Capítulo 38.

10 2 0
                                    

No sé si sentía temor o alivio de ver aquellas maletas ya cerradas. Posé mi mirada en sus ojos y antes de asimilar ideas que se salen de mis órbitas preferí preguntarle.

-¿Qué estás haciendo? -quise decir en un susurro, pero sonó mas duro de lo que deseé. Mi tono de voz había subido sin ser consciente y mis mejillas se sentían bastante sonrojadas por el sofoco.

-Hago las maletas. -dijo sin más, con la sonrisa más estúpida que había visto en mi vida. ¿Seguía riéndose de mí después de todo.

-Así, sin más. ¿Me abandonas como si... -una carcajada por su parte cortó mi habla y mis ojos se abrieron de par en par. No hacía nada, no hablaba. Tan sólo me miraba. Cuando quise percatarme de la situación me di cuenta de que había lágrimas en mi rostro, y que estas parecían que llevaban rato saliendo a borbotones. Como acto reflejo, suspiré y sequé mis lágrimas.

-¿Se puede saber qué es lo que te ocurre?¿Es que crees que me voy sin más?. Fíjate bien -señaló las maletas. -No sólo hay ropa mía, también están tus cosas. - abrió las maletas y vi algún que otro vestido mio.

-¿Entonces que es todo esto?. -cuestioné confusa.

- Esto se llaman maletas. Y esto, -metió su mano en un bolsillo del jean y sacó unos papeles. - son billetes para irnos de viaje a Venecia.

Mis lágrimas seguían cayendo y no sabía ya si eran de pena o de alegría. Sin mediar palabras por mi parte se acercó a mi y me abrazó. Sentí un escalofrío, de esos que hacía tanto tiempo que no sentía y me besó la frente.

-Te prometí hacerte feliz. Te prometí no defraudarte, y lo siento mucho. Pero te compensaré, volveré a reconquistarte.

Sus palabras eran música para mis oídos, de buenas a primeras mi corazón dio un vuelco inesperado y vi esperanza en todo aquello. Tal fue mi sorpresa y me devolvió tanto la ilusión que lo besé hasta que no me quedó aire en los pulmones. Nuestras manos coordinaban a la perfección las caricias que íbamos transmitiéndonos y sucumbimos al éxtasis del placer.

Esa misma tarde salíamos de España en avión hacia Venecia. No era mi paraíso soñado, pero siempre que fuera viajar, estaba dentro de mis deseos. Volar en avión era una sensación placentera y relajante, adoraba ver las nubes desde arriba, en vez de desde abajo.

Llegamos a Italia y sacamos billetes de autobús para llegar a Venecia, para mi sorpresa aquello era más bonito de lo  que había imaginado. Era un ambiente que inspiraba, que te llevaba a otros tiempos donde las casas eran pueblerinas y preciosas, y de miles de colores. Agrupamos el equipaje en la puerta del hotel y un mozo los colocó en una carretilla de equipajes. Nos acompañó hasta la habitación y, nuevamente para mi sorpresa era muy elegante. La habitación tenía las paredes blancas, exceptuando la pared de la cama que era de fondo blanco con flores enredadas en color negro. La cama era enorme, tenía un cabecero de cerámica bastante elegante de color blanco y una colcha estampada al igual que la pared, ésta vez de fondo negro y flores blancas. Había un enorme ventanal que llevaba a una pequeña terraza de estilo rustico y musité para mis adentros una hermosa melodía que ansiaba salir de mi corazón.

Divagué por aquel extraño y a su vez cómodo espacio, y volví a su lado a darle un tierno beso en los labios. Él desconectó de lo que estaba haciendo cómo si de un perro siguiendo órdenes se tratara y llevé mis manos a su pelo. Extrañé que me agarrara fuerte para no soltarme y para mi asombro fue lo que hizo mientras enredaba mis dedos en sus pequeños rizos ya crecidos. Nos besamos con una fuerza indescriptible y agonicé por impotencia al ver cómo se pisaba el labio y cerraba los ojos mientras me tomaba como suya. Y lo era. Y me entregué. Nos entregamos como si no hubiera un mañana.

