Como siempre, estar sin trabajar, me hacía muy feliz; incluso el personal de la casa parecía más alegre de lo normal... Saber que ya no los iba a ver, a mí me daba tristeza, no solo porque ellos hacían todo lo que yo no quería hacer, iba más allá de solo mi flojera, en todo el tiempo que llevaba en la casa, les había tomado un gran cariño.


— Deja ese teléfono, apágalo, te distrae de nuestras vacaciones— rápidamente bloquee mi celular, Joaquín insistía en que quería verme.

— Ya, ya lo voy a apagar...

— Ya tenía mucho tiempo que no te invadían de mensajes.

— Es Heivy, no me deja en paz, ya se aburrió de los niños, y como su amante ya no está, no tiene a quien más molestar.

— Ah, Heivy...

— ¿Todavía sigues molesto con ella?— arrojé mi teléfono al pasto y me senté, estirando mis piernas que ya se estaban poniendo rojas por el sol.

— Ya no, total, es la esposa de mi mejor amigo, la voy a ver de aquí hasta que se muera.

— Es una buena mujer, solo que quiere amor y dinero, sin importarle si viene o no, de la misma persona.

— Tengo suerte de que tu prefieras el amor al dinero, de otra manera me hubieras dejado porque te estoy obligando a renunciar a toda la opulencia, eres la mejor mujer que ha llegado a mi vida— mordí mi labio inferior y rodé los ojos, aprovechando que él se había arrodillado detrás de mí. Se la pasaba diciéndome que yo era buena y la verdad era que yo estaba siendo una maldita.

— Bueno, el dinero no lo es todo en esta vida, tú y tu familia son mi recompensa, con eso ya me basta y me sobra.

— Y también tienes a estas criaturas— colocó las patitas de Mostachita, sobre mi hombro derecho, me giré para tomar a la gatita entre mis brazos, tal como lo hacía con los bebés de Heivy.

— Las gatetas mas pechochas de toyo el mundo— ambos reímos ante la carita de susto del animalito, creo que ella pensaba que tenía problemas mentales graves, por eso le hablaba así.

— Te amo.

— Noshotas también, ¿aque shi? ¿Vea que shi?— al final la pequeña gatita salió corriendo, siguiendo a su hermanita.

— Otra vez está sonando tu teléfono...— Roberto se fue en busca de mi teléfono y me lo ofreció— Es número desconocido.


Respiré y solté un suspiro antes de contestar, si era Joaquín, mi esposo podría escuchar algo y mandarme a matar cruelmente. Al ver el numero en la pantalla, no lo reconocí, no era el mismo que del que usualmente me llamaba.


— ¿Bueno?— al otro lado de la línea se escuchó mucho ruido, me puse de pie y caminé buscando una mejor recepción.

— ¿Lilith? ¿Me oyes?

— ¿Caín?— me senté en la mesa que estaba en el jardín, ahí había buena recepción.

— Hasta que pude dar contigo, necesito decirte algo bien importante... Espérame... ¡Yo no fui!

— ¿Qué? Caín... ¿Estás bien?

— Lilith.

— ¿Papá? ¿Cuándo volviste? ¿Por qué no me dijiste que ya estabas aquí?

— Sigo en Rusia...Hija...

— ¡¿Caín está contigo?!— Roberto llegó a mi lado, abrazando y besando a Pata.

— ¿Cómo está tu esposo?— cerré los ojos y contuve la respiración, mi padre se había enterado de mi matrimonio.

— Papá...Yo... ¿Quién...?

Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora