo, ete e mi pamión y mi iciqueta.- escuchar sus enérgicas palabras me hizo despertar de mis pensamientos.

Traducción: Mira tita Sara que chulo, este es mi camión y mi bicicleta.

Reí. Los niños eran mi punto débil.

-¿Yo soy tu tita? -pregunté bromeando.

-Taro, zi tu e la ovia de tito Savi tu tonce re mi tita Sara.- dijo divertido reflexionando.

Traducción: Si tú eres la novia de tito Salvi, entonces eres mi tita Sara.

Me quedé jugando con el pequeño, me daba vida ver que se divertía jugando conmigo.

Más tarde me uní a mi suegra y, a mi ahora oficial cuñada Rachel y tomamos té de hierbas, cual estaba delicioso. Tanto el día como la tarde se pasó volando, pero no podía dejar de echar de menos a Salvi, quien se encontraba trabajando en una obra cercana, en la que estaba haciendo una casa en un sótano, adaptada para minusválidos.

Como si del rey de Roma se tratase, éste abrio la puerta de la cocina.

-Hola pequeña familia.- saludó a todos. -Hola flaquita. -se dirigió hacia mi dándome un casto beso en los labios.

- Hola gordo, ¿cómo vas?. -cuestioné.

- El peor castigo de mi vida es pasarme tantas horas sin ti a mi lado. -susurró en mi oído.

- Ahora tenemos toda una vida, gordi.- respondí.

- Toda una vida juntos. Te amo.

Bueno chiquis, aquí andamos, éste es un poco corto, pero tras este pasamos a la acción. Preparaos por que vienen muchas cositas.

Disfruten hermosuras.

S.Ross

Valió la penaWhere stories live. Discover now