Esa misma noche pensábamos salir a cenar, pero viendo que se hizo tarde cenamos en el buffet del hotel. Había muchísima variedad, y mi apetito era asombroso. Vi a lo lejos lo que parecía ser un escenario de animación, dónde de seguro realizarían espectáculos para los más pequeños y no tan pequeños. Asomé mi barbilla hacia adelante, mirándolo a los ojos esperando que dijera algo de provecho para mis sentidos. Pero no, me miró y esbozó una pobre sonrisa y siguió perdido en sus pensamientos.

Cierto es, que todo esto me parecía raro. Pero pensaba que yo misma excusaba la situación debido a su tan cercano engaño. De buenas a primeras sentí que algo me rozó la mano apoyada en el borde de la pequeña mesa de madera en la que cenábamos, dirigí mi mirada hacia eso que me rozó, resultó ser su mano, y lo miré a los ojos.

-¿Qué te ocurre, nena? -me preguntó poniendo una cara de preocupación que me impactó.

-Nada, ¿por? -contesté secamente.

-Te encuentras... -empezó a tartamudear, lo que acabó por asustarme. -muy pálida y estás sangrando por la nariz.

-¡Oh!, deja que valla al baño, en un minuto vuelvo. -dije preocupada tras tapar la zona de mi nariz con un paño y levantarme.

Tomé mi bolso y me fui directamente a la puerta del baño de señoras, antes de cenar de camino hacia la mesa me pareció ver el cartel así que supe exactamente dónde estaba. Para mi suerte no había una enorme cola de mujeres y tan sólo tenía que esperar a la que hubiera dentro. Comencé a marearme y me dije mil veces a mí misma que estaba todo bien, entonces salió una mujer de mediana edad y sin educación alguna por la puerta del baño y, tras hacer una mueca de asco bastante notable a pesar de que el pañuelo tapaba la mitad de mi cara, entré. Sin siquiera mirarme al espejo solté el pañuelo de papel al lado del grifo y abrí el paso del agua para refrescarme. Me soné la nariz en el agua y la sangre no acababa de cortarse nunca. Debido a la cantidad mi cuerpo me pidió toser, pero una vez que lo hice no conseguí parar ni de toser, ni de sangrar. La tos me hizo vomitar y sin más me caí al suelo debido al mareo.

Al parecer me desmayé, por que no puedo abrir los ojos y escucho voces en el exterior, me llaman, me palpan, pero no puedo moverme ni abrir los ojos a pesar de que mando las órdenes a mi cuerpo. Necesitaba gritar, y en mis adentros me oía a mí misma agonizar y gritar para que oyeran que estaba viva, y bien. Pero no fue posible. Al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos, mi mente se extendió sumiéndome en un sueño al que mi cuerpo no se negaba.

Oí unas voces de lejos, aún con mi cuerpo y mis párpados inmóviles, sentía mi cuerpo fresco y el tacto de mi cuerpo con lo que parecía ser una sábana limpia era encontrarme más que agusto. Me desesperé por que mi cuerpo no reaccionaba, no era capaz ni de mover un mísero dedo, pero recordé que escuché algo de lejos, así que dejé mi mente en blanco concentrada en escuchar.

(...) pero doctor, ¿cómo puede ser eso posible?¿en principio es grave? (...)

Intentaba oír con claridad,  esa voz me era bastante reconocible, pero ¿quién tiene algo grave?¿qué había pasado?. Mi cuerpo falló de nuevo y no pude hacer más que dormir a pesar de no querer.


###AQUÍ OS DEJO EL CAPÍTULO MÁS LARGO NUNCA ESCRITO POR MÍ. EN COMPESACIÓN DE TANTOS MESES DE PAUSA, VUELVO!, Y ÉSTA VEZ SI, CON PC E INTERNET. LOS HECHÉ DE MENOS T.T###

DISFRUTEN!!

SRoss


Valió la penaWhere stories live. Discover now