Capítulo 25.

15 2 0
                                    

La emoción me hacía saltar por las nubes, todo giraba alrededor de la criatura a la cual esperábamos con gran entusiasmo. No quería precipitarme y volverme loca comprando cosas, tenía nueve meses por delante y, sobre todo en el primer trimestre había más riesgo de aborto espontáneo. Me encontraba en mi segundo mes, vivíamos bien, la convivencia se soportaba, aunque cada vez se me hacía más difícil. "Hormonas...", pensé. Yo no era la típica que ponía todo y a todos pringados de vómito a cada hora del día, yo simplemente me quedaba dormida encima de una teja. Sólo quería dormir mucho y llegar a la semana dieciséis para empezar a notar las primeras pataditas.

Últimamente sentía un escozor muy intenso en mis partes íntimas, y por miedo a que fuera algo grave decidí acudir a urgencias. Salvi me llevó, pero casi de morros por lo que tendría que esperar. Por suerte por ser embarazada llegué a la consulta de rapidez, y me tocó un médico.

Recálquese la palabra médico.

Ginecólogo.

Varón.

Los bellos se me erizaron al ver que era un hombre y, para colmar mi humillación, joven. Salvi entró conmigo y se sentó a mi lado.

-¿Qué le ocurre? -me cuestionó el doctor.

-Pues mire... -sopesé avergonzada -estoy embarazada de diez semanas y resulta que noto un escozor enorme en mi zona íntima. -mi cara era un poema.

-Bueno, entre en ese baño, desnúdese de cintura para abajo y póngase esa gasa de ahí. Vamos a ver que pasa -dijo como si fuera lo más normal del mundo. Claro que lo era, pero para él, no para mí. Me sabía mal mostrar mi vagina así como así. Cogí a la enfermera por banda y le pregunté si era posible que me reconociese una mujer, a lo que ésta negó cariñosamente dedicándole alabanzas al médico.

Fui al potro, a esa jodida camilla donde te abren las piernas hasta que parece que la ingle se te va a salir en cualquier momento.

-Te va a doler, así que procura relajarte. -dijo tranquilamente.

Pero claro, yo me puse más nerviosa aun y más cuando el padre de mi criatura estaba tras una cortina escuchando cómo un médico magreaba mis adentros con un artefacto de plástico.

Auch.

Grité para mis adentros.

-Ya está. No te preocupes que no es nada grave. Es candidiasis vaginal, se coge mucho por la pesadez del flujo hormonal en el embarazo. Es debido al exceso de humedad. Te voy a mandar unos óvulos que puedes ponerte cuando veas que te sale. -sopesó con cara serena.

-Gracias. Bueno, disculpa si vine para nada entonces. Es decir... no era tan urgente entonces pero como aún no me hicieron la primera ecografía me asusté. ¿Eso no se le pega al bebé, no? -cuestioné.

-Quédate tumbada, no me puedo creer que aun no te la hallan hecho. La mayoría se enteran cuando vienen aquí por urgencias y se las hacemos dándoles la noticia. -pausó -Y... tranquila que no se pega para nada. -por dentro me moría de emoción, quería gritarle a Salvi que entrara.

-¿Puede pasar mi pareja? -cuestioné rogándole con la mirada.

-No debería... -suspiró -pero haré una excepción. Yo no debería hacerte esta ecografía y no debe constar, sólo te dejaré una foto y vamos a medirlo haber qué grande es.

-Nene, entra. -dije con emoción. Éste apareció tras la cortina y el doctor nos llamó la atención.

-Aquí está.

Lloré.

No pude evitar ignorar todo mi alrededor y centrarme en esa criatura. Tan pequeña, aun sin acabar de formarse, tan vulnerable.
-Ahora mide unos cinco centímetros de largo. -prosiguió.

-Se ve tan pequeño... -lamenté.

-Los más pequeños son los más fuertes. Además, está muy bien protegido con tanto líquido y una gruesa placenta. No te preocupes. -me dijo la enfermera agarrándome la mano.

Un escalofrío me recorrió y miré al futuro padre de mis hijos. Las lágrimas se me cortaron, mi cara se congeló y mi emoción se fue a la misma mierda, cuando vi que, en vez de emocionarse por ver a su hijo por primera vez, estaba mirándome como si me fuera a asesinar.

Miraba al médico, luego a mí y luego a la mano del médico, que agarraba el aparato justo encima de mi pubis, donde se encontraba la criatura.

Y ya sí.

Me levanté de mala gana, le di las gracias al doctor y salí casi sola por la puerta. Me fui al baño y lloré el océano pacífico mientras miraba la ecografía. Salí armándome de coraje y vi que estaba esperándome en la puerta.

-¿Qué quieres, joder? -le pregunté sin mirarlo llegando al coche.

-Si no hubieras venido no tendría que haberte metido mano. -dijo tranquilo haciéndose la víctima. -¿Te ha gustado?.

-Pues claro que me ha gustado ver a mi hijo, y claro que tenía que venir. ¿Si eso se le pegaba al bebé qué pasaba?¿me jodía o qué? -cuestioné furiosa.

-Digo que si te ha gustado cómo te ha tocado. -dijo haciendo una mueca lamentándose.

-¡¿Pero tú eres tonto o qué te pasa en la cabeza?!. Si no quieres que pase esto podríamos ir a un privado y escoger una tía buenorra por matrona, si quieres. Y ya si te parece mientras paro a tu hijo con una enorme barriga le miras las tetas mientras me lo saca. -grité frustrada. Éste se quedó pasmado y añadí -Has jodido la primera ecografía de tu hijo, y todo por tu indecente comportamiento, arregla ese problema que tienes por que no va nada bien. -sopesé.

-¿Indecente yo? -logró articular.

-¡Que te calles! -grité llorando.

Estaba más mosqueada que nunca. Tal vez si una se hubiera muerto de asco se hubiera quedado más agusto. Resulta que nos acabábamos de mudar a la misma calle que mi suegra, a un apartamento donde no nos cabía ni una cuna. Era un sitio que tuvieron que limpiar de cucarachas y... ¿todo por qué? Por que íbamos a tener un hijo, había que ahorrar y a él se le había acabado el trabajo y el sueldo. Para colmo estaba con los porros y las plantas peor que Bob Marley, y yo me sentía desplazada.

-Lo siento. -dijo cuando se sentó en el sofá de casa.

-No me vale. -contesté seria.

-¿Cómo que no? Te he pedido perdón. -sopesó.

-El daño ya está hecho, no lo vas a arreglar nunca. Si quieres hacer algo por mí deja de una vez de fumar esa mierda. Te está cambiando y la criatura no va a ver eso en su casa.

-Cari, pero si a mi me gust...

-Ni cari ni gusta. A mi me gusta la moda y la buena comida y la vida de lujo y no la tengo. Se acabó. -dije autoritariamente. Realmente estaba harta.

-Lo haré.

-Eso está por ver. -dije con sarcasmo.

-¿No confías en mí? -cuestionó.

-¿Confías tú en mí? -respondí esperando algo.

Silencio.

***

Bueeeno, este es mas largo y ademas actualice ayer! Así que por mi retraso ahi va este cap.

Os adoro.

S.Ross

Valió la penaWhere stories live. Discover now