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"Ya no puedo con todo esto." La voz de Juliana apenas es más que un susurro cuando se sienta en la cama, sosteniendo las sábanas contra su pecho. Le tomó algo de tiempo reunir el coraje para esto y poner fin a una relación que nunca existió. Semanas, incluso meses de esa relación embriagadora y agotadora. Ella levanta la cabeza y se encuentra con su mirada.
"¿Qué significa eso?" Matías trató de hacerse el tonto a pesar de que sabía que eso iba a pasar más temprano que tarde. Ese era su mayor miedo, perder a la persona con la que compartía su cama. Pero eso no era parte del acuerdo, los sentimientos no eran algo que ellos dos hicieran.
"Que ya no puedo seguir haciendo esto."
Las emociones subían por la garganta de la pelirrubia mientras hablaba. Los ojos de él estudiaron su rostro mientras emociones aparentes comenzaban a cubrirlos. Las lágrimas picaban en los ojos de Juliana mientras sus labios se fruncen. Matías suspiró mientras se sentaba, provocando que la tela de las sábanas se enriede alrededor de su cintura. Los dos estaban sentados ahí, desnudos, acabando de terminar un reciente encuentro sexual. Él tenía la cabeza agachada mientras se revolvía el pelo y dejaba caer su mano pesadamente después.
"Bueno, está bien."
Los dos se acostaron en el la parte de atrás del auto del castaño, ambos agitados después de lo que acababan de hacer. La mirada de la pelirrubia se desvió hacia él, Matías se sentó al otro lado del asiento trasero. Al darse cuenta de su fija mirada sobre él, le levantó una ceja mientras su mano frotaba su pantorrilla y besaba su tobillo.
"¿Mmm?, ¿Qué pasa?"
"Creo que me gustas."
De repente, el silencio se cierne sobre ambos. El movimiento de su mano se detiene sobre la piel de ella. Sus iris se dirigen hacia la ventana, tratando de evitar su mirada. El calor en las mejillas de ella irradiaba mientras miraba hacia abajo, moviendo sus brazos para intentar cubrir su cuerpo todavía desnudo. Matías volvió a mirarla, observándola hacer eso. Un dolor extraño lo atravesó mientras veía sus brazos cruzarse torpemente sobre su cuerpo, cubriendo su pecho mientras sus piernas se acercaban a este mismo, haciéndose bolita en su lugar.
"Yo no hago eso. No me gusta todo el tema de las relaciones." Sus palabras son suaves, haciendo que el amargo silencio no fuera tan amargo. Se tambaleó hacia delante y se acercó a la parte delantera del auto. Después de recuperar varias de sus prendas, las separó y le entregó a ella su remera junto con su ropa interior. La menor nunca en su vida se había sentido tan aliviada de tener ropa puesta frente a él. El castaño se agarra el labio entre los dientes antes de volver a hablarle.
