Capítulo 19: Un buen día de playa.

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Ya somos todas unas expertas y profesionales en ignorar a las personas que no se contienen para aventarnos sus malas vibras. Nuestra mayor y emocionante motivación para lograrlo, es que los días restantes de clases se pueden contar con los dedos de una mano.

¡Viva el fin de ciclo!

¡Viva la universidad!

¡Que se pudran los mente chica de este lugar!

El día escolar llega a su fin y salimos del edificio tomadas de las manos mientras platicamos sobre lo divertido que será nuestro verano. Ya tenemos planes. Iremos a la ciudad, rentaremos una habitación de hotel, saldremos de fiesta y haremos muchas compras con descansos en cafeterías de color rosa.

¡Qué emoción!

Pero soñar despierta se esfuma cuando logro identificar el particular RZR negro con verde neón perteneciente a nada más y nada menos que a mi gusto culposo, que de alguna manera, ya no se siente tan culposo.

Se detiene frente a nosotros con su galante porte y baja sus gafas de sol, mostrando sus expresivos ojos café que se enfocan en las tres. 

No decimos nada, nos encontramos en una especie de shock porque no entendemos qué sucede.

—¿Las llevo? —pregunta él.

—Se escucha bien, pero traemos auto —dice Yuji algo conflictuada.

—Reformularé la pregunta —responde—. ¿Quieren ir a la playa a pasar el día hasta que su piel se enrojezca por tanto sol?

—No estoy segura de que hayas hecho un buen trabajo con eso—digo yo.

Él suspira y rueda la mirada, desaprobándonos por completo.

—¿Quieren ir a la playa conmigo, sí o no?

—Si insistes —responde Eleonora, encogiéndose de hombros mientras sube al vehículo sin siquiera pensar en las posibilidades.

—Pero... no tenemos ropa de playa —suelta Yuji con un toque de preocupación, dudando en si debe subir o no.

—¿Qué importa? —reclama Eleonora ya con el cinturón de seguridad puesto—. ¡Compraremos e iremos a la playa con este suculento!

Él rueda la mirada y dice con una fingida emoción:

—¡A despilfarrar dinero!

Nos detenemos en la primera tienda que vemos y bajamos del auto con una actitud de cien. Lachlan decide esperar en el rzr, tomando uno de sus apreciados bronceados naturales y las chicas se adelantan mientras yo me detengo frente a él, apoyando mis brazos sobre la puerta del piloto.

—¿Qué estás tramando?

—Un día divertido para alguien que de alguna manera es muy especial para mí... y sus raras amigas.

Sonrío.

Su mirada se centra en la mía y acerca su mano, acomodándome tiernamente el cabello detrás de mi oreja, antes de acariciar mi mejilla con delicadeza. Cierro los ojos con suavidad y siento las mariposas en mi estómago revolotear. Ese simple acto me hace sentir como si flotara entre las nubes, deseándolo con todas mis fuerzas, empezando a enamorarme perdidamente de él.

—Tu rostro es...

—¿Hermoso? —inquiero pronto, arruinando el momento porque me siento realmente nerviosa y tengo la necesidad de soltar estupideces.

—Especial.

Me han hecho muchos cumplidos, pero jamás me habían dicho esto. 

Mis mejillas cobran color y la sorpresa en mi rostro se nota a kilómetros porque no lo esperaba.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora