Capítulo 25: No quiero.

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¡¡¡ÚLTIMOS CAPÍTULOSSSSS!!! 

*

Eleonora me conduce en su coche con la ruta trazada hacia su casa, ya que desea evitar que Lachlan vaya a la mía y lo perdone porque, según ella, estoy tan estúpidamente enamorada de él, que podría creerle hasta que el mar es de color dorado.

Mi cuerpo esta sentado en el asiento del copiloto, pero yo no estoy ahí. Me encuentro perdida, navegando entre las aguas de la incertidumbre.

¿Qué está sucediendo?

¿Por qué mi mejor amiga llegó a defenderme así de mi casi algo?

¿Qué está pasando?

Y en este momento estoy descubriendo que, sí, uno de mis miedos más grandes es perder a las personas que más me importan, pero el mayor de todos, es que Lachlan me rompa el corazón.

No he imaginado toda una vida con él, pero deseo tenerla. No intento pensar en lo que podemos llegar a ser porque simplemente quiero serlo, poco a poco, lentamente irlo descubriendo y maravillarme en cada paso que demos juntos, pero... ahora tengo miedo. Miedo de lo que está pasando, miedo de que él no decida estar conmigo, miedo del dolor que sentiré porque esta no es una situación normal. Mis amigas no llegan y te arrebatan de una cita que es tan importante para ti sólo porque sí... algo sucedió, algo importante y no quiero saberlo, pero sé que debo saberlo.

Ella detiene el auto.

Aterrizo en mi cuerpo.

—Ely...

—El Instagram hizo una nueva publicación, es sobre ti y no puedes verla, ¿ok? No necesitas hacerlo, Cristina. No quiero que te rompas porque es una joda. Tú, yo y todas las personas que te amamos y conocemos, sabemos que es estúpido, aun si tú lo piensas, todos nosotros estamos seguros de que son solo patrañas.

—Ely... —le miro con el corazón latiéndome a mil por hora—. Dime qué sucede, por favor.

Ella suspira.

—Omitiré algunos detalles, pero definitivamente la dueña de esa cuenta es la fabulosísima Nere Ortega. Así que, amiga, la tenemos que enfrentar y gritarle en su cara de perra que quizá nosotras somos unas zorras, pero ella es una jodida hija de Satán. Le diremos a tu padre, para que se lo plantee a las autoridades necesarias y que la metan a la cárcel o lo que sea. No puede seguir haciéndonos esto, ella...

Mis cejas se unen, frunciéndose hasta no poder hacerlo más.

—¿Por qué dices todo esto? No tiene sentido, ella nisiquiera nos conocía...

—Amiga, le bajaste a su novio. Tiene todos los motivos del jodido mundo, y si no la dirige ella, al menos vendió el secreto y no puede quedar impune.

—¿Cuál secreto?—pregunto segura de que no hay algo que puedan compartir de mí.

Ella guarda silencio. La tristeza en sus ojos es genuina, me mira como si le doliera tanto como debería dolerme a mí lo que aún desconozco.

—¿Quién sabe lo que dices sobre la muerte de tu madre? —me pregunta con pena.

No.

No, no.

Con eso no pueden meterse.

No, no, no. 

Por favor, no.

Mi celular empieza a sonar, es Lachlan. Una y otra vez hasta que Eleonora lo arrebata de mis manos.

Mis ojos se vuelven un mar de lágrimas.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora