CUARTO MIÉRCOLES: RECAPITULACIÓN

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Reconozco que me estoy volviendo paranoica. Bueno, que me he vuelto paranoica, de hecho. En un principio escondí el cuaderno en cuanto lo volví a tener en mis manos, pensando que jamás volvería a posar un bolígrafo sobre sus hojas, pero en realidad me ayuda. Es como mi pequeña terapia. Y ahora que estoy paranoica necesito mucha terapia. Aún se escapa de mi conocimiento cómo pude perderlo. Es más, cómo pude dejarlo a la vista de alguien. ¿Por qué no he tenido cuidado? Sally, ¿por qué no has sido cautelosa? ¡Joder! Releí las páginas, preocupada, asustada. Creo que no he puesto nada demasiado malo de nadie, ¿no? Bueno, de Liam, pero también he puesto cosas geniales de él. ¡Demonios!

Hice una lista de sospechosos. A ver, lo primero, mi casa: mamá, papá y John. Si mamá hubiera leído esto estaría castigada no, lo siguiente. Puede que pasara por alto lo mucho que a veces la odio cuando me hace sentirme una hija mala; pero no creo que hubiera pasado por alto el alcohol, los porros y que me hable con el bravucón de la clase. Por eso mamá no lo ha leído. Por mucho que papá sea un trozo de pan, creo que el alcohol y el fumar tampoco habrían sido cosas que él dejase pasar. Y John... bueno, él sabe de primera mano que me gusta Liam; quizá me habría vacilado un poquito o habría tratado de picarme leyéndolo en mi cara pero no es tan retorcido como para dejarme un mensaje anónimo. Bien. Y sabiendo esto, ¿quién ha leído el cuaderno entonces? He decidido remontarme al viernes que fue la última vez que lo vi.

El viernes, por la mañana, Liam se sentó en la mesa de delante mientras esperábamos a que viniera el profesor. Comienzo a pensar que siempre que quiere proponerme algo hace eso. Le miré y sonrió. «Ya no puedo atrasarlo más, Sally», fue lo primero que dijo. Yo me quedé un momento paralizada, ¿a qué se refería? Dale alas a mi imaginación y crearás un monstruo. Lo debí de mirar con una mueca un poco sorprendida porque en seguida reaccionó atropelladamente. «No me decido a comprar un disco para el cumpleaños de mi hermano Paul. Acompáñame a Sifters esta tarde». Ah, que era eso. Y yo pensando en que estaba declarándose. «Por favor», añadió cuando vio que no le respondía. «Tú sabes más de música que yo, o eso dices», me dijo también. Sonreí y accedí. Se levantó para ir a su sitio diciéndome que era la mejor. Merece la pena hacerle un favor si luego dice cosas como esa a pleno grito en mitad de clase.

Saqué el cuaderno porque quería escribir tan importante acontecimiento que acababa de suceder, pero, entonces, Maggie O'Malley se acercó a mi sitio. Miró el cuaderno un momento, pero lo cerré, sin darle importancia. «Te llevas genial con Liam, ¿verdad?». Asentí, como si de verdad me llevara genial con Liam. Fue un poco por orgullo, en plan: «jódete, moñas». No debería haber sido tan arrogante, quizá. «¿Te acuerdas lo que hablamos en mi cumpleaños?», preguntaba en plan inocente, llevándose el pelo tras la oreja. Yo asentí. «Nunca se lo digas», agregó con una sonrisita. Yo le dediqué otra y negué con la cabeza. «Pero si le hablaras de mí... Podrías decirle que no estoy enfadada con él por lo de Patty. Ahora tú y yo somos amigas, Sally, ¿verdad?». Mosquita muerta, ¿crees que soy idiota? «Descuida, Maggie». Fui cortés, ella me sonrió. «Se lo contaré, a ver si a él le importa». Assshh... me salió otra vez la prepotente. Creo que no le hizo mucha gracia, aunque no me rebatió porque el profesor entraba al aula.

Y ahora tenía dos cosas que escribir en el cuaderno, pero la clase se puso intensita y no me dio tiempo. Además, luego en ciencias, con Dan a mi lado, no era plan de ponerme a escribir. Aunque el cuaderno reposaba sobre la mesa y ya lo habíamos usado una vez para hacer derivadas, parecía pasar inadvertido totalmente para mi amigo. O eso es lo que creía yo. «Oye, ¿te apetece que esta tarde vayamos a dar una vuelta por el centro?». Le miré un momento. Cualquier plan que me proponía Dan suele apetecerme, pero esa tarde no. Le dije que no podía, pero no le dije el por qué. Mal hecho, porque estuvo preguntándome. «¿Ir a casa de Becka los viernes por la tarde es como ir a misa los domingos? ¡Venga, Sally!». Mientras trataba de tomar apuntes negué con la cabeza. «Me ocultas cosas...». Seguía empecinado y yo me reí. «Sally White, cuéntamelo. Si no, voy a tener que leerlo en la libreta esa que usas de agenda en la que apuntas cuantas veces te cambias de bragas». Yo le miré con la boca abierta, achinando la mirada y dramatizando un poco. Cogí el cuaderno y, yo juraría, lo eché a la mochila. Luego le miré, le enseñé los dientes en una amplia sonrisa y le dije que había quedado con Liam. «¿Con Liam Gallagher?», preguntó como si no fuera posible. Asentí, sin disimular mi confusión. «¿Vais en serio?». Me ruboricé al tiempo en que negaba con la cabeza. Le expliqué lo de los discos para su hermano, pero Dan no parecía del todo convencido. Lo que dijo a continuación me dejó a cuadros: «¡Ah! Así que ahora Liam es tu mejor amigo, ¿no? Todo el día estás donde está Liam. Ahora le ayudas a comprar un disco para su hermano...». ¿Será posible que esté celoso porque tengo más amigos que él? Increíble. No me esperaba para nada eso de Dan. Ni que luego siguiese haciéndose el ofendido. Incluso cuando en la mesa de al lado, O'Malley nos mandó callar porque hacíamos ruido. Ni siquiera quiso meterse con ella como otras veces. Me dejó vendida.

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