Capítulo 8

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Llamé a la novia de mi hermano, pensé que podría darme algo de apoyo, me sentía estúpida e inservible.

La rociada caía sobre mi pelo. Se sentía fría y mojaba suavemente mi semblante.

-¿Hola?.

- Hola, mira... sé que es tarde, pero ha pasado, otra vez. Creo que es el delirio aunque tal vez me equivoco... pero me culpa. - dije entre sollozos.

- No te preocupes, ¿está estable?.

- La dejé despierta en el pasillo, iban a ponerle los tubos para realizarle un lavado de estómago.

- Vale, estaré en veinte minutos ahí.

Me limité a calmar mis sollozos, abrazándome a mí misma bajo las nubes, que anunciaban que llegaría una tormenta y, con mala suerte, algo de lluvia.

Apagué mi cigarrillo y recordé que cuando yo era pequeña y mis padres aún estaban juntos, y toda la familia se juntaba en mi jardín para comer todos los fines de semana. Teníamos un pequeño huerto, una piscina enorme prefabricada, y animales: conejos, pájaros, gallinas, polluelos... Era increíble.

El sonido de un claxon me despertó y ví que era mi cuñada, Soraya. Esperé a que estacionara y se acercara. Se acercó con la cara un tanto descompuesta, y no pude evitar dejar salir mis lágrimas de nuevo.

- Tranquila, todo va a ir bien. Shh...- dijo suavemente mientras me dejaba descargar mi rabia.

- Me culpó, dice que lo hizo por no pedirle a Susan comida. Pero esque... aún había. - sollocé intentando calmarme.

Ella me despegó de sí, me miró directamente a los ojos y me secó las lágrimas.

- Vamos adentro, sabes que pretende hacerte sentir así. A mi me mandó un mensaje de "despedida" al igual que a toda la familia. - dijo añadiendo hincapié en las comillas. - Quiere llamar la atención.

- Lo sé, y la odio por ello. Pero... es mi madre... y esto duele. Duele mucho. - dije suavemente.

Había comenzado a llover así que entramos. Esperamos dónde dejé mi madre encamada. Al instante oí el altavoz llamando a sus familiares hacia dónde se encontraba.

Fuimos sin pronunciar palabra, pero no fue incómodo. Abrimos la puerta y, al entrar, la vi. Estaba despierta, mirando por la ventana, y al parecer, aunque notó nuestra llegada no habló.

Pasé horas allí mientras Soraya iba por algo de comer y llamaba a mi hermano. Las pasé en silencio, pensando en el por qué no podía cumplir el maldito Hakuna Matata. Se supone que ella vive bien, mejor que bien; tiene una casa inmensa, con jardín, no está atada a ningún matrimonio, tiene tres hijos, y la pequeña cuida de ella; lo tiene todo hecho y no trabaja. ¿Qué le había dado para hacer esto?.

Ví que se levantó de la camilla. Se suponía que no debía levantarse por que corría el riesgo de sufrir una hemorragia interna.

- No deberías levantarte. - le susurré seriamente, sin cruzar miradas si quiera.

- Quiero fumar, y tú no eres nadie para mamdarme. Yo soy tu madre y con mi edad hago lo que me da la gana.- espetó con aires de superioridad.

- Haz lo que te de la gana, yo voy a bajar.- dije levantándome de la silla.

La observé por el rabillo del ojo y recordé que tenía incrustada una vía en el brazo, la cual se estaba arrancando, literalmente, para poder levantarse y caminar. Le susurré un . Y salí sin tan siquiera esperar respuesta.

Paseé por la acera y mi móvil comenzó a sonar.

Salvi: Hola pequeña. No puedo dormir y vi que te conectaste hace unos minutos. Q tal?.

Me estremecí al ver su mensaje. Me quedé parada, petrificada y perpleja, mirando fíjamente la pantalla. ¿Qué le iba a decir?.

Sara: Eey, hola. Yo tampoco puedo dormir. Bien, ahí voy. Podemos hablar en otro momento?. Estoy algo cansada.

Salvi: Parece q te pasa algo. Espero que todo valla bien. Llamame si necesitas algo, si?.

Me resultó tierna la manera en la que me ofreció contactarle si necesitaba algo. Pero no reflejé mis sentimientos en el mensaje y me limité a escribir un "Ok". Vi que en la aplicación ponía "escribiendo..." y "en línea", pero ningún mensaje llegó.

Volví al hospital en silencio, no quise contarle nada, no a él. Pensé que me juzgaría y se alejaría de alguna manera y como que es lo que menos me apetecía, tan sólo empezamos a conocernos.

Subí las escaleras de la clínica y me metí por un pasillo en el que encontré el ala de nidos. Me quedé inmóvil ante el grueso cristal que protegía a los tan frágiles niños. Había algunos más prematuros, y otros más regordetes, pero me llamó la atención uno en especial: aún tenía los párpados cerrados, medía como unos treinta centímetros, algo más quizás; y en su plaquita de nido ponía "varón, nacido de 41+5". Me sentí compungida y como axfisiada. Era anormal que un bebé que naciera fuera de fecha fuera tan pequeño, pesara como un kilo y medio, y se viera como un prematuro. Cerré los ojos haciendo ademán de olvidar lo visto y volver por donde iba, haciéndome ligeramente la pregunta de como iba a ser mi hija o mi hijo el día de mañana.

Me había perdido pero no tardé en reconocer el pasillo por el que era. Mi cuñada estaba despierta mirando el horizonte y tecleando su móvil de vez en cuando, y mi madre estaba dormida. Aún le guardaba rencor por lo que hizo, pero en aquel entonces supe que todo quedaría así, que no sería yo la que moviera los hilos para diacutirlo. Me daba igual lo que ella pensara, yo solo queria que me dejara cuidarla sin exigir y que valorase lo que hacía.

Salí al pasillo, no tenía ganas de nada, ni de hablar con nadie, pero por mucho que me costaba reconocerlo, necesitaba un abrazo y descansar. Me quedé casi dormida y de fondo escuché una voz masculina y desperté de ese minúsculo sueño que tanta falta me hacía.

- La paciente ha pedido el alta voluntaria, y aquí la traemos para que la firme. - dijo el doctor con una voz que me transmitió calma.

- No, eso no puede ser. Ella tomó muchas pastillas y tiene que reposar y seguir el tratamiento.- sopesé a la defensiva.

- Tengo derecho a firmarla e irme, y ni tú ni nadie podrá negármelo.- espetó con aires de superioridad.

Callé, callé como mejor pude hacerlo y dirigí la mirada hacia mi cuñada. Estaba perpleja, a simple vista eataba gritando con su expresión "Pero, ¿estamos locos o qué?."

Las dos nos quedamos muy callados y, tras ver como mi madre firmaba, nos dirigimos hasta el coche. Saliendo del hospital, de camino al aparcamiento, mi progenitora cogió el teléfono y marcó a alguien.

Soooooorry, he estado muy liada y poco inspirada. Pero bueno, ya estamos aquí.

Valió la penaWhere stories live. Discover now