— Estamos muy emocionadas por ésta noche — dice una vez más Camila, provocando una sonrisa en mi rostro.

— Esperamos que disfruten al máximo — menciona otra de las chicas, un empujón en mi espalda me trae a la realidad, mis oídos reconociendo los gritos eufóricos del público. En cuanto vuelven a sus respectivos asientos las chicas realizan la apertura con Sledgehammer.

El concierto transcurrió lentamente, mi boca se movía lentamente susurrando las canciones, en mi estado anonadado con las manos dentro de mis bolsillos delanteros, observando cada movimiento de Camila, sintiendo los nervios corriendo a una impresionante velocidad en mi torrente sanguíneo. Sabía que me había enamorado de la latina, supe que mi corazón le pertenecía solo a ella.

Al finalizar el concierto y notar a las chicas despedirse, rápidamente aproveché el desalojamiento del área para escabullirme hasta donde se encontraban los camerinos, tomar un par de cables en mis brazos y algunos micrófonos lograron distraer a la seguridad presente en el lugar. Caminé algunos pasillos antes de llegar a los camerinos, en cuanto lo encontré dejé los cables y micrófonos a un lado de la puerta, notando segundos después que ésta ya se encuentra abierta. Mis pies se quedaron congelados antes la escena que estaba presenciando, y deseé jamás haber asistido a aquél lugar.

Camila y Shawn en medio de un beso.

— Camila — susurro con la voz entrecortada. No podría definir aquello que experimentaba, de manera inhumana aún escuchaba el eco de mi alma siendo destrozada en pedazos. La morena rápidamente notó mi petrificado estado, en compañía de mis ojos cristalizados luchaba por separarse de aquél chico de piel pálida. Un paso adelante queriendo librarla de aquél imbécil, otro atrás arrepentida y dispuesta a huir de aquél lugar, sin saber a dónde podría parar aquella vez.

— ¡Gianna! —

Fue lo último que mis oídos fueron capaces de escuchar antes de alejarme sumida en un mar de lágrimas y mi corazón hecho pedazos.

Corría sin detenerme, al azar contaría quizá veinte minutos o más, sin detenerme a pensar por un momento a dónde iría. La increíble ola de gente acompañada de los autos que transitaban a éstas horas de la noche no pudieron detener mis apresurados pasos, sin embargo la falta de aire lo hace, provocando que me detenga en una pequeña farmacia, la pared siendo mi soporte para descansar.

¿Por qué él?, ¿qué tiene aquél chico de piel pálida que yo no?

Él no podría amarla como lo hago yo, no podría darle la felicidad que sé puedo brindarle, no podría tratarla como solo ella merece. Las lágrimas continúan descendiendo sin control alguno quemando mis mejillas, decido tomar asiento en la acera, sintiéndome miserable, destruida, hecha pedazos. Camila se quedó con una parte de mí en cuanto abandoné ése lugar.

Algunos estruendos en el cielo me hacen saber que pronto iniciará una lluvia, quizá resulte una tormenta y cuestiono duramente la desdicha de mi día. Puedo notar las gotas de agua caer, mezclándose con el sabor salado de mis lágrimas, sin importarme por completo las consecuencias de otra lluvia sobre mi cuerpo. Unos minutos más y puedo sentir la ropa completamente empapada, decido levantarme del sitio donde atraje tantas miradas de extraños compadeciéndose de mi dolor, puedo visualizar una pequeña plaza cerca del lugar e inmediatamente trazo un recorrido hasta casa a solo unas cuantas calles de allí. Aún con la creciente presión en mi pecho y las lágrimas que no terminaban empiezo a caminar lentamente, desdichada.

El sonido desesperado e insistente de un claxon y los faros delanteros creando mi sombra por un momento hacen que detenga mi paso. Mis ojos se entornan ante la intensa luz proveniente de una Tahoe, puedo observar a una persona bajarse del asiento trasero, la oscuridad de la noche y la lluvia impidiendo que pueda reconocer algún conocido, el miedo se hace presente en mi sistema imaginando un secuestro y decido retomar mi paso apresurado.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloWhere stories live. Discover now