Capítulo 28: Momentos mágicos.

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Lachlan

Muchas personas aseguran que los momentos mágicos existen.

Yo lo confirmo.

Sí, existen.

No es solo una ridícula invención de la humanidad para hacer sus vidas menos miserables, como yo solía pensarlo antes.

Estoy seguro porque viví el primero en compañía de Cristina. También el segundo y el tercero, incluso el cuarto... y contando.

Ese sentimiento de plenitud, tranquilidad y alegría; joder que deben ser momentos mágicos.

*

Una semana de trabajo duro, tanto en la recolectora como con la situación emocional de Cristina, esa que me he empeñado en mejorar. No ha sido su mejor momento, pero lo ha llevado bastante mejor de lo que pude imaginar. Pensé que podría caerse a pedazos, pero no lo hizo.

¿Quién lo diría? Es una chica fuerte y eso me gusta.

Habla con Yuji todos los días. Los primeros tres fueron para decir únicamente pestes de Eleonora y ponerse al tanto sobre el retiro de la demanda. Cristina no quiere tener relación alguna con su ex mejor amiga, ni siquiera de esa manera. Está segura de que la mierda que vivirá de ahora en adelante debido a que todo el mundo sabe que es ella quien manejó todo este tiempo esa página, será suficiente para castigarla por sus errores.

Yo opino que el castigo legal pudo ser el mejor, pero es su decisión y no la cuestiono.

Si eso la hace sentir mejor, está bien para mí y no meteré mis narices porque no me corresponde. Además, ya lo han superado. Ahora, el tema principal de sus conversaciones somos un chico misterioso que trae loca a Yuji y yo. No suelo quedarme a escuchar sus pláticas, me coloco los audífonos y juego xbox en la enorme televisión de su habitación para matar el tiempo.

Eso es, por mucho, más divertido.

No soy un gossip boy, aunque Cristina caería ante mis pies si lo fuera.

Lástima que no es mi estilo.

Veo cómo cierra la computadora y sé que mi momento ha llegado. Me deshago de los audífonos, dejo caer el control sobre la cama y me acerco a ella para sostenerla entre mis brazos mientras la miro con suma atención porque, sin duda, su belleza se ha convertido en mi pasatiempo favorito, en eso que podría pasar todo el día haciendo y no me cansaría jamás.

—Es hora, vámonos.

—¿A dónde me llevarás? —pregunta curiosa.

—Depende de cómo te sientas, ¿cuál es tu ánimo en este momento?

Su hermosa sonrisa empieza a desvanecerse poco a poco hasta que baja la mirada para evitar mostrarme sus tristes ojos, yo lo sé.

—Estoy bien.

—¿Bien bien, bien mal o bien masomenos?

—Bien... masomenos.

Arrugo el gesto, mastico sus palabras.

—Tomando en cuenta la escala Cristina, ese bien masomenos podría significar un bien mal, entonces, iremos a un lugar que te hará sentir mejor instantáneamente. —Checo la hora en mi reloj de mano—. Y empezará en cinco minutos, así que debemos apresurarnos.

Por suerte, las distancias en Bahía Turquesa son tan cortas, que en seis logramos llegar y tomar asiento en una de las bancas del fondo, justo cuando el padre entra para oficiar la misa.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora