Capítulo 26: La promesa.

1.5K 228 59
                                    

Cortito, pero bonito. 

Agárrense.

Y si no es mucha molestia, les pido que comenten qué les va pareciendo esta pequeña historia que casi llega a su final. <3

*

Veo el amanecer desde la banca de madera que hay en mi jardín.

No podía dormir, di vueltas toda la noche. Así que aquí estoy, disfrutando de la maravillosa escena que nos obsequia la naturaleza con este precioso amanecer.

—Mami, ayúdame.

Con la mirada perdida en el horizonte, siento la brisa recorrer mi cuerpo y me inspira a ir en busca de mis sueños, de lo que realmente quiero.

Justo ahora, mi sueño es Lachlan.

No me importa nada, corro en pijama y subo a mi auto. Lo manejo en una velocidad bastante alta de acuerdo a Bahía Turquesa (40km/h) hasta llegar a la casa de Raúl, su casa. Bajo del coche y corro una vez más, atravesando el porche de madera y toco sin cesar la puerta.

Entiendo que soy imprudente cuando Raúl abre, adormilado y en pantaloncillos sueltos, tallando su rostro mientras un bostezo se le escapa.

—Buenos días, Raúl, ¿se encuentra Lachlan?

Él me observa de pies a cabeza.

—Ah... —Me señala y luego el interior de su casa, completamente confundido— ¡Cabezón!—exclama y rasca su cabeza, bostezando una vez más—. ¿Cómo puedes estar tan fresca a esta hora?

—Sinceramente, no sé qué hora es.

—Las cinco de la mañana.

—Oh... lo siento.

—¡Cabezón! Ven y atiende a tu visita o le pediré que se retire porque tú eres lo bastante flojo como para no atenderla y no quiero que estés llorando después... ¡¡Lachlan!!

—¡¡¿Qué?!! —gruñe molesto desde el interior.

Asomo mi cabeza, encontrándome a un Lach aún más despeinado de lo habitual.

¿Eso es posible?

Pero la sorpresa se vuelve más grande en él cuando me encuentra.

—¿Qué haces aquí?

—Esa no es manera de recibir a una visita tan especial —dice su tío cuando pasa a su lado y le suelta un zape en la cabeza antes de encerrarse en su habitación.

—Espera un momento —dice y veo cómo corre intrépidamente hacia la cocina para lavar sus dientes de forma exprés y después regresar junto a mí—. Cristina, son las cinco y media de la mañana...

—Cállate —exijo, entrando sin su permiso y completamente decidida. Sujeto su mano y lo conduzco hacia el patio trasero de su casa, colocándome frente a él—. Dime por qué no quieres tener sexo conmigo y sé honesto porque mi cabeza no ha dejado de volar desde ayer. No he dormido nada y no puedo seguir así. Dímelo, por favor. No puedes simplemente decirle a la chica que se supone que te gusta que no quieres hacerla tuya e irte como si nada hubiera pasado. Tengo sentimientos, imbécil. Y tú tienes una responsabilidad afectiva conmigo... ¡Dilo ya! ¿Qué estás esperando? ¿Por qué no hablas?¿Por qué no me das la respuesta que nece...?

—Si no te callas, no puedo hablar.

Guardo silencio.

—Sólo dilo —pido triste e impaciente—. Me estás lastimando mucho.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora