Capítulo 28: Momentos mágicos.

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—¿En verdad me trajiste a la iglesia?—susurra a mi oído.

—Disfruta el momento —le respondo y choco mi codo contra su brazo.

No suelo asistir cada domingo a la iglesia, de hecho, voy muy poco, pero siempre me ayuda a encontrarme y quiero compartirlo con Cristina. Quizá también pueda ayudarla y eso es lo que busco, que se encuentre. Que descubra las piezas que necesita y las una en un todo para poder seguir adelante con la siguiente prueba que se le presente. Porque así es esto, porque así es la vida. Va por niveles y siempre tendremos que seguir avanzando, a pesar de que caigamos continuamente. Es nuestro deber levantarnos más fuertes y continuar hasta que sea todo. Hasta que lleguemos a la recta final y termine.

El evangelio de este día nos habla sobre el perdón y yo no lo planeé.

Lo juro.

Siempre es perfecto, siempre es lo que necesitas.

—¿Qué te pareció nuestra cita?

—Bastante original, debo admitir —responde sosteniendo las correas de su bolso/mochila.

—Pero, ¿te gustó? Te veo pensativa.

Ella asiente lentamente, sin despegar la mirada de la grava por la que atravesamos.

—Para ser honesta... sí, me gustó mucho. No puedo explicar la paz que siento ahora mismo y... no lo sé, simplemente me gustó. —Alza su mirada y me enfoca—. Pero, ahora también me siento como una terrible persona que se irá al infierno porque realmente no sé si alguna vez podré perdonar a El... Eleonora.

—Todo lleva tiempo, bonita. Espera un poco y te aseguro que tu corazón estará listo para perdonar una vez que esté sanado.

La misa marca una pauta que nos permite continuar el día, transformándolo en un momento muy agradable.


(Canción para reproducir durante el resto del capítulo)

Nuestras salidas son buenas en este camino hacia la reconstrucción. Ella está cambiando, se está encontrando, pero yo también lo hago junto a ella. Mi vida también está yendo por un rumbo diferente. Estar en la vida de Cristina hace que tus hábitos, tus costumbres y planes de fin de semana cambien, y no porque me obligue a hacerlo, sino porque me nace, y eso también es magia.

Nadie había sido capaz de lograr tal cosa en mí, me consideraba una persona de indómita voluntad, pero está claro que no lo soy y ella es la culpable.

—¿A dónde me llevarás ahora? —pregunta chupando una paleta de hielo sabor limón para amortiguar los 40º C que rondan en el ambiente.

—Es una sorpresa.

—Para ser alguien que presume detestar las sorpresas, haces demasiadas sorpresas.

—¿Qué te puedo decir? Soy un sinvergüenza —me jacto.

Ella ríe, pero no solamente es eso. El sonido que sale de ella es tan melodioso, casi como si viniera por parte de un ángel o yo que sé. No intento ser cursi porque esas ridiculeces no son lo mío, pero joder que necesito expresar de alguna manera lo increíblemente asombroso que se siente cada minúsculo centímetro de mi cuerpo por ella.

—Sí, lo eres.

¿Qué puedo decir?

Ella ha dicho solamente tres palabras y yo siento que me derrito como un chocolate en baño maría.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Where stories live. Discover now