Just feel. {Justin Bieber}

Capítulo 10

-Ha pasado mucho tiempo cariño... Y estoy segura que ellos se acuerdan de vosotros, y que no querrían verte llorar ahora mismo...

Murmura mi abuela abrazándome mientras yo intento no sollozar. Asiento con la cabeza y la abrazo con más fuerza.

-Los echo de menos...

Admito en un susurro separándome de ella y secando mis lágrimas; menos mal que no llevo maquillaje.

-¿Cómo lo han pasado ellos?

Pregunto segundos después poniendo mis maletas encima de la cama, dispuesta a sacar toda la ropa.

-Lulú es pequeña, aún es inocente, pero Joshua...

-¿Aún me culpa?

-No te culpa cariño... Deberías hablar con él.

Asiento y agarro mi paquete de cigarrillos, para después bajar las escaleras en busca de mi hermano. Lo encuentro en el jardín, sentado en un banco de madera. Salgo y me siento a su lado.

-Aún sigues escondiéndote aquí eh, como en los viejos tiempos.

Murmuro con una sonrisa y veo cómo sigue sin mirarme a la cara. Me enciendo un cigarrillo y él se aclara la garganta.

-¿Puedo?

Pregunta de repente señalando mi paquete, y yo asiento confundida. Él lo abre y saca un cigarrillo, para después encendérselo.

-¿Tú? ¿Fumando? ¿Qué me he perdido? ¡Eres muy pequeño para estas cosas Joshua!

Exclamo sorprendida viendo cómo puede fumar a la perfección, lleva tiempo haciéndolo.

-No soy tan pequeño ____, ¿debo recordarte que tengo 17 años? Tú empezaste con menos, por favor.

Murmura Joshua serio mirándome a los ojos fijamente y yo asiento, no puedo negarle la verdad.

-¿Porqué has vuelto?

Pregunta de repente y yo desvío la mirada.

-Trabajo.

Respondo, sabiendo que esa respuesta no va a gustarle. Él se ríe falsamente y asiente.

-Lo sabía.

-Oye, también os echaba de menos.

-¿Y porqué no llamaste? ¡¿Porqué no enviaste un puto mensaje para saber cómo estábamos?!

Grita cabreado mientras se pone de pie, yo cierro los ojos sacando el humo por la boca, esto me supera.

-Yo os quiero, ¿vale? Pero...

Empiezo a decir, pero Joshua me interrumpe esta vez.

-Si tanto nos quisieras hubieras vuelto aquí, a tu casa, y hubieras estado cada día con nosotros para demostrárnoslo.

Murmura fastidiado, y yo lo miro con resignación.

-¿Y quién dijo que para querer a alguien es necesario verlo todos los días?