xxi. juventud

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Las piernas de Aiko se movían impacientemente mientras esperaba que el director terminara de hablar con sus padres. Se sentía de regreso en la escuela Primaria cuando algún maestro amenazaba con reportarla con sus padres; cosa que nunca hicieron, pero el pensamiento la ponía muy nerviosa.

Su día no estaba yendo para nada bien. Primero, llegando tarde (algo muy nuevo para ella) luego siendo nominada para reina del baile (cosa que no le pareció gracioso) y ahora se encontraba fuera de la oficina del director.

La mirada que sus padres le dieron antes de entrar no fue feliz y tampoco de enojo, los dos estaban totalmente confundidos ante la situación porque su hija siempre había sido de quien admirar.

-Vas a estar bien.- le dijo Calum, con brazos cruzados, quien se encontraba sentado al lado de la chica.

Todos se habían metido en problemas, pero el Director quería disfrutar esto en vez de simplemente dejarlos en detención. Habían conmocionado una pelea (a pesar que no fuera física) e interrumpieron el horario de clases. Lo que todo director quiere contarles a padres de familia y los miembros de la junta directiva admirarían de su parte.

Aiko ni siquiera escucho a Calum porque estaba hundida en todos los posibles sermones que sus padres le podían dar. Se sentía totalmente nueva, pero se portaba bien por esta misma razón.

Calum suspiro al notar que sus palabras no pudieron calmar a Aiko porque seguía comportándose de la misma manera cuando sus padres llegaron. Él no estaba para nada nervioso porque ni siquiera estaba involucrado en lo sucedido, pero sabía que su madre se aseguraría de castigarlo de igual manera. Le diría algo como:

-¿Qué hacías ahí? ¿Por qué no estabas en clase? ¿Quién te manda a andar metiéndote en lo ajeno?-

Luke tenía su mirada fija en el suelo porque no podía entender cómo es que su novia de años lo había acusado de engañarlo con Aiko. Tampoco podía entender porqué Kimberly no estaba aquí, de alguna manera se había logrado zafar del problema. Pero estaba seguro que los dos no eran iguales, tanto como él lo creyó.

-¿Se te perdió algo, rubio?- le pregunto Serena cuando noto que Luke estaba mirando sus zapatos, estaba equivocada.

-Cierra la boca.- le murmuro Carson, rodando sus ojos.

Los dos habían sido atrapados por el director cuando trataban de escapar de la escena, siendo mandados inmediatamente a su oficina. No sabían si se sentían del todo mal, pero si preocupados. Carson sabía que su padre lo regañaría como si no hubiera mañana. Serena no se preocupaba mucho, como usualmente lo hacía.

Michael tenía su cabeza apoyada en su mano, pensando a que Secundaria podría transferirse ahora. Justo había salido de su suspensión y ahora se encontraba en este lío por error. Sabía que al director ni le importaría escuchar su argumento y lo expulsaría inmediatamente

Pero la que más perdía en la situación era Aiko, siendo ella la causante de la conmoción. Ya había perdido la beca, la confianza que solía tenerle a sus mejores amigos, la amistad que tenía con Michael, y ahora esto.

-Muchas gracias, Director.- se escuchó de la voz del padre de Aiko cuando la puerta de la oficina se abrió -Le aseguramos que esto quedara en el olvido.-

-Estoy seguro que si.- respondió el director con una ligera sonrisa, dándole un apretón de manos a ambos padres.

-Ven, cariño.- hablo la madre de Aiko, colocando su mano en la espalda de su hija y saliendo del lugar urgentemente junto a su esposo.

EffloresceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora