• Chocolate • 09

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Intentaba respirar por todos los medios posibles, sentía el sonido de mi corazón retumbando fuertemente en mis oídos. Las lágrimas estaban acumulados en mis ojos, mientras el dolor asfixiante, e imparable de mi pecho no dejaba de mortificarme.

Mis manos hicieron un vago intento de volver a posar la taza de chocolate en mi boca, pero antes de si quiera cogerla, se resbaló de la mesa y cayó en el suelo volviéndose añicos.
Me quedé observándola con los ojos abiertos sin saber qué hacer. El estruendo que se produjo al fragmentarse, hizo que el dolor se fuera, pudiendo así, volver a la realidad.

—Dios... ¿Qué me está sucediendo? —musite con las manos en la cabeza.

Una, y otra, y otra vez, volvían los mareos a mí. ¿Por qué no podían alejarse? ¿Por qué tenían que hacer de mi cabeza una terrible bomba?

Acaso... yo... ¿tan solo tenía nervios?

Eso era imposible, pues se supone que yo le habría de conocer ya hace bastante tiempo. Además, había visitado aquella cárcel dos veces antes, sin resultado alguno.

Inclusive se me hacía muy extraño que mi jefe no me hubiera llamado ya a confirmar cómo iba todo. ¿Sería que no poseían mucha fe en mí?

Era lo lógico. Yo siempre había sido una ilusa de primera, con estúpidas creencias que me inculcaron las películas de Disney.
Creo que me dieron más el empleo por lastima, que porque verdaderamente vieran algo diferente en mí, que en a las otras cientos de bellas candidatas para el empleo.

Sin embargo, Shino ya había comentado que la empresa no era de fiar. Después de todo, pertenecía a uno de los monopolios más grandes y famosos que la gran urbe de Konoha podía albergar: Los Inuzuka.

Volví en mí nuevamente, con el olor del chocolate derramado en mis fosas nasales. Prontamente me dirigí hacia la cocina trayendo conmigo los utensilios necesarios para limpiar mi desastre.
Después, me di un baño, intentando relajar el nudo en mi espalda. Me puse el típico brillo labial que solía usar, ya que en verdad lo que más odiaba de mi rostro era tener unos labios tan menudos.
No usaba más maquillaje, porque en verdad, mi aspecto físico era lo que menos me preocupaba.

Me coloqué una camisa holgada, la cual introduje dentro de mis pantalones grises pana de tiro alto. Me puse tacones negros y opté por llevar simplemente las dos colas en mi cabello, nada de mis preciosos chongos, nada de nada.

¿Qué me sucedía? Esta mujer que miraba al espejo, no era yo.
Las voluminosas ojeras, junto con el rastro de lágrimas y ansiedad me hacían lucir más madura, cuando apenas y rozaba los veintitrés.

Así es, entré a la facultad derecho a mis dieciséis años. Por lo tanto, salí a los veintiuno sin posibilidades para algún empleo digno ya que me veía muy poco experimentada.

Y lo era.

Sin embargo, no me importó nada más, cogí mi bolso, junto con los papeles que ya me había acostumbrado a cargar siempre. Y entré al metro con las piernas como gelatina, con los nervios acumulándose en mi garganta.

La cárcel me dará la bienvenida, pero de algo que estoy segura, es que no saldré sin ti.

_____________¡Hola! Sé que este capítulo estuvo muy aburrido :( pero es que en serio quiero escribir su primer encuentro desde la perspectiva de Neji

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¡Hola! que este capítulo estuvo muy aburrido :( pero es que en serio quiero escribir su primer encuentro desde la perspectiva de Neji.

Pd: Recuerden siempre, que las imágenes NO me pertenecen.

Gracias por la paciencia u.u los quierooo.

All I Wanted ➳ NejiTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora