Capítulo 9: La Corazonada.

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¿A dónde me llevarás?

Es sorpresa.

Muerdo mi labio inferior y simplemente añoro ese día.

*

Noveno día en el infierno.

Ya las cosas están más tranquilas. Las miradas han cedido y los ataques también. Se mantienen solo algunos comentarios ofensivos de vez en cuando, pero a estas alturas, se nos resbalan y me encanta poder sentir que poco a poco volvemos a la normalidad, especialmente porque las vacaciones se acercan y no tendré que ver sus caras más ya que la universidad nos espera el siguiente ciclo.

Suelto un suspiro que se siente a gloria.

—Niñas, me siento bien.

Ambas me miran y esa sonrisa también resplandece en sus rostros, así que sé que el sentimiento es mutuo y eso lo mejora aún más.

Tengo la corazonada de que será un día inolvidable.

El timbre se escucha y así una jornada más termina sin ningún inconveniente mayor. Salgo al estacionamiento con la ruta trazada hacia el auto de Yuji, pero antes de cruzar las puertas, alguien tira de mi brazo, haciéndome regresar en un sencillo movimiento. 

Sonrío.

—¡Hola!

—¿Cómo es que te ibas sin despedirte de mí? —cuestiona Noé, mirándome con aquellos ojos que me derriten, como si yo verdaderamente fuera todo su mundo—.¿Quieres que te lleve a casa?

—Mm, no voy a mi casa. Debo hacer algo antes en la empresa de mi padre.

—Bueno, puedo llevarte a la recolectora.

No se hace, se nace.

—Le diré a las chicas que no me esperen.

Y de esta manera, el chico me lleva en su automóvil hasta la empresa de mi padre. Aparca en el estacionamiento y le pido que aguarde un poco porque no demoraré. Sólo he venido a cancelar los planes del fin de semana porque no soy una ojete, a pesar de que Lachlan lo piense y lo diga cínicamente.

Camino entre las grandes paredes de metal hasta que lo veo a lo lejos mientras descargan algunas rocas gigantes. Alzo mis manos, haciendo señas hasta que me mira y, aunque confundido, se acerca.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta y alza su brazo para limpiar el sudor de su frente.

—No podré asistir mañana a nuestro fin de semana fuera de la civilización —digo y lo entiendo todo cuando sus cejas se alzan al mismo tiempo y su boca se abre ligeramente.

—Ah... bien. Está bien, no hay problema.

A diferencia de él, mi boca se abre con cinismo, mostrando la ofensa que siento.

—Lo olvidaste... —digo en voz baja—. ¡Lo habías olvidado!

Él alza sus manos.

—De igual forma no se iba a hacer, su majestad. No hagas un drama.

—Eres un ojete. —Le señalo.

Él sonríe.

—Sí, sí lo soy.

—¡Y descarado!—chillo.

Su sonrisa se transforma en una corta risa.

—Perdón, Cristina. Lo olvidé e hice un par de planes.

—No importa, también tengo planes, pero al menos yo no lo olvidé.

Parece que entiende mi honesta molestia y le agradezco que tenga un poco de empatía y termine con la burla en su gesto. Pega un suspiro y coloca las manos sobre su cadera.

POR FA, ¡NO TE VAYAS!Where stories live. Discover now