SEXTO MARTES: INTER-ERUPCIÓN

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Estoy enfadada con Liam. Mucho. Pero voy a contar lo que ha pasado hoy porque, joder, porque aún me tiemblan un poco las piernas cuando lo recuerdo. Sólo diré, de momento: I was made for loving you. Es más, la voy a escuchar.

Bueno, me voy a saltar lo aburridas que han sido las clases y que Liam y sus amigos han estado jugando al fútbol en el recreo y voy a ir a lo fundamental. Hoy no ha habido notitas voladoras ni nada, se ve que ya nos habíamos dicho demasiado ayer o que Liam estaba teniendo una crisis de identidad. O sus nueve personalidades la tenían. O un ataque de amnesia transitoria, bueno, lo que fuera. Delante de los demás no se ha dejado ver como ayer por la tarde cuando le llamé. En parte me daba igual porque un acercamiento en público me habría matado de nervios y porque me gustaba la idea de que las cosas fueran especiales y secretas entre nosotros.

Lo importante empieza cuando han terminado las clases que, en la puerta del instituto, se ha acercado despreocupado, con su seguridad innata y ha dicho:

«¿Te vienes a comer a casa? Así me ayudas con álgebra, que hoy hemos tenido bien todos los ejercicios de ayer».

Le he mirado alzando una ceja. O las dos, como no me veo. Se me ha escapado media sonrisa. Qué excusa. ¿Por qué se justificaba?

«¿Quieres que hagamos juntos el trabajo de literatura que hay que hacer por parejas?». He vuelto a sonreírle.

«¿Hay que hacer un trabajo?».

He rodado los ojos.

«Sí. De literatura. ¿Qué estabas haciendo en clase?».

«Emmm...». Se ha encogido de hombros y se ha reído. Lo peor: me ha parecido muy mono.

«Venga, tira».

Ha sonreído y se ha encendido un cigarro mientras caminábamos. Yo esperaba que no fuésemos por el camino largo porque, la verdad, pasaba de volver a cruzarnos con su padre. Aunque Liam se ha puesto a hablar con Dave, así que he supuesto que íbamos con el resto y me he acercado a las chicas.

Hasta el camino que se bifurca, Eve me ha estado animando a que pasara algo. Yo, obviamente, les he contado a mis amigas lo de ayer. De hecho, las dos han leído el diario esta misma mañana antes de clase. Eve está como si ella fuera yo, igual de emocionada. Becka dice que por más que le pregunta a Tony, Liam no ha contado nada a sus amigos. Sin embargo, yo creo, y ellas también creen, que Liam se siente demasiado cómodo entre nosotros y si tiene que abrazarme, pues lo hace. Como justo cuando llegamos al cruce, que me pasó el brazo por los hombros y les dijo a sus amigos que ya nos veíamos mañana. Y a nadie pareció extrañarle. Puede que Liam no les diga nada de mí a sus amigos, pero Tony y Dave no son idiotas. Tienen ojos.

Peggy ha sonreído y ha dicho que ella ya había comido, que hoy se tenía que ir antes porque había quedado con una de sus hermanas. Pero, al final, se ha quedado el tiempo que hemos tardado en comer, porque así dejaba recogido todo y ya se quedaba tranquila. Eso ha dicho. Supongo que ella daba por hecho que Liam no iba a fregar ni un plato. Después, ha dicho a Liam que prepare té, le ha dado un beso en la cara y se ha marchado. Liam me ha sonreído como si estuviera cansado de ser el chico bueno que siempre procura ser con su madre delante y yo he repiqueteado con los dedos sobre la madera de la mesa. Pero por los nervios, creo.

«Bueno, ¿de qué es el trabajo?».

«Hay que elegir un extracto de un libro de un poeta del Siglo XVIII y analizarlo».

«¿Cualquier pavo del Romanticismo?».

«Sí. Cualquier pavo de ese siglo. Poeta. Y luego, después de analizarlo, hay que hacer un poema».

Eres mi mundoWhere stories live. Discover now