Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Diego estaba borracho. Sus orejas están floreciendo con un rubor que parece envolver el corazón de la castaña, quien lo observa hasta que se le hace imposible el evitar sonreír. Su pelo había crecido un poco desde la última vez que se habían visto, haciéndole cosquillas en la nuca. Él no se había fijado en ella, por lo que se estaba permitiendo unos momentos para apreciar a su mejor amigo un poco más de lo habitual. Era agradable verlo, o eso pensaba. Una sonrisa preludia una fuerte caída en su estómago cuando su cabeza gira hacia ella. Sus labios están manchados de rosa por el vino barato que Felipe había traído.
Esos labios, los mismos que no podía evitar mirar hoy en día, los mismos con los que soñaba. Esos que se estiran en una dulce y pequeña sonrisa que siempre logra hacer que sus dedos hormigueen con la necesidad de tocarlo, sentirlo, recordarse a sí misma que él es real. Que no era un cruel producto de su imaginación, enviado con el único propósito de torturarla. De hecho, él está ahí, sonriéndole. Sus ojos soñadores lucen de una manera que no puede deberse simplemente al alcohol.
De repente, el hombro de él se mueve hacia atrás cuando Felipe le recuerda que tome su turno. Sus ojos dejan la cara de ella, en favor de las cartas en su mano. Sólo entonces, Sol se permite volver a respirar correctamente. El calor en su rostro se siente como un faro. Con su vista, ella recorre la habitación y su ceño se frunce cuando nota a Esteban mirándola a ella y a Diego, una de sus cejas está arqueada y una mirada de desconcierto habita su rostro antes de negar con la cabeza y regresar al juego. Pero eso no hace más que intensificar el color rojo de sus mejillas.
"Gané." Dice Andy, y a la orden, el resto de personas en la habitación levantan la cabeza para mirarlo con atención.
"Amigo." Felipe está pellizcando el puente de su nariz mientras su compañero lo mira, sin terminar de darse cuenta. Su cuerpo está encorvado mientras sus ojos miran las cartas en sus manos. "Estamos jugando al truco."
Los labios de Diego se contraen y es entonces cuando Sol se da cuenta con un sobresalto de que lo estaba mirando de nuevo. Ella lucha contra su cerebro borracho e intenta concentrarse en el juego, aunque pareciera que su amigo estaba igual de distraído que ella.
"Pensé que estábamos jugando al Chinchón."
"¿Cuándo alguien dijo que estábamos jugando a eso?" Felipe mira exasperado a su compañero de cuarto, y la castaña no puede evitar la burbuja de risa que pasa volando por sus labios. Por supuesto, una vez que uno de ellos comienza, el resto no tarda mucho en seguirlo antes de que todos se pongan rojos y sin aliento.
