Capítulo 22: Último día en el infierno.

1.5K 243 49
                                    

¡Sí!

Por fin.

Último día en el infierno.

Y si se preguntan quiénes lo disfrutaron más, ¡esas fuimos nosotras!

Cuando las clases terminan, salimos corriendo entre pasos torpes y risotadas. Una vez dentro del beetle de Yuji, sacamos en mini cake. Yo prendo la bengala, Eleonora abre la Champagne y Yuji sirve las copas para terminar brindando porque el ciclo por fin ha terminado.

No más preparatoria.

¡Hola universidad!

¡Adiós acoso!

¡Bienvenido el verano perfecto!

—Disfrutaremos este mes al máximo, chicas, ¡se los juro! —exclamo al brindar.

Y como hemos sido las alumnas más avanzadas de Lachlan, tomamos rumbo a la playa para continuar festejando del maravilloso día que es hoy hasta que no recordemos nuestros nombres, esa es la meta.

Armamos la sombrilla, pero un chico nos ayuda a enterrarla porque a veces pecamos de inútiles. Después de eso, somos solo nosotras.

Nos damos un chapuzón, luego regresamos para tomar del vino exclusivo que secuestré de la barra de mi padre y comer de la tabla de carnes frías y queso que hemos traído. El día pinta para ser un perfecto escape entre amigas, hasta que, mientras meto a mi boca grandes cantidades de comida, veo que en la carpa de alado, se encuentra Nere.

Me atraganto con el queso y el peperoni.

—¿Qué te sucede?—pregunta Eleonora con desagrado en el rostro al ver cómo me he sacado la comida masticada de la boca.

—Ella, ella... —señalo.

—Uh, sí, es hermosa —suelta Yuji, llegando a mi lado.

—Es la ex novia de Lachlan.

—¡¿Qué?! —exclaman ambas al mismo tiempo haciendo uso de un alto volumen que atrae las miradas de algunas personas en la carpa vecina, incluyendo a la susodicha.

Eleonora alza una de las toallas para taparme mientras yo escondo mi rostro detrás de mi mano, esperando que no me haya visto.

—¿Y ahora qué? —murmuro.

—No debería importarte, es decir, venimos a disfrutar. Ella no...

—Le robé a su novio.

—Aún no es tu novio —susurra Ely por detrás, aún cubriéndome con la toalla mientras sonríe incómodamente hacia nuestros vecinos.

—Exacto, no debe alterarnos que ella esté aquí.

Me pongo mis lentes de sol y el sombrero, y tomo asiento en una de las sillas playeras, encogiéndome cuánto pueda para no ser reconocida por Nere.

—¿Jugamos poker? —pregunta Yuji.

Iniciamos la partida y minutos más tarde, Nere y dos amigas más, entran al mar como todas unas sirenas perfectas. Son bellas, pero ella... maldición, realmente no sé de dónde salió. Parece de otro planeta, de uno perfecto.

—No puedo creer que Lachlan haya tenido los huevos para terminar con esa Diosa.

—¿Hola? Estoy aquí —gruño.

—No es tan bonita —dice Yuji, intentando mejorar mi estado de ánimo y autoestima—. Además, Cristina también es hermosa, divina y preciosa. No me extraña que Lachlan o cualquier otro hombre pueda preferirla.

Tan linda mi amiga, por eso la amo.

Sonrío.

—Espero, porque ... ¡demonios! —exclama Ely y necesita bajar sus lentes para verla mejor—. Yo sí me la cojo, le pongo una casa y le doy todo lo que quiera.

No puedo dejar de verla.

Me siento menos.

Me siento inferior.

No puedo sonreír más, estoy apantallada por su belleza.

Sale del agua como una sexy deidad y yo no me doy cuenta de lo cínica que soy al verle, no estoy disimulando y lo entiendo hasta que nuestras miradas hacen contacto, justo antes de que ella me voltee la cara con gracia y vaya con sus amigos mostrándose realmente feliz.

Me está presumiendo que está bien.

Y eso me agrada.

Me gusta el verla bien.

La culpa que llegué a sentir por ella después de ese primer beso, se desvanece.

La tarde continúa y yo intento no darle importancia a los vecinos. Disfruto del momento con amigas, río, juego, bailo y canto. A fin de cuentas, eso es lo que nos hace felices.

—Chicas, debo confesarles algo —dice Yuji cabizbaja.

—No de nuevo —se queja Ely—. Todos los días confiesas algo, niña. ¿Ahora qué hiciste?

—Mañana me voy a China.

Eleonora y yo nos levantamos del asiento al mismo tiempo, demostrando la sorpresa que nos causa su confesión.

—Solo es durante el verano —aclara al ver la preocupación en nuestras miradas.

Y respiramos.

—Hubieras empezado por ahí, casi me da un infarto —reclamo sosteniendo mi pecho.

—¿Qué me vas a traer?

—Un llaverito —responde Yuji entre risas—. No quisiera irme, pero mis padres dicen que necesito abandonar un poco el drama para poder empezar la universidad con toda la energía positiva posible. No les había dicho porque apenas anoche me lo dijeron.

—Te vamos a extrañar —digo en un puchero.

—Sí, tú eras el motivo por el que decidimos ir a cafeterías rosadas.

—Irán y se acordarán de mí.

—Cada segundo del día nos acordaremos de ti —aclaro.

—Lo lamento mucho, chicas. En verdad deseaba pasar el verano con ustedes.

—Disfrutemos tu despedida, amiga mía —suelta Ely, alzando su copa para brindar.

Es un día loco, pero a fin de cuentas, todas las piezas vuelven a su lugar.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora