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Cuando Julieta escucha los pasos ahogados por el pasillo, ya había pasado una hora dentro de la bañera. La canilla seguía abierta, el agua perfumada a lavanda y había velas prendidas alrededor del borde que emitían un suave resplandor. Todo eso era un intento de calmarla después de un día horrible (nada había salido bien. Se había equivocado en un gran proyecto de su trabajo y terminó pasando la mayor parte del día luchando para arreglarlo) pero no funcionaba del todo.
Cuando finalmente llegó a casa esa noche, se había dirigido directamente al baño. Llenó la bañera con su baño de burbujas de lavanda favorito, atenuó las luces antes de encender la vela de vainilla en el mostrador. Ahora estaba sumergiéndose en el agua caliente, tratando de que sus preocupaciones se desvanecieran. Sabía que Francisco estaba en camino, pero todavía no estaba lista para salir.
Un golpe silencioso se escucha en la puerta antes de que esta se abra. Su pareja asoma la cara al verla sentada en la bañera y sonríe un poco.
"¿Mal día?" Él pregunta en voz baja y ella asiente al hablar. La conocía lo suficientemente bien como para saber que cualquier noche que termine en un baño tan largo como este significaría que su día había sido un desastre.
Cerrando la puerta a sus espaldas, Francisco se agacha a un lado de la bañera para estar más cerca suyo. Desabrochándose los puños de la camisa y arremangándose, baja los brazos y deja caer la mano derecha en la bañera, pasando los dedos por el agua tibia. Sin emitir palabra, Julieta acerca su mano y toma un poco de su pelo desprolijo. Se lo había dejado crecer y realmente le gustaba su aspecto, la forma en que este enmarcaba la forma de su rostro. Él sonríe brillantemente cuando la castaña intenta peinarlo, su propia mano acercándose y sacudiéndolo para ella. Su sonrisa es hermosa y ya eso logra hacerla sentir un poco mejor.
Julieta murmura algo pero el sonido de los chorros logra tragárselo. El más alto se acerca, empuja suavemente un mechón de pelo detrás de su oreja, tomando su mejilla y usando su pulgar para rozar su piel.
"¿Querés que entre con vos?"
Ella asiente, contenta de que aunque su pareja no había escuchado su pregunta, la había entendido de todos modos. Poniéndose de pie, sus manos desabrochan rápidamente los botones de su camisa de vestir y se la saca. Es difícil no mirar fijamente. Verlo sin camisa, con su abdomen tonificado, pelo desprolijo y cara tallada en mármol... bueno, podría mirarlo fijamente así durante mucho tiempo.
Julieta aparta los ojos mientras termina de desvestirse. Él se hunde en el extremo opuesto de la bañera, inclinándose hacia adelante y agarrando sus brazos suavemente.
