Eres mi mundo

TERCER MARTES: X=?

Me ha llegado una nota volando hasta mi mesa. Es de Dan. Le he mirado y no me mira, porque hace que atiende al profesor.

¿Cuánto te daba el segundo ejercicio? A mí me daba x= 7.

¡IGUAL!

¡Bieeeeen! Somos igual de idiotas. Dice O'Malley que era 14 seguro.

¿Qué? Ni caso a O'Malley. Somos dos contra uno.

¡Dos cateados!

Pero seguimos siendo más.

Vaya mierda de examen, de verdad. Si apruebo, me tatúo la ecuación en el brazo para recordarlo de por vida. Menos mal que ya después de esta clase nos vamos para casa. Estoy cansada. Pienso tumbarme en mi cama, boca abajo, y dejar que la tarde pase. A lo mejor también lloro un poco, según las ganas que tenga cuando esté allí. ¡Ay, jo! ¿Por qué se me da tan mal todo?

Me llega otra vez la nota. Ahora está hecha una pelota. La abro. Ah, no es la letra de Dan. Miro un momento a mis compañeros, para saber de dónde viene, pero ni idea. Mejor si la leo.

¡Tú, imbécil! Que hay partido a las cuatro donde siempre. No te olvides las putas botas, gilipollas.

Levanto otra vez la cabeza, esta vez miro adonde está sentado Tony. Sí que me mira. Me encojo de hombros. Nos dedicamos miradas de incertidumbre. Luego ve el papel en mi mesa. Niega con la cabeza y le da la risa floja mientras hace aspavientos. Cree que está siendo silencioso, pero no. Señala a alguien detrás de mí. Yo miro, totalmente alucinada. Pero es obvio que sus movimientos de señalero de aeropuerto, llaman la atención del profe.

«Harper, ¿bailando céili?».

«¿Eh?».

Hay un rumor de risitas general por toda la clase y Tony está cortado sobre su mesa. Liam le mira riéndose, fastidiado por haberse perdido el espectáculo. Cuando el profe vuelve a lo suyo, Tony me mira y vocaliza: «Vinny». Y yo, por fin, deduzco que le tengo que pasar la nota a Vincent Coleman.

A continuación le paso una nota a Becka, informándole de que su novio juega al fútbol esta tarde donde siempre y le insisto en que pregunte dónde es donde siempre y que, ya de paso, le pregunte si va Liam. Y ya de paso también le pregunto si tiene algo que hacer esta tarde o le apetece ir a ver a los chicos jugar al futbol. Después de leerlo, se da la vuelta y me mira, sonríe y me hace un OK con la mano.