Capítulo 17.

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Le abrí la puerta del baño y por un momento se quedó en shock.

-Estás preciosa... -pausó su habla- todo lo que pueda decirte es poco para lo que estoy viendo.

-No sé de qué hablas. -contesté tiernamente- me has engañado, no llevas el pañuelo. Póntelo. -ordené suavemente.

-Claro, lo haré. Pero antes he de responderte a algo. -¿responderme a qué? pensé- Yo también te amo. -respondió al fin.

El espejo.

Recordé.

Le acerqué el pañuelo a sus ojos y éste se agachó para ponerse a mi altura. Le dí la vuelta para poder amarrar mejor el pañuelo a sus ojos. Éste se quedó quieto y sumiso, confiando en lo que yo hacía.

Lo llevé agarrado de la mano hacia la terraza, donde se encontraba la viva escena de La dama y el vagabundo. Le pedí que mantuviera el pañuelo en sus ojos y que ya volvía.

Fui a la cocina y serví la pasta en la valiosa vajilla porcelánica y llené dos copas de vino blanco. Le quité el pañuelo y se quedó atónito. Casi me emocioné yo más que él tan sólo por la cara que estaba poniendo.

-De veras no tenías que haberte molestado. -dijo entrecortadamente.

- Es solo un detalle. -dije intentando quitarle importancia. Yo ya había notado que, aunque tuviera familia cercana y se llevara bien, le hacía falta calor y cariño. No dudé en jurarme a mí misma que lo haría feliz a cualquier precio. Cierto era que no tenía dinero, pero esperaba que con la mejor intención, tuviera un cumpleaños inolvidable.

-Huele exquisito. -espetó cuando enrrollaba los primeros spaguettis- y está delicioso. - exclamó con asombro cuando saboreó con su boca el primer bocado.

-Gracias. Es todo un honor cocinar para ti. De algo me tuvo que servir cocinar desde los nueve años. -dije indiferente pero con una pequeña sonrisa.

-Gracias a ti, cariño. Esto es espectacular. - respondió- ¿hay muchas sorpresas? -prosiguió.

-Sólo un par de detalles más, así que prepara tus mejores fuerzas. -dije divertida.

Acabamos la sabrosa cena y serví el café en un par de tazas de diseño -cortesía de mi suegra- y nos fumamos un cigarrillo viendo como amainaba el día y aparecía la noche. Comenzaron a vislumbrarse las estrellas y me paré a pensar que éste era uno de mis sueños: ver el atardecer y las estrellas con alguien que verdaderamente me quiera.

Cumplido.

Y sin estrella fugaz.

Simplemente se cumplió.

Tras una larga charla le dije que se levantara para taparle los ojos, esta vez con mis manos y lo guié hasta la habitación. Me estremecí al notar el contacto piel con piel, sentía un frenesí de sensaciones cúpidas y apasionantes. Ese vuelco de mi estómago volvió, y me reconocí a mí misma que las mariposonas me estaban jugando una mala pasada. Pero nada que pudiera evitar que continuara.

-¿Listo? -pregunté ansiosa.

-Sí, venga. -dijo impaciente.

Abrí la puerta y cerré los ojos, temía por si pensaba que fuera a ser demasiado cursi o una estupidez. Se quedó en silencio y comencé a ponerme nerviosa. Para mi sorpresa hizo algo que no esperé: fijó sus ojos verde aceituna en los míos y me agarró de la cintura para atraerme hacia él y darme un beso de película, literalmente. Fue un beso lento, pero con fuerza, como si sólo fuéramos nosotros dos contra el mundo, como si todo se acabara pero nosotros siguiéramos en pie.

-Eres lo mejor que me ha pasa -no pudo continuar, ya que silencié sus labios con mi dedo y lo alenté a abrir la caja.

Primeramente cogió la foto, sus ojos ahora brillosos seguían buscando ansiosos. Agarró algunos caramelos del fondo y emitió una carcajada. Por último, cogió la carta y comenzó a leerla muy serio.

-Voy por agua cariño, estoy seca. -me excusé. Cosa a la que ni respondió, estaba tan concentrado que me asustó.

Volví justo al minuto y vi cómo estaba acabando de leer la carta, emocionado. Ví que su tez brillaba por la parte de los pómulos. ¿Se había echado a llorar? ¡Oh no, qué tierno!.

Me acerqué a él y lo abracé nada más soltar el papel. Él desbordó sus lágrimas en mis hombros desnudos y quedó abarrotado. Yo sólo sabía decirle que lo sentía y que no era mi intención hacerle daño, que yo quería verlo feliz. Él cerró su llanto y me miró fijamente.

-No lloro por mal, lloro de felicidad. -respondió con una sonrisa totalmente natural.

Iba a decir algo pero éste comenzó a besarme y acariciarme todo el cuerpo, sacando a relucir que tenía ganas de mí. Comenzó a recorrer la cremallera trasera del tan elegante vestido y los besos se volvieron intensos, abarrotados, fascinantes. Nos dejamos llevar bajo la tenue luz de las velas, despejando los detalles de la cama, pero dejando los pétalos para mantener la calidez. Me desnudó, y me quedé expuesta en todo mi ser. Le comencé a desnudar de manera sensual, lentamente, acariciando las partes que hacía que se estremeciera y encorvara su espalda dando paso a ligeroz gemidos.

Acabamos en un éxtasis único, uno encima del otro y expresando el amor con palabras cariñosas. Por un momento se quedó serio, y miré hacia dónde él prestaba atención.

-¿Y esas maletas, mi amor?¿te marchas? -me preguntó confuso y desorientado. No supe cómo pudo pensar que me iba a ir sin él. A veces le daban esos chispazos, por el miedo a perderme.

-¿Confías en mí? -le cuestioné con una ligera mueca.

-Definitivamente. Sí. -aseguró con templanza.

- Pues mañana lo verás. No hay más que hablar. -dije jugueando con sus mechones rebeldes. Eran suaves, me enloquecían como todo su ser.

Pleno.

Mío.

Pasamos la noche hablando de todos los temas posibles, e hicimos el amor, una y otra vez, entre palabras. Me encontraba extasiada y emocionada, estaba cansada pero mereció la pena aguantar mis ojos para ver los suyos. Ya a las cinco y media de la madrugada le dije que había que descansar. Él se negó, quería amanecer despierto. Yo por mi parte insistí, lo rechacé y lo ignoré hasta que se quedó dormido. Me dolió hacerlo aunque lo hicimos entre risas, pero teníamos que descansar, en tres horas nos levantaríamos y nos esperaban tres horas de viaje.

Sin duda alguna, uno de los mejores días de mi vida.

Y junto a él me esperan muchos más, sólo si él quiere.

Bueno, aquí traigo este cap, esto es sólo un día de los tres que hay!. Iré subiendo pronto, no os martirizaré mucho. No os entretengo.

Gracias por votar, espero que la disfruten.

Osos amorosos.

S.Ross.

Valió la penaWhere stories live. Discover now