Capítulo 9

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- Hola Carmen, espero que valla todo bien. - Era mi tía, era una católica empedernida que simulaba que vivía para Dios. - Sí, todo ha sido culpa de la niña, es que ya no sé qué hacer con ella, todo esto me supera, me chulea e intenta controlarme. - Ella era la única de toda la familia que le seguía el juego.

Alisté mis ojos en mis pies, era de noche, el coche estaba oscuro y yo me quedé petrificada. Sentí que mi cuñada abrazaba mi pierna con su mano mientras conducía y yo me ponía el cinturón y sentí cómo caían lágrimas sobre mis vaqueros.

Me sentí estúpida, tal vez si la hubiera dejado allí tirada tendría motivos para llamarme "mala hija" pero, en esta situación me desbordaba. Todo el camino me consumió la rabia, escuchando el resto de la conversación y sumiéndome en mis pensamientos buscando el por qué de todo.

Llegué a casa y abrí la puerta principal casi a patadas, la rabia me podía pero preferí callar, aunque estaba a punto de estallar.

- Ponme el pijama, voy a dormir.- imperó.

- No has necesitado que te lo pusiera nunca, hoy no es el día para que empieces. -dije casi susurrando para no estallar.

- Pero, no voy a poder sola. Así que ayúdame. - dijo con un tono tan firme que hasta me lo creí.

- ¡Pues haberte quedado en el maldito hospital y te lo hubieran hecho todo, fritito y cocido, así que, olvídame!. Yo sí que necesito descansar. - espeté alterándome. Sentí que mi corazón bombeaba en mi granganta y me sentí como el mismísimo demonio, de cómo ardía mi cuerpo.

No le dí tiempo a más, y me encerré en mi habitación. Apagué el móvil y me rendí ante los libros, desde qur volví a casa con mi madre no era capaz de estudiar. Tal vez lo mejor fuera tomarme un año savático hasta que me independice, o hasta que asentara cabeza. Mi cabeza se sumaba en muchos cómos y por qués. Dejé caer alguna lágrima que otra, hasta que me quedé dormida.

****

Desperté por el sonido de llamada de mi móvil, me impresioné, ya que casi todo el mundo usaba el whatsaap. Ví su nombre y enmudecí antes de maldecir a quien hubiera osado interrumpir mi inquebrantable sueño: era Él.

- Hola pequeña.

- Ho-Hola.- dije tartamudeando con un hilo de voz adormilada.

-¿Quieres que nos veamos?. Tengo el día libre.- me impresioné la tranquilidad con la que hablaba, cuando a mi se me cortaba la reapiración por cada sílaba que pronunciaba.

- Sí, claro. Dime dónde y cuándo.- dije sin pensar.

- Solo voy a tu casa. Antes quiero hablar contigo.

- Puedes hablar por aquí, que yo sepa no hay ningún agente del FBI registrando mis llamadas.

- Ayer me pareció que te pasaba algo...- Me lo temía, parece que no supe fingir mucho.- y quiero cerciorarme de que no fue por algo que hice mal.

-¿Qué?, nooo... solo pasé una noche un tanto... rara. -intenté disculparme.

- Puedes contarmelo, ¿alguien te hizo daño? ,¿algún chico?,¿una amiga?.

- Mi madre.- espeté firme y secamente.- tuve un percance con ella y acabamos en el hospital.

-¿Qué?, pero,¿qué pasó?...- me quedé callada pensando en si hablar o no hablar.- Bueno mira, haremos algo mejor. Voy a recogerte en una hora, hecha un bañador y ropa de abrigo. - me sorprendí, pensé dónde iba a llevarme, tal vez me raptara y... Woowoo.. se me fue. Me hice una bolita entre mis sábanas antes de contestar, pensando en que en algún momento tendríamos que seguir esa conversación.

- Claro. Estaré lista.- dije al fin

Agarré lo que me pidió y heché algo de picoteo por si me daba hambre. Me puse el bañador que mejor me quedaba, me lo regaló Odette este año y era precioso. Consistía en dos piezas, la de abajo con lazos de tela gruesos y la parte de arriba era de palabra de honor, cruzando la delicada tela entre un pecho y otro, con una cinta de quita y pon que sujetaba los pechos en el cuello. Era de textura suave y simulaba el estampado de un leopardo con el fondo azulado y las manchas negras, alternándose con flores paradisíacas de un negro brillante.

Cogí una toalla de playa y un conjunto largo con una chaqueta a juego por si hacía frío. Ví que aún quedaban como unos diez minutos así que me hice una coleta alta y subí a la terraza a fumarme un cigarrillo y a pensar. A pensar en lo sucedido la noche anterior,¿debía contárselo?,¿qué pensaría de mí?.

El rugido del motor dando la curva de mi calle me sacó de mis pensamientos y aprobeché ese momento de lucidez para coger la maleta, las llaves y mi móvil y salir trasponiendo por la puerta.

Me saludó nada más verme, apoyado fuera del coche como de costumbre haciendo ademán de guardar mis cosas en el maletero. Se las dejé y le respondí su saludo con una leve sonrisa. El camino fue algo largo, pensaba que me llevaría cerca, pero ya casi iban cuarenta y cinco minutos de camino.

Al fin vi el cartel atrapado por frondosas enredaderas, Fuengirola. Aquel lugar formaba parte de la zona rica de Málaga. No supe en qué cala estacionaríamos hasta que vi un chiringuito.

-¿No quieres hablar del tema?- me encogí al oír su voz, estaba tan despistada que ni me esforcé en entablar una conversación. Me parecía que el silencio entre nosotros era placentero.

- Sinceramente no me agrada mucho, pero tal vez te lo cuente.

- ¡Oh, venga vamos!. No voy a quedarme tranquilo hasta que no me lo cuentes.

- Está bien.

Solté un enorme suspiro y comencé a contarle lo ocurrido, él se limitó a conducir y dió la vuelta de forma repentina. Me asusté y pensé que no le gustaba lo que había oído y que me llevaría a casa. Cuando ya no pude más exploté.

- ¿Me llevas a casa?.- dije con un pequeño hilo de voz.

- No, ¿qué dices?. Sólo voy a ayudarte- espetó ligeramente.

-¿Cómo?. Si nadie puede hacer nada... eso es algo...- No me dejó acabar la frase.

- Necesitas despejarte. Y en eso sí que puedo ayudarte.

Eeeeeis. Aquí va otro cap de nuevo.

Mua!!

Valió la penaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن