Eres mi mundo

QUINTO SÁBADO: PUTA

Tengo resaca.

Ayer ni escribí porque... todo fue demasiado ajetreado y cuando llegué a casa estaba muy cansada. Y... ¡madre mía! Espero no tener lagunas mentales mientras escribo todo lo que pasó ayer. Y Viva San Patricio.

¡Qué ganas tenía de estrenar el vestido! Mamá puso el grito en el cielo cuando me vio con las botas militares y me hizo cambiarme porque «no sé qué te crees que llevas puesto». De nada sirve rodarle los ojos a mi madre y hablarle de que Cindy Lauper lo hace, porque mi madre dice: «No sé quiénes son los padres de esa tal Cindy, ni porque le dejan salir así, pero tú así no sales». Y ya está, y se acabó. Fin de la discusión. Así que me puse unos botines de plataforma que son un poco más elegantes. Y así, bien mirado, la verdad es que el tacón estiliza las piernas y quedaba muy bien. Pero claro, no contaba yo con que a una hora determinada acabaría con dolor de pies. Luego me puse una cazadora vaquera, estampada de estrellas, encima y metí todo en un bolso de saco con flecos azules. Me encanta, por cierto. Me puse trece pulseras rosas en una mano, o sea todas las rosas que tengo, y diez verdes en la otra. Las sombras de ojos que elegí fueron azules, no por nada, es que se llevan este año. Pintalabios rojo, colorete y para el pelo me lo cardé un poco y lo eché hacia un lado. Eve me haría unas trenzas sueltas después con unas extensiones azules que tiene. Me encana tanto el vestido... Mejor voy a hacer un dibujo.

En casa de Becka nos entretuvimos peinándonos. Bueno, Eve me hizo las trenzas y a Becka le hizo una coleta alta con mechones de colores que le resaltaban mucho con su pelo negro. Y, mientras estábamos allí, Tony llamó por teléfono. Llamaba desde una cabina, los chicos se retrasarían porque habían tenido "complicaciones". ¿Qué complicaciones? No lo sabríamos hasta un buen rato después. Así que nada, nos dijeron que ya nos veríamos allí. Eso cambiaba mucho los planes. Becka se enfadó y nos contagió a Eve y a mí. Becka tiene esa habilidad. Despotrica poco, pero cuando despotrica te hace despotricar dándole la razón. Por eso salimos de su casa, las tres, diciendo que «son unos imbéciles. A ver qué es eso tan importante que tienen que hacer».

Todo ello supuso que llegáramos mucho antes de lo esperado, incluso habiendo pasado a recoger a Dan por su casa. Así que el ambiente de la sala de la fiesta era bastante parroquial, a pesar de haber cerveza. Había familias con niños y música tradicional. Las banderas de Irlanda y los tréboles inundaban todas las paredes. La sala era bastante grande, de momento diáfana. Había tres barras, dos enfrentadas en las paredes laterales y una en la del fondo. Al lado de ésta última estaba una cabina de dj donde había un par de chavales. Nosotras tres nos miramos un poco decepcionadas, Dan estaba bastante alegre. La gente más de nuestra edad eran unas chicas de la clase de mi hermano y él y sus amigos. Unos estaban en un rincón y los otros en el otro como si no se conociesen de nada ni compartieran cuarenta horas semanales en la misma aula. Mis padres y los de mis amigas hablaban junto a una barra de metal, con pintas en la mano. Procuramos no pasar muy cerca de ellos, pero dio igual porque el padre de Eve nos vio y nos gritó animadamente para que nos acercáramos. Y lo hicimos, porque hacernos las sordas habría sido peor; no habría parado de gritar hasta que fuésemos. Además Dan aprovechó para ser "el chico responsable" que nuestras madres piensan que es. Y ahí que si «qué guapas, ¿a quién venís a impresionar?, calla que yo a su edad también me pintaba los ojos, ¿te acuerdas en aquel concierto de los Kinks?, no se os ocurra beber, bueno como mucho un par de cervezas...», y como ya se estaban poniendo pesados, nos fuimos lejos de allí. Eso sí, con una cerveza que terminó pidiendo Ivor, el padre de Eve, para compartir entre los cuatro.