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Me paso toda la mañana (o lo que queda de ella) adelantando tareas y prácticos. Sobre todo, los que tratan de Literatura ya que es mi asignatura favorita, y si me gradúo con honores tal como vengo forjando mi camino y articulando todo en mi vida, estoy segura de que podré ingresar en una de las universidades más prestigiosas del país.

A la hora del almuerzo, mi estómago comienza a reclamar glucosa o cualquier tipo de alimento que valga la pena, mientras una voz atolondrada en mi cabeza repite, infundiendo culpa, que no he comido nada hoy.

No necesito desayunar.

Sí. Es el alimento más importante.

Ay, qué rayos, ya parezco mi madre.

Prosigo a seguir leyendo el fabuloso ejemplar de Cumbres borrascosas que impacta a mis ojos con un manojo de letras fluidas, sin embargo, tanto el hambre como mis pensamientos, son invasivos y no me permiten elaborar con la facilidad que deseo, las conclusiones necesarias sobre el hermoso ejemplar que debo terminar para continuar mi tarea.

¿Por qué se fue?

¿Qué?

Theo se fue...

Es cierto. Anoche prometió que no me dejaría sola, sin embargo se marchó antes del amanecer.

¿De qué modo podría yo fiarme de sus palabras si tiene ese modo tan horrible de reaccionar a sus propias promesas?

Es cierto, te dejó sola y no te explicó el porqué.

Ya, calla.

Aún así, Theo me ha invitado al campamento, tal como Charlie lo hizo con Lottie y no tengo nada qué ponerme. No deseo repetir la vestimenta que usé antes o la gente comenzará a llamarme pobretona, lo cual me importa tres pepinos viniendo de fulanas como Summer o Audrey.

Arrrrrggg.

Pienso en la muchacha de cabello undíaverde otrodíamorado y se me enciende la piel.

Tengo ganas de romperle la cara a esa barata. ¿Cuánto me falta a mí para llegar a ser como ella? Tiene la piel aceitunada, cintura bien definida y una sonrisa de gato malvado que lo dice todo sin siquiera tomarme el lujo de hablar con ella.

Demonios.

Caigo a la realidad y descubro que se me han pasado seis páginas del libro y no tengo idea qué es lo que he leído. Opto finalmente por cerrar el ejemplar e ir deprisa hasta mi cuarto. Reviso todo el armario pero ante no encontrar nada adecuado a la ocasión, voy hasta el ático. Abro la portezuela y subo por la escalera. Mientras ignoro el polvo que se me escurre en los ojos, encuentro la luz, la enciendo y sonrío al recordar que la última vez que me metí en un lugar de estos, terminé en la cama de Theodore.

Pero esta vez si me doy otro golpe en la cabeza, nadie vendría a rescatarme así que mejor tener cuidado.Luego de unas cuantas horas de búsqueda, encuentro lo que busco: el baúl con las pertenencias viejas de mi madre. Entre ellas, su ropa. Mamá tuvo un pasado de chica rebelde, usaba mucho cuero sintético y amaba el rojo y el negro como predilectos para su maquillaje. Si bien es ropa un tanto pasada de moda, encuentro una falda negra, cadenas y medias de red. ¿No será mucho? Al diablo. Tengo una camisa blanca con detalles en encaje que dará en el clavo con esta ropa. Me la cargo al hombro y antes de bajar, apago la luz.


-¿Segura que el cuero coincide con tu estilo?

Lottie está sentada en la cama, con las piernas cruzadas y me habla mientras sostiene un espejito con una mano y tiene la otra ocupada, retocándose las pestañas.

BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora