SEGUNDO MARTES: PIEDRAS

449 52 7
                                    

Ayer no volví a contestar a Liam por dos razones. Porque la profesora nos mandó a casa media hora antes y porque me suponía que iba a estar dándole la vuelta a la tortilla a cada cosa que yo escribiese. Al menos ya sabía una cosa: no le gustaba Patty Hoffman.

Liam recogió sus cosas y me esperó en la puerta. Me despedí de la profesora, que tenía pinta de estar deseando largarse, y salí del aula con Liam a mi espalda. En parte estaba un poco confundida porque él hubiese sido tan directo al preguntarme por Dan, por muy equivocado que estuviera. Porque, ¿qué le habría llevado a pensar así?

«Sally».

Le miré. Parecía estar pensándose mucho lo que quería decirme y eso no me ayuda nada, porque si ya de por sí Liam es un misterio, cuando yo trato de entenderle, se me pone un nudo en el estómago que no sé definir exactamente.

«Esta mañana Maggie estaba con Eve y contigo...».

Ah sí. Cuando ayer llegamos al instituto, Maggie se nos acercó y pasó a clase con nosotras. Aún estaba agradecida por lo del sábado en su casa. Me cae un poco mejor ahora. Nunca me ha caído mal del todo, pero ahora me cae mejor. Bueno, a pesar de lo que Liam dice.

«Se te acerca porque está picada con Patty, pero en cuanto hagan las paces, volverá a pasar de tu culo como antes».

«Eso es muy feo, Liam. Además, que no me importa, para mí mejor».

Cuando Liam hace como que es normal que la gente pase de mi culo, por muy verdad que sea, me hace daño. No sé dónde recibió clases de diplomacia, pero carece totalmente de tacto y parece no darse cuenta de lo hiriente que es cuando habla.

«Vale, porque Maggie bueno, pero Patty no es buena del todo. No quiero que te metan en un lío».

«¿Y desde cuando te preocupas por mí?».

Se quedó mirándome un momento. Esta vez era yo la que había tenido poco tacto, pero era la verdad. Se encogió de hombros. Ojalá pudiera decirle que él era el que de verdad me metía en líos. Sí, líos en mi propia cabeza. Continuamente.

«Sally, en realidad me caes bien».

Lo miré con más sorpresa de la que me hubiese imaginado. No porque a esas alturas no pensara que le caía bien a Liam, sino porque me lo había dicho así, como a la defensiva.

«¿Y por qué iba a caerte mal? No te he hecho nada».

«Lo sé. Por eso». Miró al suelo y, cuando salíamos del colegio, se tanteó en los bolsillos buscando un cigarro que se encendió después de volverse a tantear los bolsillos buscando un mechero. «Sally, cuando te pregunté qué hacíais el viernes era porque Tony me había dicho que te preguntara, porque quería acercarse a Becka».

Le miré y entreabrí la boca como si fuese a decir algo, pero no sabía qué decir. ¿Se suponía que se estaba confesando? ¿Se suponía que me estaba diciendo que no tenía ningún interés en mí? Vale, podía colar, pero entonces ¿por qué lo de la cocina de casa de Maggie? ¿Por qué, incluso, apareció en mi casa el viernes? ¿Por qué me pregunta si salgo con Dan? ¿Por qué me vuelve la cabeza tan loca?

«Eres buena, Sally. La gente se aprovecha».

«Ya veo. Incluido tú».

«No... bueno sí, pero ahora es diferente».

«¿Por qué?».

«Porque de verdad me gusta como eres».

A esas alturas de conversación, sentí que había perdido el estómago unos pasos atrás y casi me dieron ganas de ir a recogerlo.

Eres mi mundoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt