CUARTO SÁBADO: ESPEJO

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Nota: Feliz Navidad, feliz año nuevo 2016 y Feliz día de Reyes. Así todo junto, aunque se haya acabado ya. He estado desaparecida porque es importante tomarse las vacaciones al pie de la letra y disfrutar de la Navidad como hay que disfrutarla, con la familia. Pero, como en estas fechas viene siendo habitual (justo y necesario), hay regalos. Por eso os traigo un capítulo muuuuuy largo para que no tengáis queja. Besitos.


CUARTO SÁBADO: ESPEJO


La Naranja Mecánica es un tanto estrambótica. No sé si es por la forma en que actúa Malcom McDowell, por los planos que hace Kubrick, por su falta de color o por la música de Beethoven. Lo cierto es que la violencia es lo de menos. Yo ya había leído el libro, así que sabía lo que iba a pasar, pero no imaginaba que fuera a pasar así. No sé. Es mejor el libro, como siempre. Habrá quién dirá que es una película de culto. Yo sólo creo que es una película con un alto abuso de desnudos y una gran banda sonora. Pero eso es sólo mi opinión. A Carl le gustó mucho, por ejemplo. También a Dan, que aseguró que se compraría unas Martens —espero que no para patear mendigos—. Yo sentí sobrecogimiento en alguna ocasión y sentí menos pena por Alex de la que sentía leyéndole.

Tony vino, tenía muchas ganas de verla. Dijo que Dave tenía que estar con Cassie porque la pelea de Patty conmigo había hecho que su novia le pusiera entre la espada y la pared. Al principio no lo entendí, porque ¿y a ella qué más le da donde esté su novio cuando está con sus amigos?, pero luego pensé que yo también habría puesto el grito en el cielo. Dijo que Liam tenía cosas que hacer, aunque terminó confesando que la pelea de Patty conmigo también le había puesto en un compromiso. No por Patty, sino por mí, porque habíamos terminado discutiendo entre nosotros. Y, en ese momento, se me olvidó lo fuerte que soy y me convertí en una chica frágil con ganas de llorar. Liam me odiaba. Me lo merezco. Me lo devolvía el Karma por odiarle tanto. Y no me gustaba nada esa sensación.

Pero cuando Alex estaba a punto de empezar a explicar que él y sus drugos estaban en el bar Korova, sonó el timbre. Paramos la peli y Carl subió a ver quién era. Becka imitó la voz de Malcom McDowell para pedirle un cigarro a Tony y Eve se puso a reír porque lo hacía fatal, entonces ella lo hizo y también lo hacía fatal. Dan fue el único que tenía un cierto parecido y me miraron para que yo lo intentara, pero no. No iba a hacerlo.

«Gallagher me ha llorado en la puerta porque quería entrar», dijo la voz de Carl por la escalera, mientras sus pies iban apareciendo escalón a escalón.

Luego se escuchó la risa de Liam, al que debió de hacer gracia la broma del hermano de mi amiga. Yo me encogí un poco en el sofá. Oh no. Liam me odiaba y ahora íbamos a respirar el mismo aire viciado de esa habitación de no sé cuántos, pero pocos, metros cuadrados. No me miró cuando saludó de forma generalizada con un: «¿Qué pasa, idiotillas?» y se sentó al lado de Carl que era el único sitio libre. Luego Carl le dijo: «Ni se te ocurra meterme mano, Gallagher» y Liam le puso una mano en la pierna que Carl se quitó con desagrado y una gran carcajada. Cuando dieron al play, Dan me pasó un brazo por los hombros y, reconozco que como estaba así de sensible, me sentí bien bajo su ala. Como si en ese instante supiera que él no iba a dejar que pasara nada malo.

Los chicos comentaban la peli a medida que pasaban las escenas, pero cuando comentábamos algo nosotras nos mandaban callar porque "las chicas siempre hablan durante las pelis". Es increíble cómo son de idiotas. Pero ahí estaba yo, atrapada en cada idiotez que Liam Gallagher decía. Hasta me reí demasiado de una de sus estupideces. Y me miró. Entonces recordé que estaba enfadada porque él estaba enfadado y giré mi vista, dignamente, hacia la pantalla. No sé qué cara puso, aunque me moría por saberlo.

Eres mi mundoWhere stories live. Discover now