Capítulo 30: Porfa, no te vayas.

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Bajo por el elevador para encontrarme con papá. Mis manos tiemblan y desconozco el motivo. Siento algo en mi pecho, algo muy extraño. Es como si me encontrara preocupada, un mal presentimiento que espero estar mostrando únicamente por lo inusual de la situación.

Al ver a mi padre, él abre sus brazos y no dudo en tomarlos, aunque con extrañeza.

—Pa...

—Cariño —pronuncia y me separa lo suficiente de él hasta que podemos intercambiar miradas—. Te voy a decir algo y necesito que lo tomes con calma porque todo está bien.

Mi rostro desorientado lo enfoca.

—¿Eso significa que esto no es una sorpresa?

—Lo mejor será que permanezcas en el hotel, Clotilde te ha hecho una maleta con lo necesario para cinco días...

Sonrío confundida.

—Pa, ¿qué está sucediendo?

—Hubo un accidente.

—¿Un accidente? ¿De qué estás...? —pregunto sin lograr comprender lo que quiere decir, pero mis neuronas se conectan y llegan a la única conclusión que parece lógica—. Papá, no...

—Lachlan tuvo un accidente —confirma.

El pinchazo que siento en mi pecho es tan grande, que parece convertirse en un gigantesco hueco.

—Necesito verlo —susurro con el juicio nublado y la mirada perdida, intentando pasar a papá pero sus brazos me detienen.

—Cristy, él estará bien. Lo están atendiendo y te prometo que te llevaré a visitarlo cuando sea el momento, ahorita no es posible.

—¿Qué sucedió? ¿Sabes cómo está? ¿En dónde está? Pa, quiero verlo, quiero estar con él...—suelto con desespero.

—Lo sé, cariño. Lo sé —Se acerca a mí una vez más y acaricia mi cabello mientras me esconde entre su pecho—. Tuvo un accidente en el rzr. Al parecer un animal se interpuso en su camino y al esquivarlo, se impactó contra un muro de contención y él salió del vehículo.

Su narración hace que no pueda creer que todo está bien. 

¿Cómo sería posible? Más allá de un milagro.

—Llévame con él, pa... ¡Llévame con él ahora!

—Vengo del hospital, Cristina. No dejan entrar a nadie aún y tampoco hay informes, lo único que me dijeron es que lo estaban estabilizando.

—Quiero estar ahí para verlo en cuanto sea posible, por favor, pa... ¡por favor!

No tardo en convencerlo. Me lleva en su camioneta hacia el hospital al que han trasladado a Lachlan. Mi mente se pierde en el camino, pensando lo peor y lo mejor. Estoy muy preocupada y las ganas de llorar me martirizan. Mi garganta duele, me estoy aguantando los nudos que se crean en ella.

Tengo miedo.

Cada vez que mi padre abre la boca para decirme lo que sabe, yo no puedo evitar pensar lo peor.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora