SEXTO SÁBADO: GRILLOS

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Me está volviendo loca mi hermano con The Right Stuff de New Kids on The Block. Lleva como vente minutos poniéndola una y otra vez. ¿Qué se supone qué está haciendo? No creo que le haya dado ahora por bailar como los de Fama. Yo es que no les encuentro nada la gracia a esos idiotas vestidos con chupas de cuero de los 50 que cantan un pop romanticón y pasteloso. Espero que John no se haya enamorado de una niña y esté aprendiéndose la canción para cantársela.

He llegado a casa antes de comer. Debería llamar a Liam para hacer el trabajo de literatura. Al final, con la tontería, lo hemos dejado para el último momento y, la verdad, no me apetece pasarme el domingo con las prisas. A ver si con un poco de suerte lo dejamos hoy terminado.

No sé si ya he contado que Liam es una especie de príncipe azul de cuento cuando quiere. Bueno, Liam es lo que quiere cuando quiere, así que, supongo, que terminará consiguiendo ser algo en la vida si pasa de su pereza.

Anoche yo estaba con la duda de si me habría oído o no, aunque, por otro lado, tenía la intuición de que sus preguntas no eran para saber si yo quería que viniera sino, más bien, para avisarme de que iba a venir. El caso es que Carl y su amigo se fueron a por hamburguesas y nosotras buscamos una peli que ver entre los VHS de Becka. Estuvimos un montón de rato decidiéndonos, para llegar a la conclusión de que Willow era una buena opción. El caso fue que, cuando Carl y su amigo llegaron, se empeñaron en que deberíamos cenar viendo Jungla de Cristal. Hombres. Ni siquiera la verían hasta el final, pero al final hicieron caso omiso a nuestros argumentos y la pusieron porque la pasaban por la tele. Reconozco que el sabor de aquella hamburguesa y la pinta de malote de Bruce Willis, me hicieron olvidarme de la conversación con Liam. Y, cuando terminábamos de cenar, allí estábamos prendidas a la historia sin habernos dado cuenta. Carl se marchó, dándole instrucciones a Beck para que dejase todo cerrado y bla, bla, bla. Ahora, en un corte publicitario, cuando la peli se estaba poniendo interesante, sonó el timbre. ¿Qué? Nos miramos asustadas. Eve, directamente, se tapó con un cojín, como si eso le fuese a evitar la muerte. A lo mejor hay asesinos que pasan de acuchillar a las víctimas que se esconden tras los cojines. Becka saltó del sofá, agarró un candelabro de metal de un aparador y se acercó a la puerta. Yo la seguí de puntillas. Miró por la mirilla y se rio. Yo fruncí el ceño y ella abrió la puerta de lo más despreocupado. A mitad de camino entre la puerta del jardín y la de la casa, estaban los chicos. Liam se fijó en el candelabro y soltó una carcajada.

«¿Qué coño estáis haciendo con eso?», preguntó como si ya supiese de antemano qué hacía. Aunque, eso sí, como si diera por hecho otras cosas.

«¿Qué hacéis aquí, Gallagher?», soltó mi amiga. En realidad se hacía la dura porque la idea de que Harper estuviera ahí le seducía tanto como a mí que estuviese Liam.

«Hemos venido a ver si estabais bien o necesitáis unos escoltas», sugirió Dave de forma irónica.

«No, necesitamos escoltas para que os alejen de aquí», dijo Eve que, envalentonada con el cojín en las manos, hablaba detrás de mí.

«Entonces, podemos entrar, ¿no?», dijo Liam, directamente caminando hacia la puerta. «¿Qué hacéis?».

«¡Vemos Jungla de cristal!». Reconozco que le contesté muy animada porque estaba súper contenta de que estuviera ahí. De que hubiera venido.

«¿Y de qué va?», me preguntó a un paso de la puerta. Estaba a punto de contestarle cuando me dio un beso en los labios. Ya se me olvidó de qué estaba a punto de hablar y, simplemente, me quedé sonriendo como idiota.

Entraron, a pesar de que Eve recordó que los padres de Becka llegarían en algún momento. Nadie sabía cuándo. Eran las diez menos cuarto, seguramente volvieran mucho más tarde, y Liam quitó hierro al asunto diciendo que él tenía que llegar pronto a su casa. Yo me reí. ¿Qué es pronto para Liam?

Eres mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora