-Princesa, soy más viejo y más experimentado que tú.

Exclama sonriendo ampliamente y yo levanto una ceja confundida, observando cómo todos se van de la habitación dejándome a solas con él.

-¿Acaso nunca te han dicho que siempre puedes controlar a un mentalista más joven?

Me pregunta levantándose y agarrando una botella de tequila, para después darle un sorbo. Mi silencio es su respuesta.

-Menos mal que mis amigos no te han golpeado, sería un fastidio destrozar esa cara y ese cuerpo que tienes.

Dice señalándome con su dedo índice y yo le escupo desde donde estoy, provocando que se ría.

-Vamos a jugar a un juego, ¿te parece?

Exclama sentándose delante de mí, balanceando la botella entre sus manos. Sigo seria y el hombre se ríe.

-Si me obedeces y no te resistes a mis órdenes, todo irá bien. Si, en cambio, te resistes, tengo unas pequeñas pastillas que darte.

Me explica levantándose y abriendo un cajón de dónde saca una bolsa con algunas pastillas blancas dentro.

-¿Qué es eso?

Pregunto con algo de miedo y el hombre sonríe de lado removiendo la bolsa con rapidez.

-Burundanga, mundialmente conocida como...

Empieza a decir él, pero yo lo interrumpo.

-La droga del violador...

Murmuro cerrando los ojos, deseando que no me de ninguna pastilla.

-Parece que sabes cómo va esto.

Dice el hombre sentándose en la silla de nuevo y apoya sus brazos en el respaldo para mirarme sonriente.

-Con una sola pastilla, puedo anular tu voluntad completamente, y sin necesidad de utilizar el mentalismo.

Murmura él observando las pastillas sin perder su sonrisa y yo no dejo de mirarlo con asco.

-Y lo mejor de todo es que tu cuerpo elimina la sustancia en tres horas... ¿Acaso no es genial?

Exclama el hombre orgulloso de sus pastillas y yo suelto un suspiro, rogando por irme de aquí.

-Bien, empecemos... Quítate la camiseta.

Ordena de repente el hombre y yo frunzo el ceño, no dispuesta a hacerlo.

-Tienes 3 segundos, princesa.

Susurra él sonriendo divertido y yo me la quito lentamente, escondiendo mi cuerpo con mis brazos.

-Buena chica... Ahora, los pantalones.

Ordena de nuevo sin dejar de observar mi cuerpo con lentitud y yo le hago caso, haciéndome una bola para esconderme de su vista.

-Y por último, la ropa interior.

Murmura perdido en mi cuerpo y entonces sé que no puedo hacer eso. Empiezo a retroceder en la cama y el hombre se ríe, abriendo la bolsa.

-Esto se va a poner divertido.

Exclama poniéndose de pie mientras sujeta una pastilla entre sus dedos. Se acerca a mi algo torpe y yo cierro los ojos para no mirarlo; pero un bofetón por su parte provoca que los abra y que lo vea a los ojos.

-Trágate la pastilla.

Me ordena serio ofreciéndomela, y yo, inconscientemente, la agarro y la trago, arrepintiéndome segundos después. El hombre empieza a reírse y se quita la camiseta, mientras que yo empiezo a sentirme mareada.

Just feel.  {Justin Bieber}Where stories live. Discover now