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Blas está desplomado sobre el sillón, sus labios van hacia abajo en un leve puchero mientras sus ojos parecen un poco llorosos. Él está abrazando fuertemente un almohadón contra su pecho, su barbilla apoyada sobre la suave pelusa mientras mira solemnemente la mesa de café delante suyo. Sentándose junto a él lentamente, Malena levanta las piernas y rodea estas con sus brazos mientras los dedos de sus pies se mueven debajo de su muslo. Aquello se sentía cálido y sólido y eso la reconforta, a pesar de que parece estar en medio de una intensa sesión de meditación. Y eso es porque lo era.
"¿Entonces no te fue bien?" Pregunta ella en voz baja, apoyando su barbilla sobre sus rodillas mientras lo observa atentamente. El pelinegro no responda por un momento, antes de que sus hombros se encojan sin vida. Sus párpados se cierran antes de dejar escapar un suspiro profundo y triste.
"A veces pienso que literalmente podría estar ahí parado con un cartel enorme que diga te amo y ella ni siquiera se daría cuenta. No sé cuántas veces tengo que invitarla a salir o decirle que la amo para que capte el mensaje." Él hace una pausa, pasando uno de sus dedos por sus labios antes de que sus cejas se arqueen y su rostro frunza el ceño con molestia. "¿Sabes qué es horrible? Ser rechazado, pero ¿Sabes qué es peor? Ser rechazado cuando esa persona ni siquiera se da cuenta de que lo está haciendo."
Ella no dice nada durante unos minutos, simplemente deja que su amigo se deje llevar por sus emociones por un rato más antes de suspirar, acercándose a la mesa. Agarrando la taza que le había comprado al pelinegro, Malena se la entrega, observando cómo finalmente él cede ante la almohada y la toma.
"No te enojes con ella. Sabes que Sofía no entiende todo eso del chamuyo." Sus palabras son suaves, dándole una pequeña sonrisa, obteniendo como respuesta que él se burle y ponga los ojos en blanco.
"¿Vos decís? Hace dos años que estoy intentando contarle sobre mis sentimientos. ¿Y si me rindo y la dejo ir? Es obvio que no siente lo mismo." Murmura, Blas mira con tristeza hacia su té mientras sus labios sobresalen nuevamente. Extendiendo su mano, Malena toca estos hasta que aparecen sus hoyuelos. El pelinegro sonríe de mala gana ante sus acciones. Inevitablemente, esto hace que el corazón de ella se retuerza.
"Si pensás que eso es lo correcto, entonces sí. Estoy segura de que hay muchas que mueren por salir con vos." Ella se burla un poco de él, sus dedos recorren sus mejillas lentamente hasta ahuecar su cara. Él cierra sus ojos, inclinándose levemente hacia su toque con un profundo suspiro que hace que todo su cuerpo se desinfle.
"Sos mi mejor amiga, así que prácticamente estás obligada a decir eso. Además, no entiendo por qué me hacés caso tan rápido. Pensé que eras de esas que dicen ¡luchá por tu amor! y todo eso." Blas se ríe entre dientes, recostándose sobre el sillón antes de tomar otro sorbo de su taza.
