— Porque tus defensas están en un nivel muy bajo, una gripe que durará tan solo un par de días, no te preocupes — explica la enfermera, el desdén presente en sus palabras para restarle importancia.

— Entiendo — respondo simple.

— Vas a tomar esto — dice la mujer tomando un frasco del pequeño estante que se encontraba en el lugar. — Aliviará el malestar, procura no esforzarte mucho, tendrás reposo por cinco días y cuando hayas sanado puedes regresar — añade en cuanto finaliza de escribir las indicaciones previas en una receta, dedicándome una sonrisa.

— Gracias — respondo el gesto de la joven enfermera. — ¿Entonces ya puedo irme? — añado con curiosidad, sintiendo una leve debilidad en mis extremidades, la enfermera ríe ante mi pregunta.

— Sí Gianna, ya puedes irte — responde, un leve asentimiento de mi parte basta para colocarme de pie cuidadosamente. — Nos vemos — se despide, no pasé por alto el fastidio presente en la pelirroja en cuanto abandonamos el lugar.

— ¿Qué tienes? — pregunto, los demás chicos observando con cautela nuestra interacción.

— Nada — tajante, la chica apresura su paso, dejándonos a unos cuantos metros lejos de ella.

— Está celosa — susurra el chico de ojos azules a mi derecha.

— ¿De quién? — la confusión notándose en mi rostro genera risas en Matías, quien niega con su cabeza repetidas veces.

— De ti — responden ambos chicos al unísono, provocando risas de mi parte.

— Definitivamente han perdido la cabeza — digo entre risas, tomando el aparato en mis bolsillos para realizar una llamada.

— ¡Es cierto! — exclama nuevamente Kyle a mi espalda.

— Claro — respondo, el sarcasmo desbordando en mis palabras.

Minutos más tarde, luego de avisar a Joseph mi salida anticipada, éste llegó tan rápido como el tráfico permitió según me explicó en el trayecto a casa, además de un exhausto interrogatorio sobre mi salud y un sermón sobre una adecuada alimentación para evitar futuros accidentes o enfermedades. Nuestra empleada doméstica y el chico de ojos grisáceos eran los únicos presentes en la propiedad, no pude evitar el sentimiento de soledad que se arraigó repentinamente en mi sistema al no escuchar las risas que generalmente provenían de mis hermanas o las charlas sobre negocios entre mis padres.

Recostada en mi cama, un constante pitido proveniente de mi celular logra sacarme de mis cavilaciones, segundos después observando distintas conversaciones de mis compañeros preocupados por mi estado de salud, sin embargo, la única conversación que llama mi atención es la de una morena de ojos chocolates.

                                                                                  Hola Cabello —

No pasan algunos minutos antes de obtener una respuesta.

                             Camila: — ¿Cuándo va a ser el día en que me llames por mí nombre?

                                        No lo sé, tal vez pronto o tal vez no —

                              Camila: — Muy graciosa

                                                                                    ¿Cómo estás? —

                               Camila: — Bien, ¿y tú?

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora