JUEVES

490 65 15
                                    


Cuando nos hemos sentado, cada uno en su pupitre, me ha mirado. Yo le he sostenido la mirada un poco, pero al final no me ha dicho nada. No miento cuando digo que me hubiese gustado que me pidiera perdón, pero no debe de ser una palabra que esté en el corto vocabulario de Liam. He dejado de mirarle y he sacado el cuaderno.

Ayer, cada uno volvió a casa por su cuenta. No hicimos la mitad del camino juntos como el martes. Yo iba escuchando música con el walkman y él iba, no lo sé, quizá unos metros por detrás. No tenía muchas ganas de volverle a escuchar cosas como lo aburrida que soy. Lo cierto es que, después de un buen rato de darle vueltas en casa, me di cuenta de que no era para tanto. Quizá sí es aburrido el libro de historia, pero no hacía falta que se metiera conmigo por sugerirle que lo hojeara. A veces no sé qué tengo que decirle a Liam para caerle bien del todo. Como el otro día, cuando me contaba que su madre era buena cocinera. A lo mejor Liam sólo quiere que yo me sorprenda por cosas como esa y que le pregunte una y otra vez por él mismo. A veces no sé por qué me empeño tanto en gustarle, si es un egocéntrico que sólo se mira a sí mismo. Como ahora, que lleva un rato mirándose en el reflejo de la ventana.

¡Vaya! Me he quedado embobada mirándole. A lo que iba: que es idiota. Creo que ya ni me gusta, de hecho. Esta mañana lo he pensado. Ha surgido la magia. Me he despertado y, plin, ya no me gusta. Es que, a ver, lo tiene todo para terminar siendo dos cosas: a) un fracasado y b) el Rey del Mundo. Teniendo en cuenta que para Rey del Mundo tiene que esforzarse un montón, es más fácil que termine siendo un fracasado. Además se cree el mejor en todo, lo cual es el mayor de sus fallos, irónicamente. Se mete con la gente que él considera inferior y siempre está buscando alguna pelea. Parece que disfruta de ser un hooligan en miniatura. Y es un ególatra, sólo habla de sí mismo y de lo que le rodea.

«Sally, ¿tienes hambre?».

Le he mirado y me estaba ofreciendo media chocolatina Milky Way. He fruncido el ceño un momento. ¿Esa es tu manera de pedirme perdón? ¡No lo hagas, capullo! Estoy tratando de ponerte verde en mi cuaderno y ahora va a parecer que lo que escribo son mentiras.

«¿Quieres o no?».

He aceptado, al final. Mierda, me ha podido el chocolate. Que conste que ha sido el chocolate, no esa manera en que me ha mirado con sus ojos azules y una ceja algo arqueada. He sonreído tímidamente y él ha asentido satisfecho y se ha puesto a reír cuando lo he mordido.

«Se me había caído al suelo», ha dicho entre carcajadas.

LE

O

DIO

Tenía dos opciones, levantarme y pegarle un bofetón, que no va para nada conmigo; o ser más inteligente que él.

«Pues no sé con qué limpian el suelo de este colegio pero está de muerte, gracias».

¡Chúpate esa, cabrón!

Creo que un coro celestial de ángeles ha empezado a hacerme la ola mientras él dejaba de reírse. Por un momento, me he bajado de mi estado eufórico por la victoria pensando en que se iba a enfadar. Pero me ha mirado algo sorprendido y ha puesto esa sonrisa socarrona tan típica de él. Me he revuelto en la silla un poco, esperando a ver qué corte tenía pensado darme ahora.

«Eres graciosa».

Otro coro de ángeles celestiales se ha puesto a cantar a mi alrededor. Y mi corazón latiendo a mil por hora llevaba el ritmo de sus voces y de sus arpas. Graciosa. Ayer aburrida y hoy graciosa. No sé si Liam tiene trastorno de personalidad, pero me da igual. Me he vuelto a enamorar.

«Está bien, te perdono», le he dicho. Los dos dábamos por hecho que él no iba a pedir perdón en la vida. Me ha sonreído y yo le he tenido que sonreír a él, poniendo en evidencia lo muy pillada que estoy por su persona. Espero que no lo haya notado.

Nah, seguro que no lo ha notado. O se le ha olvidado rápido, porque ha entrado el profesor Duncan y nos ha hecho ponernos a estudiar. El resto del rato ha estado sentado tras el escritorio de profesor haciendo cosas de profesor. Yo hago como que estudio pero en realidad escribo esto porque estoy demasiado emocionada con lo que ha pasado como para que se me olvide. Me pregunto si Liam se emocionará de igual manera con alguien. Obvio que conmigo no, pero con alguien, quizá. No debería ni plantearme esto, porque es un chico, los chicos sólo se emocionan si Inglaterra gana un mundial de fútbol, ¿no? Debería preguntarle a mi hermano John. Aunque sólo tiene trece años y seguro sólo se preocupa por si el Manchester City gana el partido del sábado. Mi primo Niall quizá me saque de dudas, porque tiene dieciocho. Aunque, pensándolo bien, no sé cómo abordar a mi primo para preguntarle sobre ese tema. «Eh, hola, Niall. ¿Os emocionáis si una chica dice que sois graciosos?». No lo veo claro. Tengo que planearlo mejor. Además, hace tiempo que no nos vemos. Mamá discutió con el tío por unos asuntos súper importantes —la venta del coche del abuelo que llevaba siete años parado en su casa de Galway— y hace tiempo que no vienen a comer. No sé por qué mamá es tan cabezota y tan enfadona. Tiene la mecha muy corta, se enciende en pocos segundos. Menos mal que no me parezco a ella en absoluto. Bueno... a lo mejor un poco. Quizá sí que debería ponerme a hacer algo de deberes para mañana.

No sé el rato que me he entretenido con un comentario de texto, pero el profesor Duncan ha salido un momento y nos ha dicho que no hagamos nada de ruido. Creo que él, como yo, sabe que Liam es capaz de levantarse y bailar pogo con los pupitres si está muy aburrido. He sonreído como niña bien antes de que se fuera y cuando se ha ido, he soltado un suspiro que no contaba que fuese a ser tan alto. Liam me ha mirado.

«¿Qué has hecho?».

«El comentario de lengua».

«Y yo. ¿Me dejas ver el tuyo?».

«¿Verlo o copiarlo?».

«¿Siempre tienes que estar a la defensiva? Quiero comprobar si me falta algo».

He rodado los ojos y se lo he dejado. Es una persona muy convincente. O yo soy muy débil, una de dos. Por eso ahora he vuelto a escribir en el cuaderno, porque no tengo nada que hacer. Quizá rellene el resto de hoja con corazones en los que ponga: «Amo a Ian Brown».

«¿Qué escribes tanto en ese cuaderno?».

He subido la vista hasta Liam. Vaya, se ha dado cuenta. Creo que mi cara ha decidido contestar por mí algo como: "Escribo sobre ti". Sentía cómo me ardían los carrillos. He carraspeado un poco, haciendo tiempo, a ver si se olvidaba, pero no, seguía mirándome. ¿Qué te importa, capullo? Nunca me haces caso y ahora quieres saber qué escribo.

«Escribo la letra de Sally Cinnamon».

Ha puesto una mueca de que no le convencía mucho, se ha encogido de hombros y ha mirado el comentario de texto. Ha debido de pensar: "Cosas de chicas". He rodado los ojos y he soltado otro suspiro. Definitivamente voy a llenar la hoja de corazones con el nombre de Ian Brown por si se le ocurre comprobar qué escribo.

 Definitivamente voy a llenar la hoja de corazones con el nombre de Ian Brown por si se le ocurre comprobar qué escribo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Eres mi mundoWhere stories live. Discover now